Han pasado dos años desde que Matías ya no está. No sé absolutamente nada sobre él aunque sigo teniendo la fe de que está bien.
Mi vida ha cambiado completamente desde entonces. Ya no tengo nada que ver con el narcotráfico.
Con todo el dinero que Matías me dejó tengo para vivir tranquilamente toda la vida sin meterme en esos quilombos.
Ya no mantengo ningún tipo de relación con los socios con los que solía trabajar, solamente con Sonia hablo de vez en cuando.
Robledo se niega a hablarme, aunque tampoco es que haya intentado hacerme daño o acercarse a mí.
Sigue dolido por la falta de su mejor amigo y lo puedo comprender perfectamente.
El último encuentro que tuve con Mateo fue hace dos años, desde entonces no he vuelto a verlo.
- Flashback -
- ¿Qué pasó Eva, por qué estás así? —me preguntó Mateo al entrar en la casa.
- No te lo puedo decir porque ni siquiera yo lo comprendo. —le dije a punto de llorar de nuevo.
- ¿Es por mí? No llores por mí, no me merezco tus lágrimas. —me dijo a punto de llorar.
- No, no es eso. Eso es lo que menos me importa ahora mismo.
- ¿Pasó algo con...?
- Sí, él ya no está. —le dije limpiándome las lágrimas.
- ¿Cómo que ya no está? ¿Está...? —lo interrumpí antes de que dijera nada.
- No lo sé, no sé nada.
Me acosté en el sofá y hundí mi cuerpo para poder descargar el peso que llevaba encima, pero no funcionó.
Me dolía todo el cuerpo, hasta el corazón aunque parezca imposible.
- ¿Puedo hacer algo para ayudarte?
- ¿Hacer qué Mateo? ¿Cagarla de nuevo? ¿Acostarte con otra? No, gracias. Ya hiciste bastante. —le dije seria.
Se acercó al sofá y se puso de rodillas en frente de mí.
- Lo sé, soy consciente de todo el daño que te he causado.
- Ya es tarde, tus palabras no pueden cambiar nada.
- Déjame pedirte perdón al menos.
- No necesito tus disculpas. — me levanté — ¿No te das cuenta de que lo nuestro ya no funciona? ¿De que nos hacemos daños continuamente? —le dije casi gritando.
Él se quedó en silencio y rompió en llando. No me gustaba verlo así, pero se lo merecía.
Se acercó a mí y me abrazó fuerte dejando caer su cabeza en mi hombro.
- Te lo ruego. —me susurró.
- No hay vuelta atrás, mañana llamaré a mi abogado y vamos a acabar lo que teníamos que haber acabado hace mucho tiempo.
- Pero si sabes que no vamos a solucionar nada así. Al menos yo no me imagino una vida sin vos.
- Es lo mejor para los dos, creeme. Al menos ahora mismo no veo otra opción, estoy cansada Mateo.
- Te amo.
- Sos un hijo de puta.
- Pero un hijo de puta que te ama.
- Fin flashback -
Y sí, nos divorciamos a los pocos días. Nos pusimos de acuerdo para que cada uno se quede con los niños una semana para que ellos no sufran.
Al principio no entendían lo que estaba pasando, pero ahora ya son grandes y comprenden perfectamente todo.
Yo me mudé sola en la casa de Matías y ahí empecé una nueva vida.
Como ya dije, no volvimos a vernos porque cada vez que venía a por los niños yo no estaba y cuando iba yo a por ellos me encontraba con Pedro o con Penny solamente.
Y en parte eso fue lo mejor porque así pude superar todo el daño que nos hicimos.
Aún sigo pensando en él, aunque ya no le guardo rencor. Me quedo con los bonitos recuerdos que tengo.
No sé si tendrá novia o si se habrá vuelto a casar, pero le deseo de corazón que sea feliz aunque no lo sea conmigo.
Por el otro lado, Matías sigue y siempre seguirá siendo alguien importante para mí.
El único hombre que hubiera dado todo para verme feliz.
Antes de ponerme eufórica de nuevo decidí centrarme en el camino porque no quiero producir ningún accidente.
Estoy yendo a la casa de mi ex esposo para llevarme a los niños a Santa Fe.
Entré a una tienda para comprarles dulces y algunos juguetes nuevos. Sé que los tengo un poco malcriados, pero quiero ofrecerles todo porque los amo.
Aparqué el coche cerca de la casa de Mateo y empecé a caminar hasta llegar ahí.
Por alguna razón extraña me levanté un poco inquieta ésta mañana y tengo la sensación de que algo va a pasar.
Espero que sea algo bueno al menos.
Al llegar a la casa de Mateo abrí la puerta de abajo y cuando quise entrar choqué con una persona.
Mateo.
Quedamos cara a cara muy cerca el uno del otro, pero ninguno hizo ningún movimiento para separarse.
Finalmente decidí hacerlo para que la situación no se pusiera incómoda.
- Hola. —me dijo un poco tímido.
- Hola. —le dije a punto de tener un infarto porque hace más de dos años que no lo veo.
- ¿Qué onda? —me sonrió sin mostrar los dientes.
- Bien, he venido a por los niños. ¿Vos?
- No me mates, pero se me olvidó que tenías que venir hoy y ahora mismo se fueron de compras con mi viejo.
- No pasa nada, puedo...volver más tarde. —le dije finalmente.
- Seguís siendo igual de hermosa cuando te pones nerviosa. —me dijo mirándome a los ojos.
- Gracias. Vos también seguís siendo igual de fachero. —agaché la cabeza y solté una risita nerviosa.
- ¡Ay pero que pelotudo estoy hecho! Podes pasar hasta que vuelva mi viejo.
Se dio la vuelta y empezó a subir las escaleras.
- ¿Estás seguro de que puedo pasar?
Mateo me miró por unos segundos y una sonrisa boba apareció en su cara.
- Ésta casa es y siempre será nuestra, Eva.
- FIN -
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.