Capítulo 20

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Luego de aquella llamada telefónica nos encaminamos de regreso al penthouse. Todo el trayecto estuve intentando parecer lo más normal posible, pero al parecer ya había encontrado una tarea imposible para mí; tratar de lucir calmado a pesar de saber que todo mi mundo se me estaba viniendo abajo.

Después de una ducha refrescante ya me estaba sintiendo mejor. Evité por todos los medios a Kai, pero me fue prácticamente imposible sacarlo del baño así que no me quedó de otra que aceptar su compañía en la bañera.

Estaba terminando de ponerme mi traje para la fiesta cuando caigo en cuenta que el que Jongin portaba era casi idéntico al mío. ¿Trajes de parejas? Pero había una diferencia con nuestras corbatas; la mía era de color negro entero mientras la suya tenía… ¿lentejuelas? Si, su corbata estaba cubierta de malditas lentejuelas brillosas capaz de dejar ciego a cualquier ojo humano. Nuestros esmóquines eran negros, ceñidos a nuestros cuerpos haciéndonos lucir malditamente sensuales. No, Kai lucía sensual…a pesar de las lentejuelas. 

Cuando recibimos el aviso bajamos al estacionamiento del edificio y ahí se encontraba la inmensa y lujosa limusina que habíamos utilizado el día de la fiesta en la mansión a las afueras de la ciudad. Montamos y como un déja vû, una copa de ese delicioso champagne llegó a mis manos de parte de Kai. Bebí tomándome mi tiempo esta vez porque quería catar ese delicioso sabor mientras íbamos adentrándonos en Seocho-gu.

—Y bien, ¿a qué tipo de fiesta estamos yendo? —. Finalmente decidí romper el hielo y acabar con el silencio que nos envolvía.

—Es solo una actividad que hacemos una vez al mes. Ahí asisten muchas de las personas más ricas de la ciudad con la idea de ostentar su riqueza. —Comenzó hablando Kai—. Las viejas ricachonas solo chismean entre ellas sobre la última joya que adquirieron mientras los hombres solo hablan de la puta más cara en el Gangnam-gu.

—Mmm—. Asiento mientras me llevo la copa de champagne a los labios. —¿Dónde es esa fiesta? Disculpa mi curiosidad, pero no me gusta estar desinformado.

—Ya verás Kyunggie, ya verás. —

Qué demonios, ¿me llamó Kyunggie? Jamás me habían llamado de esa forma. A pesar de querer refutar no lo hice ya que mentiría si dijera que no se escuchaba bien cuando él lo decía.

Después de unos minutos que me parecieron segundos pude divisar el ´´Centro de Artes de Seúl´´. La limusina nos dejó a la entrada y antes de descender pude ver decenas de periodistas y paparazzis tirando fotos mucho antes de que la puerta se abriera. Kai me brinda su mano derecha para bajar juntos del auto, pero esta vez no me pude aguantar.

—¿Qué demonios te sucede? Ni estoy cojo ni ciego. Creo que puedo arreglármelas solo para salir de aquí. —Le dije mientras enarcaba una ceja.

—Do Kyungsoo, no quieres saber lo que sucederá si no me das la mano ahora. —Refutó—. Ya me había imaginado tu reacción así que pasé todo el día pensando en cómo castigarte.

¿Qué le sucedía a este hombre?

¿Acaso no le importaba que lo fotografiaran de mano con otro hombre?

—No soy una de las putas con las que te dejas fotografiar en estos eventos. — Lo encaré y entonces hice lo que no se imaginó nunca. Salí del auto solo, mucho antes de que él lo hiciera. Una sonrisa fingida se dibujó en mi cara mientras lo miraba desde mi posición esperando que saliera. Caminamos juntos hasta lo que parecía ser la entrada de los Jardines Tradicionales Coreanos. Aparentemente la fiesta se llevaría a cabo alli y cuando estuvimos llegamos, Kai le alcanzó la invitación al hombre de la puerta. A la primera señal de que podíamos pasar, sentí una mano en mi cadera y la boca de mi acompañante rozar el lóbulo de mi oreja.

Infiltrado [KaiSoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora