♡Global Studies♡ [Rubegetta]

♡CAPÍTULO 33♡

Rubén

Yo lo miraba y sentía como una magia recorría todo mi cuerpo, generándome escalofríos por dentro. He estado evitando este momento durante tanto tiempo, no quería ser atrapado por el brillo de sus ojos y aunque me esforzará por salir de su encanto, no podría hacerlo.
Sé que esto puede ser un usual amor adolescente pero nunca había querido a alguien como lo estoy haciendo con él. Me estoy enamorando de lo que tenemos, del universo que formamos. Siento una conexión que nos une, como si fuéramos almas gemelas. Pasé toda una vida pretendiendo cambiar lo que soy hasta que llegó y me dijo que todo estaba bien antes sus ojos. El amor te mejora no te cambia y eso hace él en mí. Estoy enamorado de lo nuestro, estoy enamorado de Samuel.

Samuel: Doblas, no puedo prometer que esto será perfecto. Te voy a hacer enojar, voy a celarte, me pondré pesado por cualquier cosa y como de costumbre vas a querer matarme. Pero lo que si te prometo es amarte cada día, enamorarte con mis cursilerías y hacerte la persona más feliz del mundo.

Rubén: Admite que lo haces a propósito.

Samuel: ¿Hacer qué?

Rubén: Esto, enamorarme.

Samuel: Repite "Enamorarme". Tu boca parece provocativa cuando lo dices.

Rubén: Joder, hacerme feliz te sale tan perfecto.

Su sonrisa se hizo más ancha y nuestras frentes se unieron. Pase mis brazos sobre sus hombros y él imitó mi acción pero por mi cintura. Me observaba tan de cerca que hacia que todo mi cuerpo se estremeciera. Sin embargo, seguí con su juego de miradas infinitas. Sus mejillas estaban ruborizadas y no dudo que las mías de igual forma, ambos estábamos nerviosos pero también anhelantes de ese momento.
Finalmente, sucedió. Nuestros labios se tocaron con suavidad. Era algo tan perfecto que solo me deje llevar, no sabía como hacerlo y sentía un extraño hormigueo recorriendo cada parte de mí. Estaba tan débil que tuve apoyar mi cabeza en su pecho para no caerme. Mientras Vege siguió regalándome dulces besos por mi rostro, y yo solamente me escondí más entre su cuerpo.

Rubén: Y ahora, ¿Qué?

Samuel: No sé...¿Nos casamos?

Rubén: Idiota.

Samuel: Príncipe...

Rubén: Que me digas de eso no cambiara el hecho de que sigas siendo idiota.

Samuel: Y que me digas idiota no cambiara el hecho de que te amo.

Nos mantuvimos tonteando por el resto del viaje. Después de todo, esa era la razón. Lo que más nos definían eran nuestras diferencias, como de distintos podríamos llegar a ser y ahí estaba la conexión, esa era la coincidencia lo que no teníamos nada en común.
Quizás fue un beso torpe, ambos lo sabíamos. Pero de algo estaba seguro: Ningún otro podría superar aquel. A pesar de no ser con experiencia, se había sentido lo más cálido y tierno del universo.

A fin de cuentas, ese había sido nuestro primer beso.