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Narra Eva

- ¡¿Cómo qué desaparecieron?! —grité fuerte.

- No lo sé, acaba de llamarme Valen y decirme que se fueron al cine y que mientras fue a comprar las entradas con Dani los niños ya no estaban donde los había dejado. —me dijo desesperado.

- No, esto no puede estar pasando. —sentí como mis ojos se estaban humedeciendo.

Me caí al suelo porque mis piernas ya no querían reaccionar. Llevé mis manos a la cara y empecé a llorar descontroladamente.

- Tranquilizate Eva, ahora mismo mando a todos mis hombres a la Boca para que empiecen a buscarlos. —me dijo Robledo.

Martina miraba la escena sorprendida con la boca entreabierta.

- ¡Fuiste vos desgraciada! —me levanté para pegarle.

- ¡Suéltame Eva! Yo no tengo la culpa de nada. —me dijo mientras intentaba escapar de mi agarre.

La sujetaba fuerte del cabello mirándola con rabia. Sabía perfectamente que ella era la única que quería vengarse de mí.

- Decime donde están mis hijas puta. —le dije mientras la tiraba del cabello.

- ¡No lo sé! —gritó con rabia.

- ¡Si lo sabes muy bien, no mientas!

- Yo no tengo la culpa de que no sepas cuidar a tus hijos. —me sonrió sarcásticamente.

La empujé con fuerza y se cayó al suelo. Empecé a pegarle sin parar hasta que Mateo me agarró por la cintura y me separó de ella.

- Cálmate Eva. Igual solamente se perdieron, ya sabes como son los niños. —me dijo para tranquilizarme.

No, estoy casi segura de que algo les pasó porque mi instinto materno no me miente.

- ¿Cómo querés que me calme si mis hijos pueden estar en peligro Mateo? Llama a la yuta.

- No, no es la mejor decisión Eva. Aparte de que no van resolver nada, se pondrán a hacerte preguntas y sabes muy bien que es peligroso. —dijo Robledo.

- Tiene razón amor. Ahora voy a llamar también a los socios de mi padre, ya verás que pronto los vamos a encontrar.

No entiendo como toda la gente puede estar tan tranquila. Pero bueno, a lo mejor tienen razón y me estoy preocupando demasiado.

- ¿Dónde han estado cuando desaparecieron los niños? —preguntó Robledo.

- En el "Cinema Hoyts". —dijo Mateo.

- Ahora mismo mando a mis hombres ahí. —dijo Robledo.

Él se fue a hablar por teléfono y Mateo se acercó a mí para abrazarme. Necesitaba sentirlo cerca, porque si no ésta situación me iba a derrumbar completamente.

Martina aún seguía mirándome y me entraban aún más ganas de pegarle.

- Yo sé que fuiste vos y te juro que lo vas a pagar. —le dije aún sin soltar a Mateo.

- Eva te juro que yo no tengo nada que ver con esto. —me dijo mirándome a los ojos.

Por un momento sentí en su mirada que estaba diciendo la verdad, pero no puedo confiar en ella.

- ¿Fue por él, no?

- No me hagas reír. Matías ya no me importa en lo más mínimo.

- Pero te dolió que te dejara por mí. Por eso hiciste esto.

- Sí, me dolió. Pero eso fue hace mucho y no te guardo rencor, aunque no me creas.

- ¿Entonces quién podría hacerme daño con algo así? Porque solamente alguien que me conoce sabe que mis hijos son mi punto débil.

- Pues no lo sé Eva, quizás no quiere hacerte daño a vos. Quizás quiere hacerle daño a Mateo, ¿lo pensaste?

Aunque sea una estúpida tiene razón, nunca lo había pensado de esa manera.

- Ahora si me disculpan me tengo que ir.

- Adiós. —le dije cortante.

La tarde fue una locura, tuvimos que llamar a todos nuestros conocidos para que nos ayudaran a buscarlos porque solos no conseguiríamos nada.

Dani y Valen me llamaron para pedirme disculpas, estaban muy tristes e igual de desesperados como nosotros.

Ellos realmente no tenían la culpa de nada, esto podría haberme pasado a mí o a Mateo en cualquier momento.

Pero claro, el que hizo esto supo perfectamente cuando elegir el momento para hacerlo.

- Come algo por favor. —me dijo Mateo.

Me había traido la comida hace media hora, pero lo que menos me apetecía en éste momento era comer.

- No tengo hambre.

- No has comido nada en todo el día amor. —me dijo triste.

- No puedo comer sabiendo que mis hijos pueden estar sufriendo en éste momento. —le dije seria.

- Deja de ser tan pesimista Eva. Estoy seguro de que los vamos a encontrar.

- ¿Cómo podes estar tan seguro? —le dije a punto de llorar de nuevo.

- Hay más de doscientas personas buscándolos ahora mismo. Seguro que hoy mismo los encuentran.

Asentí finalmente y me dio un beso en la frente.

- Cuando vuelvan nos vamos a ir de viaje todos como una familia.

- Espero que así sea. —le dije limpiándome las lágrimas

Me levanté para irme al baño. Me miré en el espejo y vi que tenía los ojos rojos e hinchados de tanto llorar.

Me senté en el inodoro y empecé a mirar las fotos que tenemos los cuatro juntos.

Mateo y los niños son las personas más importantes para mí, sin ellos no sería absolutamente nada.

Salí del baño y vi que Mateo estaba llorando también. Me rompía el corazón verlo así, sé muy bien que los niños lo son todo para él.

Las horas iban pasando y aún no teníamos ninguna información sobre ellos.

Robledo entró en el cuarto y nos miró un poco preocupado.

- ¿Qué ha pasado? ¿Sabes algo? —le pregunté.

- Sí, mis hombres pagaron a alguien para ver las cámaras y vieron que se los llevaron dos hombres. Llevaban gafas de sol y gorras, así que no se les ve muy bien.

En ese momento sentí que me estaba ahogado por la falta de aire, así que salí corriendo afuera.

Esto iba a acabar muy mal si no los encontraban rápido.

Hay solo una única persona que podría ayudarme, pero dudo que quiera hacerlo.

Marqué rápidamente el número de Matías. Llamé varias veces porque no me contestaba, hasta que decidí darme por vencida.

Después de unos minutos él me llamó de vuelta y le contesté al instante.

- Hola, ¿pasó algo? —preguntó un poco preocupado.

- M-Matías...

- ¿Estás llorando? ¿Qué pasó Eva?

- Los niños han desaparecido. —le dije mientras intentaba regular mi respiración.

- La voy a matar como sea ella.















Pues esto.

¿Ustedes quién piensan que fue?

𝐄𝐯𝐚 𝐈𝐕; 𝐓𝐫𝐮𝐞𝐧𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora