Capítulo 8

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Llevábamos casi media hora sentados cara a cara en la inmensa cama kingsize de su cuarto sin articular palabra alguna. Su rostro inexpresivo solo miraba las sábanas blancas que cubrían el lecho donde dormía cada noche. Miles de preguntas pasaron por mi cabeza en esos minutos: ¿Qué fue lo que realmente sucedió? ¿De veras fue tan duro el golpe emocional como para trastornarlo de esta manera? ¿Si tenía el rolex para recordar a su padre, qué otro objeto tenia para recordar a su madre? ¿Quién saboteó el avión? Eran tantas preguntas que la cabeza estaba al explotar hasta que decidió hablar.

—Había acabado de cumplir 19 años cuando decidí irme a Inglaterra a estudiar Arte Contemporáneo. La vida en Europa no tiene nada que ver con la que los coreanos estamos acostumbrados. Allá hay más libertad, me sentía yo, porque podía hacer lo que quisiera. Estaba feliz viviendo como siempre quise, cumpliendo mis sueños, hasta que recibí la noticia del accidente de mis padres. Tuve que regresar al país para hacerme cargo del negocio familiar pero no estaba preparado para eso. Mientras me drogaba cada noche en dios sabe qué club, mi mejor amigo se hacía cargo de todo aumentando las riquezas que mis padres me habían dejado.

—Espera, un amigo se hizo cargo de tu imperio. Valla, debes confiar mucho en él.

—No seas insolente Do. Has silencio y déjame terminar la historia.

—Está bien. Prometo que no interrumpo más—. Le dije realmente apenado ya que logré ver la tristeza en su rostro. 

—Mi amigo me ayudó a rehabilitarme en uno de los mejores centros del país y cuando regresé libre de drogas me confesó que quería salirse porque se había enamorado. Le supliqué que no me dejara solo ya que él era la única familia que tenía en este mundo.

—¿Y lo hizo? —. Interrumpí curioso. Su rostro se tornó molesto lo que provocó que una pequeña risa escapara de mi boca.

—No es gracioso Do. ¿Me dejarás terminar? —. Asentí con la cabeza sin decir otra palabra. —Pues no, no me dejó; pero me hizo prometerle que me haría cargo de la empresa familiar y para eso tuve que cursar clases nocturnas en la universidad de Seúl. Estudié marketing y administración de empresas y hoy mientras mi amigo disfruta de una feliz vida de casado con su bella esposa administrando los negocios en Seúl, yo me encargo del resto que está fuera del país.

—Entendí, ¿y de qué es la empresa familiar? —. Pregunté, más que curioso, con deseos de sacar alguna información; para eso había venido infiltrado a la boca del lobo, ¿o no?

—Suficiente charla por hoy. Deberías irte a descansar a tu habitación.— Espetó cambiando su tono sensible al del jefe mandón.

Que iluso fui al pensar que me iba a soltar esta información sin miramientos. De repente me sentí un novato como cuando llega al primer día de entrenamiento, necesitaba ganarme más su confianza y atacándolo de esta manera no lo iba a lograr.

—Está bien —. Dije levantándome de la cama y alisando mi ropa medio nervioso. —Una última duda.

—Sí, ¿cuál es? —. Preguntó y esta vez era él quien moría de curiosidad.

—¿Qué tienes para recordar a tu mama?

Vi como sus ojos se cristalizaron de repente, el brillo que una vez había visto en ellos se apagó y se tornaron oscuros. Parecían ojos vacíos, como si no hubiera nada llenando el espacio que ocupaban. Tristeza, era tristeza lo que pude ver, aquello no tenía otro nombre.

—No, no tengo nada que me recuerde a mi madre—. Fue lo último que dijo antes de que se perdiera en la sala de baño.

Decidí dejarlo a solas. Eran sus penas y de nadie más, así que era su deber cargar con ellas. Sería un intruso si hubiera intentado calmar su dolor en ese momento. Me fui a mi habitación, me duché y analizando toda la información que había adquirido en un solo día me quedé dormido.

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Amanecí bien temprano en la mañana y como era usual me duché rápido para bajar a la cocina y preparar mi tan anhelado café matutino. Me sorprendí de sobremanera al ver a Kai en la cocina haciendo café.

—Acomódate, el café está listo—. Comentó sin siquiera darse la vuelta.

Obedecí la orden y me senté al otro lado de la isla del comedor. Al parecer, durante el transcurso de la noche se habían invertido los papeles; ahora yo era el patrón y el pasó a ser el “valet de chambre”. Tuve que admitir que la situación me causaba gracia por lo que sonreí por dentro.

—¡Mierda! —. Fue lo primero que salió de mi boca al darme cuenta que Kai se acercaba a mi vistiendo una camisa semitransparente y uno bóxer blanco Hugo Boss. —¿Te podrías tapar, por favor?

—Esa boca sucia, necesita ser lavada con jabón —. Fue lo único que dijo antes de dirigirse escaleras arriba.

"Boca sucia, ja, eso es porque no has oído a mi amigo". Pensé, sonriendo sobre lo que acababa de suceder.

No había terminado de beber la taza de café cuando mi empleador apareció a toda prisa por las escaleras. Llevaba puesto unos pantalones cortos por encima de las rodillas como los que me obligaba a usar todos los días. Ahora si me estaba preocupando.

—¿Ni siquiera me esperas para beber el café juntos?

—Disculpe señor, pero no es una actividad que usted tenga agendada. Además, no creo que se vea bien que el patrón beba café con su empleado.

—Corta el rollo enano—. Que mierda, me llamó enano, ahora si me enfadé de verdad. —Necesitaré tu ayuda hoy en la noche. Hay una fiesta de beneficencia y necesitaré tu compañía.

—Mi compañía, ¿y por qué no se la pides a tus amigas modelos o esas que ni siquiera puedes recordar sus nombres? —. Le reprimí realmente enfadado.

—Deja los celos, esa actitud infantil no te pega. Te necesito como un amigo esta noche.

De veras me estaba cabreando, celos, infantil, ¿qué más me diría ahora para ofenderme?

—¿Y si no quiero ir? —. Me atreví a preguntar haciéndome valer de mi carácter.

—Ya sabes lo que sucede cuando se me niega algo. ¿De veras estarías dispuesto a averiguar lo que se me ocurre esta vez?

¿A qué se estaba refiriendo? ¿Será cuando aceleró el Ferrari a toda velocidad cuando se encaprichó en llamarme Do, o cuando tuvo sexo con la puta delante de mis ojos porque no quise bajarme del taxi? De cualquier manera, no quería averiguarlo.

—Está bien, pero con una condición.

—Sin condiciones Do. Ya mandé por tu esmoquin; estará aquí en la tarde.

Mierda, ¿cómo lo sabía?, odio tener que meterme dentro de un esmoquin. Al parecer no podré salirme con la mía y una vez más haré lo que Kai quiere.


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¿Les gusta un criminal con sentimientos, con una vida rota como la de Kai?

¿Qué creen que sucederá en la fiesta de beneficiencia?

Comenten y dejen sus estrellas.
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Infiltrado [KaiSoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora