Capítulo 24

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Mis gemidos rebotaban en las paredes de la cocina del penthouse mientras JongIn bombeaba una y otra vez su miembro dentro de mi dilatado hoyo. Había prometido llevarme a la reunión que tenía con el empresario chino, pero como estábamos sobrados de tiempo no pudo evitar cobrarme dos orgasmos después de haber desayunado. El primero utilizando su lengua mientras se tragaba mi polla hasta la campanilla de su garganta haciendo que su nariz chocara con mi abdomen cada vez que descendía hasta el tronco de mi miembro. Tragó toda mi esencia de una vez y no se detuvo a prepararme para empotrarme contra la isla de la cocina. Y ahí estaba yo en ese momento, gimiendo como perra y gritando su nombre sin pudor.

—Ahh, Jonginnie, ahhh, mmggg.

Con cada gemido mío JongIn aumentaba sus embestidas metiendo su polla hasta la empuñadura, tocando ese punto sensible que tenemos todos los hombres ahí atrás: la próstata; JongIn conocía mi trasero como la palma de su propia mano y sabía muy bien cómo moverse y donde hincarse para hacerme gritar de placer y correrme como a él le gustaba.

El moreno era un imbécil, un maldito, pero valla que sabía follar bien.

Ambos yacíamos en el piso completamente desnudos. Un pie mío por encima de su muslo derecho mientras mis manos se portaban mal y jugueteaban con su falo semiduro. Nuestros cuerpos estaban bañados en sudor y el oxígeno llegaba con dificultad a nuestros pulmones debido a la salvaje mañana que habíamos tenido. Sentía como su espeso liquido goteaba por mi entrada y eso solo significaba una cosa, le pertenecía a este hombre. Aun no nos recuperábamos un cien por ciento, pero decidí levantarme de la comodidad de su tonificado cuerpo para asearme y arreglarme para la reunión. Estaba llegando el momento que le diera algo a mi equipo.

Debía admitir que tenía miedo de lo que podía encontrar. Si JongIn era culpable no sabía si podría hacer cumplir mi deber como agente de la ley y poner un par de esposas en sus manos, esas manos que tenían la facilidad de hacerme ver las estrellas bajo techo y a plena luz del día.

—¿Crees que así estoy bien? —le pregunté a JongIn el cual me miró con cara de depredador, mordiéndose el labio inferior y dejándome ver una sonrisa malvada.

Me había vestido con un jean de mezclilla negra ceñido a mi cuerpo dejando ver las perfectas y tonificadas piernas que tenía. Unas botas estilo militar del mismo color estaban puestas en mis pies mientras que encima llevaba una camiseta azul clara con un saco oscuro. Mi pelo rojizo estaba bien peinado hacia atrás, aunque siempre tenía uno o dos mechones rebeldes que caían por mi frente.

Sin embargo, JongIn era la pura perfección encarnada. Llevaban un traje azul Armani, al parecer su marca favorita, que le resaltaba su rostro moreno y a la vez las largas piernas que tenía. Definitivamente lo que más me gustaba del traje era como se marcaba su delicioso trasero y el bulto de su entrepierna.

Puso sus manos en mi cintura mientras me miraba en el espejo y dejó caer sus labios en mi nuca provocando un ligero estremecimiento en mi cuerpo.

—Será mejor que nos vallamos ahora o sino me veré obligado a quitarte la ropa de nuevo y entonces si llegaremos tarde a la reunión.

Bajamos hasta el estacionamiento y pude ver el querido Ferrari que tanto me había gustado. Sin pensarlo dos veces le quité las llaves de la mano de un solo tirón y entre en la parte del piloto.

—¡No! Ni lo pienses KyungSoo. —lucía un poco molesto mientras aún estaba parado fuera del auto—. Mi bebé solo puedo conducirlo yo.

—Solo será esta vez. Por favor Jonginnie. —usé ese tono que sabía era su debilidad y le mostré mi más reluciente y matadora sonrisa—. Hazlo por..."tu chico”. —hice énfasis en esas dos últimas palabras. Si me había sacado del armario en aquella fiesta frente a mi hermana, creí que ya era hora de que empezará a comportar como tal si de verdad me quería como su chico.

Infiltrado [KaiSoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora