Capítulo IX

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Nuevo enemigo
(Segunda parte)

—¡Voz rosa/ agua/ verde/ violeta/ añil/ amarillo/ naranja perla! –Exclamaron Luchia, Hanon, Rina, Karen, Noel, Coco y Seira a la vez, transformándose en su versión cantante con sus debidos colores.

—¡No permitiremos que sigas con ésto! –Amenazó la princesa sirena del Pacífico Norte en dirección a su nueva enemiga.

—Estoy impaciente por ver lo que hacéis... –Contestó la contraria a lo dicho por la anterior.

Instantes después del desafío lanzado, empezaron a cantar conjuntamente.

—¡Canto de sirena, arriba el telón! –Anunciaron las siete a la vez.


—¿Quieres oírla otra vez? –Preguntaron al unísono.

Y en el momento que la melodía de las sirenas terminó, la criatura enfrente suya empezó a reír descontroladamente.

—¡¿Eso es todo lo que tenéis?! -Exclamó en tono burlón. –Pensaba que por ser princesas vuestro canto sería algo a temer, pero creo que me he equivocado. –Continuó diciendo un tanto decepcionada.

—¿Como puede ser...? –Se cuestionó Hippo, situado detrás de la pierna derecha del heredero panthalassa.

—¿Os sorprende que no me afecte vuestra canción? –Les dijo al ver las caras de sorpresa que tenían todos en aquel lugar.

—No te lo repetiré otra vez. –Sentenció Kaito mientras en su frente surgía la marca de su família. –¡¿Quién eres?! –Gritó la misma pregunta de antes.

—Mi nombre es Umbra. –Se presentó ella. –Y soy sirvienta de mi señora la líder de los abyssales. –Especificó la ahora llamada Umbra.

—¿Qué es lo que quieres? –Le cuestionó el muchacho de sangre real, un tanto nervioso por la respuesta que la abyssal podía dar.

—Si te digo la verdad, ésta mañana me sentí muy tentada en atacarte, pero eso complicaría mucho mi plan. –Habló con simpleza. –Además, si estabais todos juntitos, seguro que lo que he planeado saldrá perfectamente. –Expresó como si aquello fuera lo más normal del mundo. –Así que si lo resumo... Solo sois simple carnada. –Soltó sin más, provocando que las criaturas de luz empezaran a temer por lo que les iba a ocurrir.

Y sin darse cuenta, en un abrir y cerrar de ojos, habían sido rodeados completamente por las mismas criaturas que antes perseguían humanos.

—Ahora os toca ha vosotros escuchar mi canción. –Anunció su enemiga.

Los muchachos agonizaban en el suelo de dolor bajo la cínica mirada de la enemiga, al mismo tiempo que aquellas bestias que los rodeaban se acercaban de forma agresiva.

—Vamos sardinita dorada. Quiero ver que haces ahora... –Pensó para si misma mientras observaba los alrededores con sus ojos amarillos. –¡Quiero cazarte de una vez por todas! –Gritó internamente seguida de una sonrisa donde resaltaban su dientes afilados al igual que sus pequeñas aberraciones.

—¡Atlantis Tsunami! –Se escuchó decir desde las profundidades del mar; el cuál, provocó oleajes tan grandes que acabaron arrastrando todas las criaturas situadas en aquella playa hacia el interior del agua.

—Por fin te muestras. –Habló alegremente llamando la atención de las princesas, el príncipe y la ave. –Portadora de la perla dorada. –Le dijo mirando fijamente a la nueva chica que apreció delante de ella.

Sus cabellos anaranjados resaltaban su penetrante mirada azul cielo que tenía. Junto a su vestido de tonos beige oscuro y claro, con detalles dorados al igual que sus botas y guantes.

El grupo de adolescentes, ajenos a la relación que había entre las dos muchachas, observaban la lucha de miradas que había entre ellas. Pero entre ellos, Kaito miraba fijamente a una de ellas, cosa que una de las adolescentes se dió cuenta de inmediato.

El resto de chicas juntamente con Hippo, intentaban entender lo que veían sus ojos.

¿Cómo era posible que hubiera otra princesa sirena?

Era una cuestión que no podían dejar de preguntarse, incluso en aquella extraña y peligrosa situación.

¿Habían más perlas ocultas en el vasto océano?

Pocas de ellas pensaron en aquello. Pero aún así, todo eso quedó en el olvido puesto que había algo mucho más interesante ocurriendo en el lugar.

—A pesar de haberte vencido muchas veces, aún sigues igual pesada con atraparme. –Mencionó la muchacha de oro.

—Claro que lo soy, es mi misión. Y ya te lo dije, ¿no? Tu perla será mí y no lo podrás evitar. –Contradició la de piel oscura.

—En ese caso, volveré ha derrotarte. –Amenazó la voz dorada.

—Oh no. ¡Esta vez no! –Grito al mismo tiempo que con un movimiento de su mano izquierda, ordenaba a su mini ejercito de babosas negras que atacara a sus "prisioneros".

Pero antes de que su séquito pudiera actuar, la voz de los mares exclamó lo más alto que pudo. –¡Atlantis Seaquake! –Y seguido de aquellas breves palabras, un maremoto apareció haciendo una barrera de movimiento marino, protegiendo a los jóvenes.

—Creo que ahora es mi turno de cantar. –Habló la femenina. –¡Canto de sirena, arriba el teló!

Los asquerosos seres de textura degradante poco a poco fueron deshaciéndose a medida que la canción se emitía, y al terminar esta misma, la única abyssal en pie tenía dificultades para seguir así.

—¿Quieres oírla otra vez? –Fue lo que la cantante dijo frente a su enemiga.

—Esta vez has ganado tú. –Admitió su derrota a la vez que agarraba su brazo izquierdo con pesadez. Su piel había comenzado a derretirse muy lentamente. –Pero ten presente que muy pronto llegará el final par tí y para tu gente. –Amenazó Umbra. –Hasta la próxima, princesa de la Atlántida. –Se despidió de esta, dejando a los observadores junto a la desconocida (para gran parte de ellos).

La muchacha que momentos antes había mostrado su sinfonía, se destransformó dejando ver a una sirena tan brillante y reluciente como el oro, con una cola de pez de dicho color.

Hippo y Seira miraban anonadados aquello, al mismo tiempo que alternaban miradas entre ellos dos y la portadora de aquella perla "nueva"; en cambio, Hanon, Rina Coco y Noel no sabían que hacer ante ese extraño y misterioso acontecimiento que acababan de observar; a diferencia de Karen, quien miraba de forma seria los movimientos de la supuesta heredera de un lugar mitológico. Todos ellos eran ajenos a la escena de celos que sufría Luchia al observar las miradas intensas que Kaito y su (ahora) salvadora tenían entre ellos, cosa que ninguno de los restantes percibía.

—¿Qué eres? –Preguntó la chica de cabellos violáceos, llamando la atención y el desconcierto del resto de criaturas acuáticas.

—Creo que ya sabes la respuesta. – Pronunció la solitaria joven que seguidamente se marchó nadando rumbo a lo profundo de aquellas aguas.

La leyenda de la AtlántidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora