Narra Eva
Nos separamos al instante y nos encontramos a Sonia mirándonos un poco sorprendida, pero preocupada a la vez.
- ¿No encontraste otro momento mejor? —le preguntó Matías un poco cortante.
Sonia no respondió, solamente lo agarró del brazo y lo llevó adentro.
Yo me senté y encendí un cigarro. Obviamente la curiosidad me mataba así que escuchaba atentamente lo que estaban hablando.
- ¿No te das cuenta de lo que acabas de hacer? —le preguntó ésta casi chillando.
- Lo sé Sonia, no soy estúpido. Tenía que hacerlo.
- No, no tenías. Podrías simplemente darle un par de piñas y ya.
- Ese gil tocó a Eva. A ella nadie la toca sin su consentimiento, ¿qué es lo que no entiendes?
- Entiendo que quisieras defenderla, pero no lo pensaste bien. Ahora todos van a venir a por vos.
- Como si les tuviera miedo a esos pelotudos. —soltó una risita.
- La familia Ricci es muy poderosa, no entiendo como podes estar tan tranquilo.
- Qué vengan a por mí si le dan los huevos.
- Seguís siendo un irresponsable Matías. —le dijo Sonia seria.
- Contrataré a más guardaespaldas. ¿Contenta?
- Me voy, me entran ganas de darte una piña.
- Hasta luego linda. —le dijo éste sarcásticamente.
- Hasta nunca feo. —se rieron a la vez.
Noté sus pasos acercándose a mí y lo miré triste cuando entró.
- ¿Todo esto es por mi culpa, no?
- No Eva, no tenés porque preocuparte. Sonia es muy exagerada.
- Dijo el que le disparó a alguien porque me tocó. —solté una risita.
- Da igual si estamos juntos o no, si me quieres o no, siempre estaré listo para cuidarte de cualquier imbécil que se haga el piola con vos.
¿Cómo puede ser tan lindo?
- Me da miedo que te pase algo. —le dije triste.
- No me va a pasar nada, no te preocupes.
- Eso espero.
Me quedé en silencio y al instante recordé lo que estábamos haciendo cuando Sonia nos interrumpió.
Como si Matías me hubiera leído la mente se acercó a mí y puso sus manos en mi cintura.
- ¿Podemos volver a lo que estábamos antes de ser interrumpidos hermosa? —me dijo mirándome a los ojos.
- No Matías, eso ha sido un error. No debería haber pasado, lo siento.
Él me miró un poco molesto, pero luego una sonrisa maliciosa apareció en su cara.
Me agarró fuerte en sus brazos y me llevó a la fueza a nuestro cuarto dejándome en la cama.
- ¿Qué haces? —pregunté confundida.
Él no respondió, solamente sacó dos pares de esposas de su maleta y agarró mis muñecas para ponérmelas.
Quedé prácticamente inmóvil en la cama y él me miró sonriente.
- ¡Suéltame! —grité fuerte.
- No te voy a hacer nada Eva, deja de moverte. —me dijo con su voz ronca.
Empezó a deslizar sus dedos sobre mi piel, desde mi cuello hasta llegar a uno de mis pezones.
Lo acarició un poco por encima de mi vestido y luego se separó por completo.
- ¿Qué vas a hacer?
- Te voy a enseñar lo que te hace falta beba.
Se quitó la remera y no pude evitar mirar lo hermoso que se veía con todos sus tatuajes.
Cuando pensé que eso era todo se quitó también los pantalones junto con el bóxer, quedando completamente desnudo ante mis ojos.
Llevó una mano a su pija y se masturbó por unos segundos. Aunque no quería hacerlo se me hacía imposible no mirarlo.
Mordí mi labio inconcientemente y él me regaló una sonrisa traviesa.
- ¿Te gusta? Es toda tuya.
Tomó su teléfono y envió unos mensajes para luego dejarlo de nuevo sobre la mesita.
Me miró de nuevo y su mirada se posó en mi feminidad ya que tenía las piernas un poco abiertas.
Las cerré al instante y el negó varias veces con la cabeza.
- Te ves hermosa, déjalas así. —dijo abriéndomelas de nuevo.
De la nada alguien toco el timbre y yo lo miré asustada. Se sentó en el sofá y le dijo a la persona que pasara, como si nada estuviera pasando.
La puerta se abrió y una rubia entró a nuestro cuarto. Para mi sorpresa no me miró y se fue directamente a donde estaba Matías.
Llevaba muy poca ropa y unos tacones muy altos. Es linda, no lo voy a negar.
Se puso de rodillas en frente de él y Matías llevó su mano a su pelo agarrándolo fuerte.
Se la metió en la boca y empezó a penetrarla mientras me miraba a los ojos.
Miles de sensaciones recorrían mi cuerpo en ese momento y una de ellas era la rabia.
Deseaba que yo fuera esa mina, pero a la vez comprendía que no podría hacer eso.
Matías siguió destrozándole la boca a esa mina sin parar de mirarme a los ojos mientras lo hacía.
Aunque sentía rabia también notaba como me había mojado y como mis jugos recorrían mis músculos a éste punto.
Dejó caer su cabeza hacia atrás y soltó un jadeo, dándome a entender que ya había acabado.
La mina se separó de él y se limpió la boca. Se levantó con cuidado y se fue sin decir nada.
Matías se levantó también y se acercó a mí poniéndose encima con cuidado.
- Espero que lo hayas disfrutado. —me susurró cerca del oído.
- Un poco corto la verdad. —le dije para molestarle.
- No te preocupes, con vos no pararé hasta que me lo supliques.
Dios, ¿podría estar más mojada de lo que ya estoy?
Me mordió el cuello y llevó una de sus manos cerca de mi feminidad.
- Estás muy mojada bebé. —suspiré.
Luego se separó de nuevo para levantarse y se vistió en frente de mí.
Se acercó y me quitó las esposas, dejándome por fin libre.
Vi como agarraba sus cosas y supuse que iba a irse. Quería decirle que se quedara, pero hubiera sido patético.
- Que tengas lindos sueños Eva.
Hola beibis. Nos vemos el domingo, no me extrañen ❤
Mañana y pasado voy a trabajar 12 horas con mi jefa y el sábado es mi cumpleaños. :)