ʟᴀ ʙᴏʀʀᴀᴄʜᴇʀᴀ

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— Salacachu na chachicomula bibidi babidi bu... –La castaña hipó– Siete palabras con esta canción, bibidi babidi bu.

— Santo cielo. –Murmuró Jaeden mientras salía del ascensor con la joven en sus hombros. Desde hace un rato Mónica estaba cantando la canción de La Hada Madrina con algunas palabras arrastradas a causa de la borrachera que cargaba, y eso que él le había dicho que no bebiera de más.

— ¡Canta conmigo, Jae-Jae! Libre soy, libre soy ♪ –El cabello enrulado de Mónica caía como cascada por su cara, ya que se había levantado en breve del hombro de su novio.

— Shh, vas a despertar a los vecinos. –Llegó hasta la puerta del departamento de su novia, sacó las llaves de su bolsillo y abrió la puerta después de escuchar un click.

— A la mierda los vecinos. ¡¡Quiero ya ser el reeeeeey!! –Hipó mientras alargaba la palabra "Rey". La canción que cantaba era la del Rey León.

Jaeden dejó las llaves en la mesa de la cocina, la cual quedaba cerca del salón y la entrada, y se dirigió al mueble más cercano de color gris para dejar con cuidado a Mónica. Después de eso, se giró para encender la lámpara de al lado para tener una mejor visión del aspecto de la latina. Su labial rojo fuego estaba regado por hasta terminar hasta la barbilla, el rimel caía por las mejillas de la joven dejando un rastro de tinta seca, la sombra de ojos estaba fuera de lugar, dándole un aspecto como de mapache y finalmente su cabello estaba tan enredado que parecía una melena de León áspera. En pocas palabras, parecía una loca recién salida de manicomio.

— No debiste beber tanto, bebé. –Le reprochó a la enredada. Jaeden fué hasta la cocina y regreso con un pañuelo húmedo para limpiarle todo ese maquillaje.

— Saqué un A+ en Mecánica. La profesora Roberts nombró uno de mis trabajos de Ciencias como uno de los mejores. Mi mejor amiga por fin escuchó mis inasistencias y le habló al chico que le gusta. Técnicamente, este fue el mejor día de este año, así que pensé: ¿Porqué no salir a beber para festejar? –Mónica soltó una risita tras decir lo último– Aunque creo que sí estoy un poco borracha.

— ¿Tu crees? –Jaeden pasó el pañuelo por ambas mejillas de la latina.

— ¡Por supuesto! Tu cara se ve como si fueras un lindo cerdito apapachable. ¡Quiero besarte! ¿Me dejas besarte? –La chica hizo un pico de pato con sus labios mientras cerraba los ojos fuertemente y se acercaba a Jaeden, este sólo rió un poco antes de tomar rápidamente un cojín y ponerlo en los labios de su chica– Mmmm, que suavecito están tus labios, amor mío.

— Estás loca. –Dijo él sin pensar.

— ¡Loca por ti, oppa!

— ¿Oppa? –Arrugó la nariz al no comprender la última palabra.

— Se le dice así a tu novio mayor de cariño, ¿No? Tu abuelita me lo dijo.

— Oh. –La verdad es que él no recordaba en que momento su abuela le contó eso– Vuelvo enseguida, iré a buscarte algo de ropa cómoda.

Mónica asintió como si fuera niña buena.

Jaeden se levantó de puso donde estaba sentado y fue hasta el cuarto de su novia por el pasillo. Ya algunas veces él venía y se quedaba con ella, por eso él ya conocía si departamento de pies a cabeza. Jaeden entró y fue directo al armario de la chica para buscar alguna pijama o cualquier cosa que fuera cómoda, se decidió por unos pantalones de pijama blancos extremadamente suaves con una sudadera negra de Stranger Things, además también tomó las pantuflas de Pikachu de Mónica.

(editando) | ONE SHOTS ; Jaeden Martell ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora