Capítulo 5 - Mierda.

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Owen se arrepintió de inmediato de no haberle pedido más pautas para sobrevivir en su cuerpo a esa chica, porque al abrir los ojos se encontró rodeado de las miradas angustiosas de más de una docena de sirvientas con uniforme.

Estaba cubierto por una montaña de mantas, y las criadas que traían múltiples bandejas corrían nerviosas por la habitación.

—¡Por fin! ¡La señorita ha despertado! ¡Avisad a los señores, rápido!

—¡Señorita Drummond! ¡Todo el mundo estaba muy preocupado por usted! Emmm... ¿Señorita? ¿Le estoy abrumando demasiado?

Prefiero no saber nada de esto.

—¡Oh no! ¡La señorita ha vuelto a cerrar los ojos!

—¿Puede que haya vuelto al coma? ¡Traed al médico de urgencias, puede que la señorita esté en un estado crítico!

—¿Por qué? Yo le veo tranquila, descansando felizmente.

—¡Qué insensible eres! ¡¿No ves que está sufriendo?!

—¡Es verdad! ¡¡En mi pueblo se decía que cuando una persona vuelve a cerrar los ojos después de un coma es porque sus órganos están explotando!!

—¡Aaahhh! ¡Rápido, llamad al médico! ¡La señorita se está muriendooo!

—¡Pero el médico no podrá venir a tiempo, hoy es su día libre!

—Creo que lo mejor sería dar ya el pésame a los señores...

—¡Por favor, no digas cosas tan sombrías! Todavía hay una oportunidad para salvarla. Creo que si la sacudimos, se despertará y no explotará.

—¡Es buena idea!

—¡Esperad! La señorita no nos deja tocarla a no ser que ella dé el permiso.

—¡Esto es una situación de vida o muerte! ¡Lo comprenderá!

—Si es así, hazlo tú, Sara. Si tenemos la suerte de que despierte, no queremos que nos despida después. Arriésgate tú, que para eso estás.

—¡Sois muy malas compañeras!

—Pues yo creo que la superior Olga debería de hacerlo. Entre todas nosotras, ella es la que conoce por más tiempo a la señorita. La señorita no podría despedirla tan fácilmente...

—¿Yo? Yo soy vuestra superior, la única que tenéis después de que Nana Rosa se fuera. Si hay alguien que es imprescindible, soy yo. Y además, solo llevo sirviendo a la señorita Vivienne desde hace un año y medio...

—¡Vamos, superior! Sabemos que usted es muy valiente y profesional.

—¡No me adules! No voy a caer. No me vais a echar el marrón a mí.

—¡Quién sea, pero rápido! A este ritmo, ni siquiera vamos a poder protegernos de la explosión.—

Las demás criadas empujaron a la superior Olga hacia el cuerpo durmiente de Vivienne. No pudo resistirse, porque era un asunto urgente.

—¡Agh, está bien! ¡Lo haré! ¿Qué hago?

—¡No sé! ¡Agárrala de los hombros y sacúdala suavemente!

—Eso no va a servir, tiene que ser con fuerza y firmeza, para que pueda despertar completamente.

—¿No tendríamos que tener cuidado de la posible explosión también?

—Puede que el pellizcarle los pies sirva...

—¿Para que íbamos a hacer eso? Lo que te pasa es que le tienes mucha manía a la Señorita.

La luna es una acosadoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora