sᴇᴄᴜᴇsᴛʀᴏ

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sᴇᴄᴜᴇsᴛʀᴏ

- ¿Estás seguro, Marco? - Inquirí por segunda vez, dudosa y algo temblorosa, pero sin apartar la adrenalina que mi cuerpo recibió.

- Que si, niña, son ellos. - Afirmó una vez más, apagando su cigarrillo electrónico y guardándolo su bolso. - Y más te vale que lo aproveches, porque literalmente arriesgué parte de mi vida en hacerte éste pequeño favor, Mónica.

Asentí repetidas veces. Cuando Marco, uno de mis colegas, vió la seguridad en mis ojos, suspiro y camino hasta la parte de atrás del camión en el que había llegado.

El camión estaba situado en el callejón afuera del edificio de reuniones que usaba con otros chicos para hacer entregas y llegadas de paquetes ilegales. Seguí a Marco con el paso apresurado hasta llegar a su lado, después él jaló de unas palancas para abrir la puerta y así ver a la persona que se encontraba ahí.

O más o menos, porque con la oscuridad de la noche lo único que se veía era un bulto tembloroso.

Marco saco y encendió una linterna -Que ni puta idea de dónde la había sacado- y alumbró hasta el fondo del camión, dónde se pudo ver a tres chico de casi mi edad con un saco en sus cabezas y las manos atadas a su espalda. Al recibir la luz de la linterna, se acurrucado entre ellos, posiblemente buscando algo se protección para resguardar su miedo.

Una sonrisa no tardó en aparecer. Una sonrisa como si me hubiera ganado la mismísima lotería.

- Para que después no digas que no te quiero, tonta. - La voz de Marco me saco de mis pensamientos. - No entiendo a los gringos, por lo que la tarea se me dificultó un poco.

- Gracias, Marco. - Agradecí desde lo más profundo de mi corazón.

- Aún no entiendo para que querías que secuestrara a los otros dos si a ti solo te interesa el grillo.

- No le digas así, él es una criatura tan bella. - Lo regañe al escuchar como había apodado a mi Crush platónico. - Y, las chicas me pidieron el favor de traerles a sus amigos. - Añadí como respuesta a su pregunta.

- Como sea. - Bufó. - Llamaré a los muchachos para que me ayuden a bajarlos y llevarlos al cuarto.

Accedí y fuí hasta la entrada del edificio, donde no pude evitar dar unos saltitos de emoción al darme cuenta de que en pocos minutos conocería al mismísimo Jaeden Martell.

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Ordené a todos que se fueran, quería pasar tiempo a solas con Jaeden para conocerlo sin interrupciones. Jack y Finn, los otros dos que venían con él, fueron encerrados en otro cuarto a parte.

Acomodé mejor el borde del vestido que había escogido para la ocasión y sin más entre, recibieron el frío del aire acondicionado en mis muslos y brazos.

No iba a dejar a mi futuro novio en cuarto caluroso.

Caminé lentamente hasta llegar al mueble blanco con frazada y cojines, con las manos juntas por atrás de mi espalda y mordiendo mi labio. Estaba nerviosa, porque apesar de que había ordenado que me trajeran a Jaeden para conocerlo por fin, no pensé que mi corazón y cuerpo empezarían a moverse sin freno alguno.

Paré en seco cuando lo vi, con su cabello despeinado rubio y las manos atadas en frente de él. Estaba sentado en el sofá viendo a todos lados con nerviosismo y terror. Sus ojos estaban algo rojos, señal de que había estado llorando, lo que ocasionó que parte de mi se rompiera, porque sabía que eso era culpa mía. Tenía su boca vendada por lo que no poda decir nada, pero sé que al verme, intento hablar o gritar, pero obviamente la venda no lo permitió...

(editando) | ONE SHOTS ; Jaeden Martell ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora