Narra Mateo
Le diría que se fuera, pero me dio pena al ver su cara de tristeza.
- ¿Estás bien? —le pregunté por cortesía.
- Sí... Bueno, no. Necesitaba estar con vos porque me sentía muy sola.
- Lo entiendo. —fue lo único que pude decirle.
- ¿Eva está aquí? Me voy, supongo que le molestará verme en vuestra casa...
- Ella no está, se fue de viaje.
- ¿Entonces puedo pasar? —una sonrisa triste apareció en su cara.
No Mateo, decile que no.
- Sí claro, pasa.
Quería decirle que no, pero me daba pena y no quería ser un hijo de puta.
Cuando me llame Eva le diré que ella ha estado aquí porque no quiero mentirle ahora que todo está bien entre nosotros dos.
Mar entró y se sentó en el sofá. Agarró el mando y encendió la tele.
No sé que hacer realmente para que ella no mal piense nada, nosotros dos podemos ser solamente amigos.
- ¿Tenes hambre? —le pregunté al escuchar un sonido raro de su estómago.
- Sí, ¿podemos pedir comida? —me preguntó sonriente.
- Obvio.
Pedimos pizzas y mientras esperábamos el pedido jugamos un rato a la play.
Comimos y luego salimos para dar un paseo. De camino nos encontramos con Lola y con Cami.
Lola me miraba con cara de orto y tuve que decirle que no pasaba nada de lo que ella creía.
- ¿Eva cuando vuelve? — preguntó Cami — Pienso que sería buena idea irnos los cuatro de vacaciones por ahí.
Sé que lo hace perfectamente para molestar a Mar porque no le cae bien.
- Sí, me encantaría. ¿Vos que decís Mateo? —preguntó Lola.
- Sí, estaría bien. —dije un poco cortante para que Mar no se sintiera mal.
Finalmente nos despedimos de ellos y Lola me susurró en el oído que me iba a cortar la pija si hacía algo malo.
Qué linda.
Regresamos a la casa y nos fuimos a mi cuarto. Nos acostamos en la cama, aunque yo me puse bastante alejado de ella.
Hice pochoclos y finalmente puse una serie. Ella no decía nada de irse a la casa de mi padre y yo tampoco quería echarla.
- Me aburro wacho. —bufó.
- Yo también, además me duele mucho la cabeza por el resfriado.
- Tengo una idea. —me dijo sonriente.
- ¿Cuál?
- ¿Y si nos tomamos unos tragos? Así se te pasa seguro y además no estaremos tan aburridos.
- No me gusta mucho escabiar. —le dije serio.
- Dale Mateo, ni que te fueras a emborrachar por tomar unos tragos.
- No Mar, pero no sé...
- ¿Qué pasa? ¿Mi prima te lo prohíbe? —soltó una risita.
- Obvio que no. —la miré mal.
