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Narra Eva

Estamos en las Canarias, en España exactamente. Hemos decidido ir a Tenerife porque es la isla más conocida de todas.

Además a Mateo le encanta España, siempre lo han tratado bien cuando iba a sus conciertos y además la comida está muy rica.

Estamos en el hotel, acabamos de llegar hace media hora. Los niños están durmiendo porque ha sido un viaje muy largo.

- ¡Qué lindos se ven durmiendo! —le dije al ver como Elisa y Mati dormían abrazados.

- Sí mi vida, no sé que habría hecho si les hubiera pasado algo. —me dijo Mateo.

- No pienses más en eso. Lo bueno es que estamos juntos y que nada ni nadie nos volverá a separar.

- ¿Vamos a la ducha? —me preguntó Mateo.

- ¿Para qué si vos no te bañas? —le dije soltando una risita.

- Cállate boluda. —me dijo mirándome mal, pero luego una sonrisa apareció en su cara.

- Bueno, voy a preparar la bañera entonces.

La llené con agua y eché medio pote de gel porque me encanta jugar con la espuma. 

Mateo entró también y se acercó a mí para darme un abrazo por detrás. Me quitó la remera y empezó a dejar besos por mi cuello mientras jugaba con mis pechos.

- No. —le dije y me aparté un poco.

- Dale Eva, te necesito. —me dijo haciendo puchero.

- Pero los niños podrían escucharnos. —me quejé.

- Lo podemos hacer en silencio. —me dijo con una sonrisa traviesa.

- No. —bufó.

Nos metimos en la bañera y me senté entre las piernas de Mateo. Puse mi cabeza en su pecho y él empezó a acariciar mi cabello.

Sentía su pija tocando mi culo, pero decidí no darle bola.

¿Qué te haces si te morís de ganas?

Bueno, igual Mateo tiene razón y podemos hacerlo en silencio. Me di la vuelta y me senté encima de él.

- No sigas Eva. —me dijo mirándome fijamente.

- ¿Por qué no?

Me acerqué a su cuello y dejé unos besos mientras seguía succionándolo. Mateo soltó un jadeo y atacó mi boca.

Bajé mi mano hasta llegar a su pija y lo masturbé por unos segundos. Luego la introduje lentamente dentro de mí e intenté aguantarme las ganas de gemir.

Mateo puso sus manos en mi culo y lo apretó mientras yo seguía saltando encima de su pija.

- Te quiero mucho, Eva.

- Te quiero más, turro.

Seguimos por un rato más y nos corrimos a la vez. Empecé a tomar la píldora, así que no tenemos porque seguir usando forros.

Salimos de la bañera con cuidado y nos vestimos en silencio para no despertar a los niños.

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- ¿Vamos a comer? Alta lija tengo

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- ¿Vamos a comer? Alta lija tengo.—le pregunté sonriente.

- Sí beba, yo también.

Bajamos a la recepción y preguntamos donde estaba el restaurante.

Al llegar Mateo me echó la silla para atrás como todo un caballero y luego se sentó en frente de mí.

- Yo quiero probar la paella, toda la gente recomienda eso.

- Y la tortilla de patatas está muy rica también. —dijo Mateo.

- Entonces pedimos eso.

A los pocos minutos llegó una camarera para tomarnos el pedido.

- ¿Mateo? ¡Qué sorpresa verte por aquí! —exclamó la rubia.

Mateo me miró apenado, aunque yo no tenía ni idea de quien era esa mina.

- Sí, estoy de vacaciones con mi familia.

- ¿Qué quieren comer? —preguntó finalmente.

- Traenos lo más tradicional que tengan.

- Bueno. — me miró — Nos vemos cuando te haga falta alguien para ya tu sabes.

¿Perdón?

Agarré el vaso de agua y se lo tiré entero en la cara. Mateo me miró sorprendido y la rubia con ganas de matarme.

- ¿Qué haces estúpida? —gritó fuerte.

- Está conmigo, su mujer por si no te diste cuenta perra.

- Pues no parecía importarle hace unos meses linda. —me dijo sonriendo de una manera burlesca.

- Me da igual lo que pasó hace unos meses, ahora es mío así que ándate de aquí.

Le hubiera pegado, pero Mateo me agarró fuerte por la cintura.

Finalmente llegó la comida y obviamente la situación estaba un poco tensa.

- No te enfades por lo que dijo esa. —me dijo Mateo al ver mi cara.

- Es que me pone de los nervios. Ni siquiera puedo disfrutar de las vacaciones porque tengo que encontrarme con alguna perra con la que me engañaste.

- Es pura coincidencia Eva. Además sabes muy bien que ninguna significa nada para mí.

- Lo sé, perdón por alterarme. —suspiré.

- Mira, te lo voy a demostrar. —me dijo sonriente.

Se levantó y se fue sin decirme nada más. Lo miré confundida y finalmente vi que se dirigía a la banda que estaba cantando en el local.

Habló algo con ellos y agarró el micrófono.

- Hola a todos. —toda la gente lo miró de repente. — Solamente quería decir que estoy enamorado de esa persona que está ahí sentada. —me señaló.

Toda la gente me miró y sentí como mis mejillas empezaron a arder.

- Es la mejor esposa del mundo aparte de ser una madre ejemplar y mi mejor amiga.

No boludo, para.

- La amo más que a nadie en éste mundo aunque la haya cagado muchas veces.

Toda la gente empezó a aplaudir como loca y Mateo se acercó a mí. Me dio la mano para que me levantara y puso sus manos alrededor de mi cintura.

Me dio un beso lento en frente de todo el mundo y me susurró de nuevo cerca del oído un 'Te amo'.















Muy family friendly esto, ¿no? Bueeeno pronto se tiene que venir un garche, digo. ;)

𝐄𝐯𝐚 𝐈𝐕; 𝐓𝐫𝐮𝐞𝐧𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora