Aprendiendo a socializar
La noche cayó en Japón, con ello, todos los seres marinos que se encontraban en el Hotel Perla se dispusieron a descansar. Aunque, de entre todos ellos, solo un muchacho de ojos rojos no pudo dormir con tranquilidad.
Tras la lluvia del día anterior y el encuentro con Umbra, Ignis únicamente pudo pensar en la princesa de la perla rosa. Por alguna razón, por su mente divagaba la imágen de la sirena. Todo aquello quedó únicamente en su pensamiento, pues a medida que seguía navegando por su imaginación, el chico se sumió en un profundo sueño.-¡Ignis! ¡Despierta de una vez! -El tiempo pasó rápido, pues ya era de mañana y la voz de Aqua se pudo escuchar tras la puerta de la habitación. -¡Te tienes que preparar para tu primer día! -Continuó gritando hasta que un adormilado rubio se mostró ante ella. -Al fin. Venga, viste te deprisa que vamos a llegar tarde. -Y después de decir dichas palabras, el príncipe se preparó para su futuro reto. Sobrevivir al instituto.
Porque, siendo sinceros, el de mirada rojiza nunca había estudiado junto a más personas de su edad. Si tan siquiera había interactuado con muchas personas antes, ahora debería de lidiar con ello de golpe.
-¿Estás segura de que debo ir? Digo, puedo quedarme en el hotel y buscar por la zona, o vigilar a las demás princesas, o- -Antes de que pudiera continuar, la voz de su hermana interrumpió su charla.
-No te vas ha escapar de esta. Debemos guardar las apariencias, ¿sabes? -Dijo mirándolo fijamente.
Y dicho aquella frase, ambos adolescentes embarcaron su camino hacia el edificio educativo. No fue largo, pero se notaba a distancia el desagrado de la situación por parte de Ignis.
Además, una de las razones para tener que estar allí lo más temprano posible (a parte de poder hacer un poco de papeleo), era poder evitar a las tres princesas sirenas que también iban al mismo lugar que ellos.-Mira, es Aqua. ¡Y va con un chico! -Una chica habló en el momento en el que los nombrados entraron al edificio.
-¡Es verdad! Además, es muy lindo... -Comentó su compañera con un leve sonrojo.
-Que vergüenza. Por qué los humanos son... tan... ¿así? -Preguntó el rubio de manera incómoda por todas las miradas que atraía.
-Tú tranquilo. -Respondió la contraria. -Te acostumbraras pronto. -Finalizó antes de parar frente a un salón.
Allí, una maestra esperaba pacientemente a alguien. Su cabeza giraba en ambas direcciones, hasta que su visita encontró las figuras de los hermanos.
-Tú debes de ser Ignis Miyamoto. -Habló la mujer frente a ellos.
-Sí. -Contestó el muchacho parcialmente escondido tras Aqua.
-No hace falta que seas tímido. Aquí todos te tratarán bien. -Dijo la señora acompañado al chico hacia el interior de la habitación.
-Nos vemos, hermanito. -Susurró la de ojos azules antes de irse hacia su sala.
-Chicos, chicas. ¡Presten atención! -Llamó la atención la profesora. -Hoy se incorporará un nuevo alumno. -Comentó recibiendo varios murmuros, quejas y otros comentarios. Pero poco después quedaron en silencio cuando vislumbraron al estudiante. -Es tu turno. Ahora debes presentarte. -Le recomendó al portador de la perla plateada.
-Hola, me llamo Ignis Miyamoto. Espero que nos llevemos bien. -Se presentó de manera nerviosa y un poco fría, pero aún así, la mayoría aceptaron alegremente su estancia.
-Bien. Puedes sentarte al lado de Nagisa. -El nombrado levantó el brazo derecho para poder ser visible entre tantas personas.
El rubio caminó en su dirección y se sentó en el hueco libre a su costado. Las miradas siguieron de cerca al recién llegado, sin dejarlo en paz ni un segundo.
-Mi nombre es Nagisa Shota, encantado. -Dijo el de ojos grises en el momento en el que el contrario se sentó en su silla.
-Sí, supongo. -Contestó sin saber con exactitud que hacer después. -Esto... ¿Es normal que aún me estén mirando de esa manera? -Intentó iniciar una corta conversación con el de hebras azules.
-Bueno, teniendo en cuenta que pareces extranjero y que has llegado nuevo al instituto, no deberías extrañarte que estén así durante un par de horas más. -Informó el muchacho. -Pero tranquilo, ya verás que mañana todo será más normal. Al fin y al cabo, estamos a principio de curso. -Finalizó brindándole una simple sonrisa.
Y tras aquella interacción, las clases iniciaron como cualquier otro día. Pasando de materia en materia, el de hebras oscuras se relacionaba con más frecuencia con el nuevo estudiante.
Por alguna extraña razón, el integrante más reciente provocaba una curiosidad inédita en su compañero.-¿Así que nunca habías estado en la escuela? -La pregunta de Nagisa resonó en la mente del rubio.
-Sí... Siempre he estudiado en casa con mi hermana. -Respondió recogiendo los libros sobre sus pupitre.
-Eso debió ser muy guay. -Comentó el muchacho mientras posicionaba sus brazos detrás de su cabeza. -Ya me gustaría a mí no ir a la escuela y estar en casa todo el día. -Continuó diciendo a la vez que dibagaba sobre el tema.
-No sé yo que es mejor... -Murmuró Ignis de manera casi inaudible.
-¿Ya estás? - cuestionó Nagisa únicamente recibiendo un asentimiento por parte del contrario.
-¿Por qué me has esperado? -Ahora fué Ignis quien preguntó, puesto que el de ojos grisáceos lo acompañaba hasta la salida del edificio.
-¿No es obvio? Ahora que somos amigos lo correcto es que te ayude. Siendo tu primer día, es muy probable que te pierdas sin nadie que te guíe. -Explicó él de manera orgullosa.
-Yo... No necesito amigos. -Respondió el rubio al mismo tiempo que paraba de caminar y llamaba la atención del muchacho a su lado.
Nagisa miró de manera curiosa como el de ojos rojos se iba en la dirección opuesta, para poco depués reír por lo bajo. Debido a que el recién llegado, en un intento por despegarse de él, acabó yendo por el camino incorrecto.
Así pues, al volver por donde había llegado, se volvió a juntar con el chico de hebras azules sin decir ni una palabra. Puesto que su cara roja de la vergüenza, ya lo decía todo.-Sí quieres te acompaño a casa. -Sugirió el muchacho intentando aguantar la risa. -Así me aseguro de que no te pierdes. -Continuó diciendo mientras una pequeña carcajada.
-Si con eso dejas de fastidiar, de acuerdo. -Respondió el avergonzado chico, todavía enrojecido por lo sucedido con anterioridad.
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La leyenda de la Atlántida
Fiksi PenggemarEn el mundo hay muchos secretos que sus habitantes desconocen. Cosas que sin saber, los ponen en peligro... Lugares que el tiempo hizo olvidar y el espacio ocultó para no ser descubiertos. Eso mismo paso en el mundo submarino, pues tiempo atrás, el...