Narra Mateo
- ¿Podes hablarme bien Mati? —le dije al ver que seguía tratándome con indiferencia.
- Sigo molesto con vos por lo que le hiciste a mamá. —me dijo serio.
- Arreglaré las cosas con mamá cuando vuelva, te lo prometo.
- No creo que quiera hablar con vos. —dijo Mati.
- ¡Pa' te está llamando mamá! —gritó Elisa.
Elisa entró a la cocina y me entregó el teléfono. ¿Le habrá pasado algo?
- Hola. —le dije un poco nervioso.
- Hola. Quería decirte que llegaré dos días más tarde porque cerraron las fronteras por culpa del covid.
- Bueno, no pasa nada.
- ¿Cómo están los niños?
- Mati está comiendo y Elisa jugando con las barbies.
- Los extraño tanto. —suspiró.
- Ellos también a vos...
Le iba a decir que yo también, pero seguramente no me creería.
- Si pasa algo me llamas.
- Sí, cuídate. —le dije y me colgó.
- ¿Cómo está mamá? —preguntaron los dos a la vez.
- Bien, pero vendrá dos días más tarde.
Dos días más al lado de Matías.
Narra Eva
Tengo ganas de ver a mis hijos, pero Robledo me dijo que dentro de poco volveremos a Argentina.
Acaba de llamarme Sonia para que vayamos a cenar. Estoy esperando a que Matías termine de ducharse para ir juntos.
- ¿Te falta mucho? —grité para que me escuchara.
- ¡Dos minutos!
- ¡Tengo hambre, date prisa con la paja! —solté una risita.
- ¡Ven a ayudarme si querés que acabe antes!
Pelotudo.
Después de unos minutos Matías salió del baño con la toalla alrededor de su cadera.
Lo miré involuntariamente y no puedo negar que se veía increíblemente hermoso.
- Tardaste demasiado boludo. —me quejé.
- Si no viniste a ayudarme. —hizo puchero y soltó una risita.
Se quitó la toalla como si nada y empezó a buscar ropa para vestirse en frente de mí.
- ¿No te da vergüenza? —le dije seria.
- Dale Eva, no es nada que no hayas visto antes. —me dijo sonriente.
Bueno, tiene razón.
Me levanté de la cama y me acerqué a él. Quiero devolverle lo que me hizo anoche.
Puse una mano en su cuello y la otra la deslicé desde su pecho hasta su abdomen, llegando finalmente a su pija.
- Estás muy bueno. —me mordí el labio.
Matías me miró sin entender lo que estaba pasando y me acerqué a su cuello para darle unos besos.
Lo mordí levemente y soltó un jadeo. Noté que su pija se había puesto dura, así que me separé al instante y me di la vuelta.
Me agarró fuerte del pelo hasta darme la vuelta y pegar nuestros cuerpos de nuevo.
Nuestros labios quedaron a unos centímetros, pero ninguno se atrevía a hacer nada.
- No juegues conmigo Eva.
Finalmente me soltó y le regalé una sonrisa burlona.
- Nos vemos papacito.
Salí del cuarto y me fui al comedor. La novia de Matías también estaba ahí, pero decidí ignorarla.
- Hola beba. ¿Dónde está ese pelotudo? —me saludó Sonia y la novia de Matías la miró mal.
- Hola hermosa. Estuvo un poco ocupado, ahora baja. —le sonreí maliciosamente.
Matías bajó y se sentó al lado de su novia en la otra mesa. Se besaron y estoy segura que una mueca de asco apareció en mi cara.
Me levanté de la mesa y decidí ir a hacer como que estaba hablando algo con uno de los narcos.
Puse mis codos encima de la mesa y eché mi culo para atrás poniéndoselo casi en la cara a Matías.
Miré atrás y vi que su novia ya no estaba y que a su lado se había sentado Robledo.
De la nada sentí su mano apretándolo y acariciando mi feminidad, así que me levanté y lo miré mal.
Bien que te gusta —dijo mi subconsciente.
- Sonia, Eva, tenemos que irnos a llevarle unos kilos a uno de nuestros socios. —dijo Robledo.
- ¿En qué coche vamos? —preguntó Sonia.
- En el mío. —respondió Robledo.
Nos levantamos y nos fuimos a su coche. Sonia se montó con Robledo en los asientos de delante y Matías y yo atrás.
- Tengo sueño. —dijo Sonia.
- Te lo quito cuando lleguemos a casa. —dijo Robledo y ésta lo miró mal.
- Ni lo pienses. —rodó los ojos.
- Qué difíciles son éstas mujeres. ¿No Matías? —dijo Robledo y se rieron a la vez.
- Como lo sabes hermano.
- No le pregunté a Ana si quería venir con nosotros.
- Déjala, estaba cansada. —dijo Matías.
¿Ana? ¿Así se llama su novia?
Nos quedamos en silencio y Robledo puso música. Puse mi cabeza en la ventana para descansar, pero no lograba hacerlo.
- Podes acostarte aquí si queres. —dijo Matías señalado su pecho.
Finalmente asentí y puse mi cabeza en su pecho. Él me rodeó con su brazo y me dio un beso en la frente.
Sentí como su mano bajaba hasta mi pierna y le dio un apretón.
Luego empezó a deslizarla lentamente por el interior de mi pierna cerca de mi feminidad y sentí que me estaba mojando cada vez más.
Quería decirle que parase, pero se sentía demasiado bien. Matías paró después de unos minutos y maldije en mi cabeza.
Luego sentí sus labios sobre mi cuello dejando besos húmedos. Lo mordió tan fuerte que me entraron ganas de gritar de placer, pero tuve que aguantarme.
Sonia y Robledo seguían hablando, así que ninguno de los dos nos prestaba atención.
Matías lo mordió de nuevo y entonces solté un pequeño jadeo, aunque gracias a la música creo que no se escuchó nada.
Puso una mano sobre mi teta y agarró mi pezón para apretarlo con sus dedos.
Le quité la mano y lo miré con cara de orto. Primero porque lo que estábamos haciendo no estaba bien y segundo porque nuestros amigos podrían vernos en cualquier momento.
A Matías no pareció importarle porque se acercó de nuevo a mí oído y mordió mi lóbulo.
- Tócate para mí Eva.
Holis. :)
Se viene lo bueno JAJAJAJA.