ᴛᴇ ᴇɴᴄᴀɴᴛᴀ ᴏᴅɪᴀʀᴍᴇ. ᴘᴛ ²

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Los años pasaron hasta que nuestra adolescencia se quedó atrás, y con eso, las estupideces que alguna vez hicimos.

Pero, ¿Te digo algo? Aún no te olvido... Jae-Jae, nunca lo haría.

Aún, en mis veintidós años, me acordaba perfectamente de ti. Cada detalle, cada imperfección.

Pensé que tú si a mí, pero vaya sorpresa que me lleve al verte en el restaurante aquel día, sentado al lado de una chica rubia. Lucías aburrido, incómodo, diría que haya cansado de estar allí. En cambio ella, vaya que estaba feliz de hablar contigo, se notaba en el brillo en sus ojos al decir cada palabra. No se daba cuenta de tu desinterés y tú solo mantenidas una dura expresión.

Hasta que me viste.

Una sonrisa creció en ti, pero despareció cuando viste una de mis manos entrelazadas con la de otra persona. Apretarse tus puños sobre la mesa y te levantaste, dejaste a la chica sin más nada y caminante hacia mi, hacia nosotros.

Miré a Finn. — Vámonos a otro sitio. –Le dije a él.

¿Pasó algo? –Me preguntó y se mostró preocupado, pero cuando abrí la boca para explicar, tu llegaste.

Mónica. –Dijiste mi nombre al pararte frente a mi– Que bonita sorpresa.

Jaeden, hola. –Mis manos sudaban por lo que me solté suavemente de Finn.

Cuando solté mis manos, Finn noto eso y frunció el ceño, mirando a Jaeden confundido y a mí buscando una explicación.

¿Mónica? –Me preguntó él– ¿Pasa algo?

No, solo tengo algo de calor. –Le suplique a los cielos por qué me creyera, porque él sabía perfectamente cuando mentía y cuando no– Fue un gusto verte, pero ya nos vamos.

¿Tan rápido? –Tu parecías divertido con la situación.

¿Mi amor? –La tipa rubia llegó y te tomo del brazo, casi podía ver tus ganas de sacarla a patadas de tu lado.

Vuelve al asiento, Bethany. –Se lo dijiste tan grosero que me dieron ganas de abofetear tu rostro con mi bolso de cuero– Y tú, Mónica, no creas que te librarás de mi, ha pasado tiempo y quiero saber de ti.

Tragué duro. — No.

¿Disculpa?

Dije que no. Vámonos, Finn. –Lo tomé del brazo con algo de fuerza y lo impulse para que caminara hacia la salida, pero, siendo igual de ilusa que hace años atrás, creí que me dejarías ir.

Tu me tomaste del otro brazo y me jalaste hacia ti. Me dejaste el antebrazo rojo por el agarre que me diste, el cual dolió más cuando me zafe de él.

(editando) | ONE SHOTS ; Jaeden Martell ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora