ɪɴғɪᴅᴇʟɪᴅᴀᴅ

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¡Que noche!

Todo se complicó desde que mi entrenador me exigió horas extras en las prácticas. Lo que comenzó siendo dos horas diarias, se convirtió en casi cinco al día. Era agotador, en especial cuando no tenía descansos. ¿Ese viejo no tenía vida propia o que?

Lo bueno de todo eso, era que Roseanne, una de mis amigas más cercanas, y yo chica chocabamos en horas de salida y nos podíamos ver después de trabajar en una pequeña cafetería, por una hora y media, más o menos.

Ahí me encontraba yo, sentada en una de las mesas, con una taza de chocolate caliente en mis manos, esperándola. Revise mi teléfono antes de soplar mi bebida. Las seis y media y aún no llegaba, era extraño, ella siempre llegaba a los pocos minutos que yo lo hacía, pero ya se había tardado casi media hora.

Los mensajes y llamadas tampoco eran de mucha ayuda, le había dejado como diez y ni los vió.

¿En dónde se habrá metido está chica?

Al parecer mis pensamientos hicieron que ella apareciera. La campanilla del lugar resonó y una Roseanne apareció, escaneó todo el lugar y cuando me vió, se acercó rápidamente hacia mí y se sentó en su lugar.

Estaba algo despeinada y sudada, ¿Habrá corrido desde su empresa?

— ¡Dios, como lo siento! —solto apenas sus pompas tocaron la silla— Se me hizo algo tarde.

Elevé una ceja, divertida. — ¿Tú crees? —solte una risita antes de darle un sorbo a mi chocolate— ¿Que pasó para que tardaras tanto?

Ante mi pregunta, pude ver como los dedos de Roseanne de cerraron sobre la mesa y un leve rubor en sus mejillas se hizo notar, muy leve. Apretó los labios antes de hablar. — Horas extra... ensayando. —su tono de voz fue algo cortante— ¿No pediste algo para mí? Que mala amiga eres, Mónica. —dijo antes de levantar su mano para llamar a un mesero.

— Y... ¿Como te fue?

— ¿En dónde? —volteo a verme.

— En tu ensayo. —respondí, obvia.

— Ah... bien. ¿Sabes si dan pasteles aquí? Muero de hambre.

Noté como cambió de tema. — Mmm, si. De hecho, los de frambue— ¡Oh por Dios! ¿Es es un chupetón, Roseanne?

Ante mi exclamación, Roseanne se revisó todas las partes visibles, hasta tocarse una zona en el cuello. Ahí estaba una pequeña mancha rojiza en la parte de al lado, y se veía reciente por la expresión de dolor en el rostro de mi amiga. Rápidamente ella se cubrió el cuello con su bufanda gris y fingió una sonrisa. ¿Acaso tuvo sexo antes de venir a verme?

— Picadura de mosquito. —respondió.

— Oh, no, conmigo no finjas. ¿Tuviste un rapidito antes de venir, zorra? —le dije en modo juguetón. Ya conocía el historial de relaciones cortas de Roseanne, así que verla con algo así no era tan sorprendente.

— No.

— Claro que si.

— ¡Que no!

(editando) | ONE SHOTS ; Jaeden Martell ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora