Cuando desperté eran ya las diez de la mañana. Mi cuerpo olía a semen y estaba adolorido como si hubiera corrido una maratón. Me duché rápidamente para quitar los restos de la noche anterior y me vestí con mi estúpido uniforme de pantalones cortos. Bajé a la cocina y mientras preparaba un café bien fuerte decidí comenzar con el desayuno del señor Jongin.Eran pasadas las once de la mañana cuando oí las risas provenientes de las escaleras y vi que la invitada venía en brazos de su anfitrión. Se dirigieron al balcón del penthouse entre risas y estruendos. Una vez fuera los interrumpí.
—¿Desea algo señor, alguna orden en especial?—
—Sí, prepara desayuno para dos. La señorita…— Y quedó pensando como si trata de recordar el nombre de la chica.— La señorita se quedará a desayunar conmigo.
Sin otra orden me acerqué a la cocina y comencé a preparar otro desayuno.
—Perfecto, no le basta con las bellas modelos o las idols y se trae una prostituta.— Pensaba en voz alta mientras trabajaba.
Una vez batido los huevos y listos para prepararle un rico omelet a la invitada me vino a la mente la idea más malévola que se me pudo ocurrir. Carraspeé mi garganta intentando traer fuera todo lo que estuviera escondido en su interior y escupí el plato; puse a cocinar el contenido en el sartén mientras reía de mi malicia.
Me acerqué al patio con la bandeja llena del desayuno que había preparado. La chica profesional se relajaba en el jacuzzi como si fuera la primera vez que entraba en uno. Comencé a poner los recipientes en la pequeña mesa que estaba al lado de Kai y cuando le acerqué el omelet que estaba libre de mi maleficio, le oí decir:
—No, quiero aquel que luce más crujiente.—
—Pero señor, este fue el que preparé para su invitada.— Los nervios se me pusieron de punta al oír lo que había dicho.
—¿Se te olvida quién es el jefe aquí?—
"No, no se me olvida. Qué diablos, si quieres saborear mi saliva pues adelante". Pensé al momento que intercambiaba los platos. Cuando terminé de ponerlo todo encima de la mesa me volteé para salir corriendo de aquel lugar cuando lo oí decir:
—Una cosa más Do, anoche me quedé esperando mi trago que nunca llegó. Cuando doy una orden me gusta que se cumpla al pie de la letra. No quiero que se vuelva a cometer ese error. ¿Entendido?—
Sin decir una palabra asentí con la cabeza y en un segundo regresé a la cocina.
—Estúpido, prepotente y malcriado.— Dije con rabia. —No quiero que se vuelva a cometer ese error—. Imité su voz haciéndola un poco chillona. —Cuando doy una orden me gusta que se cumpla al pie de la letra. ¿Entendido? ¿Quién diablos se cree que es? Lo odio, lo detesto.
Después de un par de horas en la terraza, el anfitrión despidió a su invitada en la puerta y me ordenó que le preparara su baño. Con él todo se resumía a órdenes, nunca pedía nada amablemente y cuando alguien le llevaba la contraria pues debería estar preparado para pagar.
Terminé de prepararle su baño; la tina de mármol estaba llena hasta donde él me había indicado el primer día, las sales fueron también agregadas y la temperatura del agua era perfecta. Encendí algunas velas de incienso alrededor de la tina y cuando estuve listo para salir allí estaba él, con su hombro izquierdo apoyado al marco de la puerta de la sala de baño, el torso desnudo como de costumbre, los brazos cruzados por debajo de su pecho y esta vez traía una toalla diminuta de color miel; era tan pequeña que apostaría que podía verse casi toda su entrepierna.
—Juraría que no terminarías nunca.— Dijo con rostro apacible mientras me miraba. —No puedo esperar más para darme un baño, siento que apesto—. Y se encaminó a la tina, dejó caer la toalla casi cerca de mi nariz, lo que me permitió ver todo su perfecto y redondo culo mientras entraba al agua.
—Si se siente sucio, no debería recoger tanta basura en las calles.— Maldita boca la mía que no sabe quedarse callada en estas situaciones. Me levanté de prisa del piso donde había encendido la última vela y me dirigí a la salida del baño.
—¿Me estás evitando Do? Cada vez que me tienes cerca sales huyendo de mí.
—No señor, solo quería dejarlo solo para que se bañara tranquilo.—Me excusé, lo que al parecer fue inútil.
—Te dije que me llamaras Kai.— Hizo un breve silencio después de estas palabras como si hubiera querido decir algo más. —Esta vez espero que puedas cumplir con mi pedido. Por favor, tráeme otro trago de wisky.
"¿Otro? ¿Otro trago de wisky? ¿A qué rayos está jugando?"
—Sí señor, enseguida.— Fue todo lo que logré decir a pesar de todo lo que pensé en un segundo.— Digo, Kai.
El resto del día pasó sin ningún acontecimiento interesante. Kai pasó la tarde mirando la televisión mientras yo organizaba su inmenso armario que parecía un nido de ave. Su trajes confeccionados por algunos de los mejores diseñadores de modas del mundo valdrían el precio de quince apartamentos como el mío pero lo que más llamó mi atención fue la colección de relojes Rolex que encontré en uno de los armarios; los habían de platino con diamantes blancos, de oro con pequeñas piedras preciosas que si supiera de joyería diría que eran esmeraldas, pero el que más me impresionó fue un Rolex común, se veía caro pero aquel no tenía nada que ver con el resto de la colección. Lo tuve en mis manos por algunos minutos observándolo, no tenía una piedra preciosa, no era de platino ni de oro pero parecía antiguo.
—Una reliquia familiar.—Oí decir desde la puerta del cuarto.
—Lo siento, no era mi intenció.— Dije mientras colocaba el reloj donde estaba.
—No, no te preocupes. Era de mi padre. Es la única cosa que tengo que me recuerda a él. Murió en un accidente aéreo hace unos años con mi mamá. El avión donde iban fue saboteado en el Mar de Japón.— Fue lo último que dijo antes de que lo interrumpiera.
—¿Sabotaje? ¿Te refieres a un asesinato?— Pregunté sorprendido al ver el rostro de sufrimiento que tenía.
—¿Qué haces hurgando en mis cosas? No te he dado autorización para que revises mis cajones.— El repentino cambio de tono de su voz me dejó helado.
Por un momento sentí pena por Kai ya que nadie merece perder a los padres de esa forma, pero su insolencia me estaba aburriendo. Quise salir corriendo de aquel lugar, pero fui detenido por una de sus manos que me paró en el lugar.
—No te vallas, por favor.¿Acaso estaba suplicando? No lo podía creer, el insolente me estaba pidiendo que me quedara. Me estaba ganando su confianza y eso solo quería decir una cosa, el objetivo de mi misión se estaba cumpliendo; me estaba ganando su confianza y de esta forma le sacaría la información que fuera necesaria para ponerlo en la cárcel de una vez por todas.
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Lo prometido es deuda, aquí tienen el segundo capítulo del día.Espero sus comentarios y sus estrellitas
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Infiltrado [KaiSoo]
FanfictionCuando pensabas que nada podía salir mal es cuando se complican las cosas. Do Kyungsoo se embarca en la misión más importante de su carrera; una misión que lo podría convertir en uno de los mejores agentes especiales de Corea del Sur, pero el amor l...