"Kai, Kai, Kai". Era lo único que pasaba por mi mente. Mi cuerpo yacía inerte sobre la cama mientras pensaba en lo hermoso que había sonado su apodo en sus labios. Ya me había vestido con el atuendo de Luis Vuitton que pude jurar valía más de un mes de renta de mi apartamento. Su olor me recordaba al mismo que siempre olía en la ropa de Kai. "Esta noche cuando regrese del club no me lo quitaré" fue lo último que pasó por mi mente ya que fui interrumpido por unos toques en la puerta de mi habitación.
—¿Ya estás listo Do? —. Oí que Kai preguntó desde el otro lado de la puerta.
—Sí, ya estoy listo—. Respondí a su pregunta a la vez que me levanté de la cama y abrí la puerta para finalmente encontrarme con aquel dios.
Su figura me iluminó como la luna a la noche. Estaba vestido todo de negro, llevaba una camisa negra holgada, los botones del pecho estaban desabrochados hasta donde comenzaba su abdomen; las largas mangas estaban apretadas a sus brazos resaltando sus duros músculos. Su pantalón era también negro, ceñido a sus largas piernas haciendo resaltar una protuberancia donde estaba seguro que se encontraba su objeto reproductor masculino. Hubiera dado todo el dinero que no tengo para haber visto la cara de estúpido que tenía delante de él en ese momento. Me di cuenta del papel de tonto que estaba desempeñando y carraspeé mi garganta
—Creo que ya podemos irnos.
Al salir del penthouse nos encontramos con dos de los guardias de seguridad quienes eran usuales siempre y cuando Jongin estuviera presente. Nos dirigimos al ascensor y unos segundos más tarde estábamos caminando por el estacionamiento del edificio. Al ver el Rolls Royce que nos había trasladado de la mansión a este lugar la semana anterior, mis pasos se comenzaron a dirigir a su encuentro hasta que fui detenido por una mano que me agarró del brazo.
—Hoy no nos vamos en ese armario. Hoy sacaré a pasear a mi bebé —. Y sin soltarme el brazo me llevó hacia donde pude ver un Ferrari negro con forma de nave espacial.
—¿Tu bebé, este es tu bebé? —. Pregunté abriendo mis ojos ante aquel espectáculo de más de 250 caballos de fuerza sin lograr esconder cuan sorprendido estaba.
Su única respuesta fue una risa despampanante como solía hacer cada vez que algo le parecía cómico. Abrió la puerta del copiloto y me invitó a entrar. Una vez dentro pude ver un sinfín de botones que de solo imaginar para qué servía cada uno me daban náuseas. Kai entró al auto aun riendo a lo que decidí interrumpirlo.
—¿Aun riendo? Parece que alguien está de buen humor esta noche—. Me pareció que estaba siendo un poco insolente, pero decidí arriesgarme.
—No, Do. Eres tú quien me hace reír—. Y sin más que decir salimos disparados fuera del estacionamiento hacia la iluminada noche de Seúl.Verlo conducir era como estar en el cielo. Su seguridad al volante era excitante; la pose recta que tenía lo hacía lucir muy masculino, sus piernas abiertas me encendían y no pude evitar mirar de reojo hacia su entrepierna.
—¿Algo te molesta Do? Escúpelo ya—. Sus palabras interrumpieron mis pensamientos.
—Sí, no me llames más Do, por favor.
—¿Por qué? —. Espetó sin más y pude ver que su rostro comenzaba a tener un tono de irritación. Ahí estaba el niño malcriado del que me había hablado el capitán.
—Porque no me agrada. Todos me llaman Kyungsoo.
—¿Por qué? —. Y oí como su voz también se tornaba irritada. —Es más corto y agradable a los oídos—. Sentí como el Ferrari aumentaba la velocidad y Kai no quitaba la vista del volante.
—Basta señor—. Me atreví a ordenar. —Si sigue haciendo eso nos vamos a matar. Baje la velocidad por favor.
Mis manos comenzaban a temblar debido a la tensión a la que estaba expuesto en ese momento. En mis años en el servicio había conducido miles de veces a alta velocidad, pero nunca había estado en un Ferrari a más de 125 kilómetros por hora por el centro de Seúl. Busqué de donde sostenerme, pero no encontré nada, por lo que no me quedó otro remedio que resignarme a confiarle mi vida al cinturón de seguridad.
—Solo me detendré si aceptas que te llame Do.
Así que era eso, solo eso. ¿Estaba haciendo drama, poniendo nuestras vidas en riesgo solo porque quería llamarme Do?
—Está bien. Puedes llamarme Do—. Decidí aceptar porque a la velocidad que íbamos en cualquier momento llegábamos a la costa y el Ferrari saldría disparado por encima del océano sin detenerse o hundirse.
De repente fue bajando la velocidad del auto para detenerse en seco donde parecía encontrarse nuestro destino. Pude ver la entrada del club y una fila enorme de personas esperando para entrar. Bajamos sin decir una palabra y vi a Jongin lanzarle las llaves a un mozo que se acercó hacia nosotros.
—Cuida mi bebé—. Le dijo y pude ver una sonrisa que hasta ese momento era desconocida para mí. Estaba seguro que esa noche vería un Kai que bien pocos conocían hasta el momento. —Vamos, es hora de bailar—. Dijo dirigiéndose hacia mí y pasándome un brazo por el hombro. Esa acción me pareció un poco atrevida pero cuando llegamos a la puerta del club lo oí hablar con el guardia de seguridad. —Hola amigo, espero que la noche esté movida hoy. Mi primo ha venido a conocer la ciudad.
De repente entendí que aquella acción era la tapadera para poder entrar conmigo al club sin ningún contratiempo. Una vez dentro, el fuerte sonido de la música amenazó con reventarme los tímpanos. El lugar era inmenso, plagado de personas bebiendo y bailando sin parar. Al parecer la unidad de narcóticos no conocía el lugar porque si no en una sola noche podrían llenar las celdas de cada una de las estaciones de policía de la ciudad. A mi nariz llegaba el fétido olor de las drogas que inundaban aquel lugar.
—Espérame en la barra. Estaré contigo en diez minutos. Antes debo hacer algo rápido —. Oí a Kai gritarme al oído. Asentí sin más y me dirigí hacia donde me había indicado.
Una vez en la barra pedí un wisky escocés y comencé a beber. Lo necesitaba, hacía días no me daba un trago y esta noche debía aprovechar, aunque no podía perder de vista a mi objetivo. Lo vi sentarse junto a varios hombres un poco mayores que él que se encontraban en unos sillones en forma de herradura. Aquellos hombres parecían ser los amos de aquel lugar. Ahora entendí todo, Kai estaba metido también en el contrabando de drogas y era aquí donde se reunía con los proveedores.
—Hola—. Una voz me sacó de mi misión de reconocimiento.
—Xiumin. ¿Qué coño estás haciendo aquí? —. Los malos modales de mi amigo se me estaban contagiando.—Desde que te mudaste al penthouse no hemos sabido de ti. El capitán esta como loco y mandó a varios agentes a vigilarte para asegurarse de que estabas bien y que tu tapadera no se ha descubierto aún—. Me dijo mi amigo de manera muy profesional pero no paraba de imitar un baile horrible.
—Para de moverte Xiumin, pareces un avestruz—. Lo de mi amigo eran las computadoras y según algunos chicos que conocí, el sexo, pero definitivamente el baile no. —Una vez que nos mudado al penthouse sus guardias me quitaron el celular por lo que quedé completamente incomunicado. Dile al capitán que todo va bien, que no se preocupe y ahora lárgate antes de que alguien se dé cuenta de lo que estás haciendo aquí—. Sin decir más le di la espalda a mi amigo para quedar de frente al cantinero y de paso pedirle otro doble escocés.
Más de una hora había pasado y Kai no había llegado. El aburrimiento me abrumaba y ya había bebido más de seis dobles de mi favorito wisky escocés el cual ya estaba haciendo efecto en mi cerebro. Decidí salir a la pista de baile y fue entonces que mientras sonaba Love Shot decidí mostrar mis mejores cualidades con el baile.
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Infiltrado [KaiSoo]
FanfictionCuando pensabas que nada podía salir mal es cuando se complican las cosas. Do Kyungsoo se embarca en la misión más importante de su carrera; una misión que lo podría convertir en uno de los mejores agentes especiales de Corea del Sur, pero el amor l...