Revolviéndose entre las sábanas pegajosas por el sudor, observó desesperanzado como el sol se asomaba por el horizonte.
Después de la irreal charla a media noche en el lugar más apartado de la mansión, la señora Drummond le ordenó que se marchase, y volvió a su cuarto arrastrando los pies, aunque afortunado de encontrar el camino de vuelta.
Obviamente, le fue imposible dormirse de nuevo: había demasiadas cosas que asimilar. Mientras que las horas nocturnas transcurrían, las ojeras que colgaban debajo de sus ojos secos se hacían cada vez más notables.
Procesaba todo lo que había oído, incluida esa historia sobre los humanos y las brujas, algo que nunca hubiera imaginado. Su habitual desconfianza le empujaba a no creerse todo aquello.
Recordaba cada palabra de la conversación que había compartido con esa mujer, pero una en particular resonaba desde hace un rato: "...mueres".
Si quiero sobrevivir, solo hay dos opciones que puedo tomar: el "primer camino", en el que intento encontrar a ese extraño y lo mato para que la maldición de cambio de cuerpos se disuelva. Pero hay muchos huecos en blanco: no tengo ni idea de quién es ese tipo, por lo que no puedo encontrarlo, y aún así, no creo ser capaz de matarlo con mi capacidad actual. Si es tan peligroso y poderoso, ¿siquiera existe la posibilidad de que alguien pueda vencerlo?
Este camino es muy incierto. Quizás haya un porcentaje de veinte por ciento de posibilidad de que salga vivo y victorioso. O puede que incluso menos, un diez.
Sin embargo, el otro plan tiene un cero por ciento. Simplemente haría caso a lo que esa bruja me ha dicho, y esperaría mi muerte pacientemente. Si todo sucede como ella predijo, solo pasarían unos meses hasta que este cuerpo dejase de funcionar, y yo no podría hacer nada al respecto.
Entre un plan muy arriesgado en el que la bruja encerrada no coopera, y otro en el que no hago nada, muero, y la bruja está de acuerdo... Creo que está claro cuál elegiré, incluso si tengo que oponerme a esa señora que puede leer mi futuro.
Ella solo se conforma con el primer resultado, con lo que salga según está "predestinado". Pero, claro, yo no creo en algo como el "destino". Si creyese que todo está decidido desde que uno nace, no estaría aquí ahora mismo, en este cuerpo de una adolescente hormonal.
Haré las cosas a mi manera. Sobreviviré a mi manera. Haré todo lo que pueda con este débil cuerpo sometido a dos maldiciones distintas.
En su momento de determinación, alguien empujó la puerta de la habitación de golpe.
—¡Señorita! ¡Es tarde!—gritó una criada, atravesando la habitación acelerada. Sacó a Owen de la cama con brusquedad, y lo arrastró afuera.
—¿Eh? ¿Tarde para qué?
—¡Para la visita a palacio, por supuesto! El carruaje llegará en un rato. ¡Hay que darse prisa!—
Oh, mierda. Me había olvidado de esto. Ya es uno de agosto, el primer día de la temporada de elección de prometida real. Tengo tantas cosas de las que ocuparme...
Resopló agotado. En los próximos días (o meses), tenía que asistir a las reuniones, poner en marcha el plan que ideó para evadir parcialmente las molestias de socializar, intentar ganar la apuesta con la profesora y descubrir la identidad de aquel que mantenía la maldición de cambio de cuerpo activa.
—¡Vamos, señorita Vivienne! ¡Tenemos poco tiempo y muchas cosas que hacer!—apuró la criada, mientras que tiraba del brazo escuálido hacia el cuarto de aseo.
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La luna es una acosadora
RomanceUn joven campesino llamado Owen despierta en el cuerpo de la dama más reconocida del reino: la hija del duque Drummond, que posee belleza, poder, elegancia... Todo, excepto el amor del príncipe heredero. Owen se encuentra cautivo en el cuerpo de la...