❦︎ ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 70 ❦︎

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70. Estrellas.

Abril 2018

Sus tacones resonaron en el mármol del salón redondo al mismo tiempo que la música se detenía y una ola de aplausos se desplazaba entre la gente. A su lado Leandro movió la vista hacia el objeto de los aplausos y ella siguió aquella dirección para encontrar a Daniel Hunter en la cima de las majestuosas escaleras, con Olivia de su brazo. El Jefe del Zodiaco lucía un bonito traje púrpura con gemelos y un pasador en la solapa de plata. Saludó con su mano a todos los asistentes, bajando los escalones con lentitud. Alguien le alcanzó un micrófono pequeño y él lo aceptó con su mejor sonrisa, separándose de Olivia que retrocedió dos escalones para dejarle la escena.

—Casey –llamó su mejor, acercándose a ella desde los bancos a su derecha y ella volteó el rostro, ignorando las primeras palabras del discurso de Daniel. Ahora todas las cámaras estarían fijas en él, todos los ojos del Zodiaco puestos en su líder. Vio más allá de su amigo a las mesas de comida donde Joshua tomaba de una copa, sus ojos puestos en Daniel y ni rastro de los otros dos. Sobre él había dos pantallas, mostrando el exterior del edificio, las luces móviles, los brillos y la preciosa entrada protegida por algunos agentes. Connor debía interrumpir todas esas trasmisiones en cualquier momento. La cuenta regresiva para el caos había comenzado con la primera palabra de Daniel al micrófono.

—Marshall, ve con Adalyn y Connor –habló ella rápido en un susurro hacia su amigo y la acompañante rubia que se le colgaba del brazo—. Irán a por ellos en cuanto empiece.

Su mejor amigo dio un asentimiento y se llevó a Janis Andes con él a prisa a través de una de los arcos abiertos que se convertían en pasillos. Casey lo siguió con su vista y luego volteó sus ojos hacia Daniel, escuchando por primera vez las palabras de su discurso.

—Y finalmente estamos aquí gracias a los signos del Año del Dragón que han devuelto las piedras a donde pertenecen –decía, detrás de la barandilla que hacía de estrado a mitad de las escaleras grandes—. Hoy volvemos a ser una Comunidad completa, segura. Los Astros han de estar orgullosos de que sus hijos...

La voz del Jefe del Zodiaco dejó de escucharse, cortándose por el sonido de una interferencia. Casey movió su vista a las pantallas encima de las mesas de comida y pudo ver el momento en que la imagen se congeló, disolviéndose en ruido gris antes de cambiar.

Así comenzó.















Ashton Weiss había dado una última calada a su cigarrillo cuando escuchó la voz de Daniel dispersándose por los altavoces. A su lado Alexei, que había estaba apoyado en la baranda del balcón mirando hacia el exterior, volteó la vista hacia el pasillo a través del cual habían accedido a aquel balcón.

—Volvamos, Connor debe interrumpir la trasmisión en cualquier momento.

El Leo asintió, apagó su cigarrillo y lo lanzó hacia abajo sin mucho cuidado antes de regresar. Avanzaron con prisas, pero aun así se perdieron el momento exacto en que todo comenzó. Los últimos metros del pasillo los hicieron corriendo y se detuvieron al llegar a la sala, donde los invitados se habían congelado, mirando las pantallas donde todo era expuesto. Alexei divisó a Daniel Hunter, poniéndose rojo de furia y gritándole a alguien para que corriera a apagar eso.

—Casey –murmuró Ashton y el Escorpio la buscó con su vista, encontrándola del otro lado del salón. Sus ojos se cruzaron apenas a través del montón de gente y alcanzó a ver el instante en que la chica sujetó del brazo al muchacho castaño que la acompañaba y se dirigía hacia el centro: hacia el pedestal con «Las Doce Piedras».

Y en medio del revuelo, una risa resonó en el salón, haciendo que todos los rostros se voltearan de nuevo hacia la escalera. Daniel Hunter se congeló, porque en la cima de la escalera había un hombre con un espléndido traje blanco y un bastón que usaba para apoyar todo su porte majestuoso.

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