ᴘᴇʀᴅᴏɴᴀᴍᴇ

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ᴘᴇʀᴅóɴᴀᴍᴇ
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En ese momento, en ese instante, ahí sentada en la fría baldosa del baño, me pregunté a mi misma.

¿Realmente valía la pena hacer ésto?

Miré la hoja afilada de la navaja suiza que Jaeden guardaba siempre en el armario, a tan solo centímetros de la piel de mi muñeca. ¿Que pensaría él al verme aquí, desangrada, probablemente sin vida? ¿O mi madre al enterarse de que su niña ya no está? ¿Sophia, Mackenzie? ¿Jack, Finn, Wyatt? ¿Que pensaría todos ellos al saber que ya no estaría con ellos en la misma tierra? No lo sabía, porque a pesar de que a todos los conocía como la palma de mi mano, ese sentimiento desconocido apareció al momento de pensar en todos ellos.

Sentí una punta en mi muñeca, miré y me di cuenta de que había acercado la navaja inconscientemente. Desvíe mi mirada a la puerta blanca del baño, parpadeé sin ganas y volví a ver la navaja.

Casi al instante empecé a tener una serie de recuerdos, y todos empezaban con esa persona que se llamaba Jaeden, aquel que hizo de mis días los más felices desde que tenía uso de razón. Aquél que con tan solo una caricia hacia que mis vellos se erizarán por completo. Aquél al que confiaba todo de mí y amaba más que a nada. Una lágrima cayó por mi mejilla hasta terminar en el mango de la navaja.

¿Porqué debía hacer ésto? ¿Porqué no simplemente puedo dejar de ser tan hipócrita conmigo misma y ser feliz con el chico al que amaba?

«Porque nadie, ni siquiera él, puede entender el dolor con el que estás llevando desde tu niñez» Mi voz interior respondió por mi, casi como un reproche.

Y si, quizás en ese momento estuve aún más decidida en hacerlo. Los recuerdos tortuosos de mi padre me inundaron la mente a tal punto que tuve que cerrar los ojos para no pensar en eso.

Los toques, las caricias indebidas, todo eso que me repugnó en un momento muy inocente de mi vida. La vez que ese ser al que una vez llame padre puso sus manos encima de mí en frente de mi madre, y ella no hizo nada al respecto, lograban darme náuseas y miedos que creí ya eliminados de mi interior.

Aunque... Eso no era el motivo por el que iba a matarme.

La más duro y difícil que presencié fue ver cómo ese señor ahorcaba a mi madre, apuñalaba a mi hermano de tan solo tres años en ese entonces, y me violaba en frente de sus cadáveres sin descaro. Por fortuna en ese entonces, la policía llegó gracias a unos vecinos, y detuvieron a mi padre.

Yo fui dada en adopción. Una mujer me adoptó y crío como si fuera suya. Fui feliz en esos años de mi vida. Fuí a terapias con varios psicólogos, debido al miedo que sentía hacia los hombres mayores.

Me recuperé... Pero volví a caer hace tan sólo unos días.

Cuando la policía informó que el criminal y asesino Philip Stone, mi padre, había huido.

Y empeoró al recibir un mensaje desconocido. Era él.

«¿Me extrañaste, nena?»

«No temas, papi no te hará daño está vez»

«Será mejor que te cuides mejor, porque iré por ti y pasaré un buen rato contigo»

(editando) | ONE SHOTS ; Jaeden Martell ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora