No podía ser lo que mis oídos estaban escuchando, era la voz de Kai al otro lado de mi puerta quien al parecer estaba bastante irritado. ¿Cómo me encontró? ¿Por qué regresó tan rápido si me había dicho que estaría tres días fuera? El simple toque de su voz era música para mis oídos y a la vez hizo desaparecer cualquier vestigio de alcohol de mis cinco sentidos debido al creciente nerviosismo.
—Vete a la mierda maldito violador—. Grité con rabia desde el sillón donde estaba acostado. —No quiero saber nada de ti. ¡Renuncio! —. Esta última palabra la dije con énfasis, subiendo el tono de mi voz para asegurarme de que me oyera desde el otro lado de la puerta.
—Está bien, si no me abres voy a tirar abajo la puerta—. Gritó el macho alfa.
Desde donde estaba podía escuchar claramente la respiración agitada a pesar de la distancia. Estaba seguro de que cumpliría su promesa, le sobraban los músculos y el tamaño para derribar la puerta con el primer intento, así que me armé de valor y abrí; no sin antes de poner la pequeña cadena que servía de seguro para que la puerta no abriera de par en par.
—¿Qué quieres? —. Pregunté en voz baja porque podría jurar que el miedo estaba comenzando a apoderarse de mi voz.
—Que abras la puta puerta de una vez—. Gritó. Al parecer mi táctica de hablar en voz baja para que se calmara no estaba funcionando con él.
—Tienes que prometerme que te calmarás si abro la puerta.
—Está bien Do, pero necesitamos hablar y lo sabes—. Él estaba en lo correcto, necesitábamos hablar.
—Dame unos minutos para ponerme algo de ropa—. Dije y cerré la puerta. Aun llevaba puesta la pequeña toalla con la que había salido del baño.
Con pasos rápidos me dirigí a mi cuarto en busca de algo de ropa para ponerme; mientras abría el pequeño armario escuché un estruendo proveniente del salón principal. Al volverme, la imagen que estaba frente a mí me dejó sin hablas: Kai estaba parado en la puerta de mi cuarto con una mirada que daba terror. Sus manos estaban pegadas a ambos lados de su cuerpo y sus puños estaban cerrados en señal de rabia. El pecho subía y bajaba rápidamente debido a su agitada respiración. Aquella imagen era la de un depredador que había salido de caza y finalmente había encontrado su presa, lista para ser devorada.
—¿Qué demonios haces? ¿Cómo entraste aquí? —. Solo eso se me permitió decir antes de que con solo dos zancadas de sus largas piernas llegara hacia mí y comenzara a besarme apasionadamente.
Chupaba mis labios lentamente como si estuviera saboreándolos, estaba siendo cariñoso conmigo y eso me gustaba. Nunca había visto un Kai tan sensible como aquel que me estaba atrapando en sus labios y en ese momento no me quedó más remedio que dejarme llevar. Bajó una de sus manos hasta donde estaba el agarre de la toalla y la dejó caer al suelo.
—Kai—. Dije en un suave jadeo mientras un dedo fue puesto en mis labios en señal de silencio.
—Calla, te dije que te quería en casa para cuando volviera y sabes muy bien lo que sucede cuando me desobedecen—. Dicho esto, sentí su lengua penetrar en mi garganta. Su boca se comía la mía mientras sus manos jugaban con mis nalgas ya desnudas.
Sentí miedo de aquellas palabras, ya que sabía cómo podía llegar a ser su castigo por mi desobediencia, pero no me importó porque por este hombre podía soportar cualquier cosa así que me dejé llevar.Sus pechos se podían ver claramente por encima de la camisa blanca debido a la gran cantidad de sudor que emanaba de su cuerpo. Parecía que tenía calor así que comencé a desabrochar un botón tras otro hasta que llegué a su pelvis. Su camisa estaba completamente abierta dándome la visión de aquel abdomen perfectamente trabajado que siempre quise tocar. Entonces eso hice, toqué y deslicé mis dedos por cada uno de sus divisiones mientras Kai a su vez mordía el lóbulo de mi oreja. Sentí un ligero escalofrío en su cuerpo al roce de mis dedos y sonreí porque supe que le estaba gustando así que decidí arriesgarme más.
A la altura de mi rostro pude ver uno de sus pezones y sin ninguna otra idea que la de hacerlo gozar lo cogí con mi boca, lo chupé y lo mordí suave y lentamente. Sus manos se cansaron de jugar con mis nalgas y pasaron directamente a agarrar mi cabeza aprisionándola con fuerza sobre el pezón mordido.
—Más fuerte—. Ordenó con un poco de trabajo. —Tienes una boca maravillosa Do.—Según tú, merece ser lavada con jabón por lo sucia que es. —
—Calla esa boca y no pares. Para ella tengo el castigo perfecto—. Cuando terminó de decir esto puso su mano derecha encima de mi cabeza y me empujó al piso lentamente.
De repente sin saber cómo, me hallé de rodillas en el piso y delante de mí se podía ver claramente una gran protuberancia debajo de un pantalón gris con finas rayas negras. La boca se me hizo agua al imaginar lo que estaba a punto de suceder. Finalmente sería mía para saborearla y estaba listo para demostrarle cuan experta podía ser mi lengua. Esta quizá no era una competencia para él, pero desde que vi a aquella zorra chupándosela, para mí se había vuelto una guerra donde debíamos demostrar quién era el mejor, y definitivamente no estaba dispuesto a perder.
—Ella no va a salir sola, estoy esperando que hagas tu trabajo—. Ahí estaba de nuevo ese hombre arrogante, haciendo que me encendiera con solo oír aquellas palabras. Deslicé una de mis manos dispuesta a soltar su cinto cuando su voz retumbó en toda la habitación. —¡Nada de manos!
—Hijo de puta, ¿me quieres dejar sin dientes? —. Dije apretando la mandíbula haciendo acto de rebeldía.
—Definitivamente esa boca merece ser castigada—. Acto seguido, puso dos de sus dedos en mi boca haciéndome chuparlos mientras que con su mano libre comenzaba a dejarme ver lo que podía haber saboreado si hubiera mantenido mi boca cerrada.
Estaba listo para ella, era grande, quizá la más grande que haya visto jamás, pero a la vez hermosa y se me apetecía mucho. Entonces hizo lo que nunca imaginé; comenzó a movérsela incesantemente. Intenté tocarla con mis manos las cuales fueron separadas bruscamente con un manotazo que juraría había dolido. El maldito me estaba castigando; al parecer había visto en mi rostro las ansias de comerme aquel delicioso manjar y por eso decidió matarme de hambre. No pude soportarlo más y fue cuando las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos.
—Vas a aprender a seguir mis órdenes al pie de la letra—. Dijo cogiéndome por las axilas y lanzándome de cara a la cama.

ESTÁS LEYENDO
Infiltrado [KaiSoo]
FanfictionCuando pensabas que nada podía salir mal es cuando se complican las cosas. Do Kyungsoo se embarca en la misión más importante de su carrera; una misión que lo podría convertir en uno de los mejores agentes especiales de Corea del Sur, pero el amor l...