Capítulo 24 - Parloteo.

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Despertó aturdido, con un mal sabor de boca. Sabía que no había pasado mucho tiempo desde que cayó rendido.

—Oye, ¿podrías avisar la próxima vez que hagas eso? Al menos, antes de que me caiga al suelo—se quejó Owen. La sensación desagradable de ser repentinamente hechizado se sumaba a los borrosos recuerdos del sueño inducido. Lo que había hablado con la bruja presa y lo que había oído de la boca de esa extraña anciana en el dormitorio de la niña parecían empezar a cobrar cierto sentido, como si las piezas del enigma comenzaran a encajar.

—Un momento... Con ese fragmento de tu infancia... ¿no me estarás intentando decir que el traidor de esa leyenda, ese brujo...-

—Sí...—interrumpió Gwendolyn—...No estoy del todo segura, pero esa es la única posibilidad. ¿Quién más podría haber impregnado a mi hija con esa magia tan oscura y retorcida? Aunque ella ya no esté, esa magia sigue pegada en su cuerpo como una niebla pestilente, un hedor insufrible que no puedo evitar sentir en ti. Es como un rastro que dejas por donde quiera que vayas. Solo lo notamos los seres mágicos, aunque yo apenas tengo olfato para estas cosas; soy vieja y estoy muy débil.

—¿Pero no es esa historia una leyenda inventada por las brujas? ...Después de tanto tiempo, sus hechos se habrán tergiversado. Seguro que ese brujo murió poco después, o los humanos se hicieron cargo de él. Ni siquiera hay evidencia de que existiese, ¿verdad?

—Me temo que estás equivocado. Erlo Reunom, el traidor, existió, y probablemente siga vivo. Es por eso que la historia sigue trasmitiéndose entre las brujas, como una enseñanza... y como una advertencia.

—Pero...—continuó Owen, inquieto y desconcertado—...Quizás sobreviviese en aquel entonces, aunque ahora debería de estar muy muerto. ¿No fuiste tú misma la que dijo que las brujas y otros seres mágicos no pueden vivir en tierras humanas durante mucho tiempo? ...¿O es que tú no te estás muriendo por esa misma razón?—.

La bruja se mantuvo en silencio antes de revelarle la próxima verdad, meditando las palabras que debería de utilizar.

—Es cierto lo que dices. Ningún ser mágico puede vivir en tierras humanas, dado que no hay sustento para mantener su vida durante un largo tiempo.

...Al menos, de forma natural.

Hay una forma, aunque apenas sé de ella. A través de lo que aprendí en mi tierra sobre los hechizos prohibidos y lo que he observado aquí, puedo deducir ciertas cosas.

Todos los seres vivos producen cierta esencia, cierto olor. Esa esencia es la magia. Por supuesto, hay unos que pueden percibirla, y usarla en su beneficio; y hay otros, como los humanos y la mayoría de las plantas y los animales, que no pueden.

Es así de simple, y jamás cambiará...—la bruja se detuvo para descansar unos instantes su voz. Era una tarea difícil el explicarle unos conceptos tan abstractos como la existencia de la magia a un simple humano que no era capaz de comprenderlo, a uno tan simplón como el que tenía delante.

Recordando sus días en la escuela de la Ciudad y cómo aprendían los pequeños brujos los conceptos más básicos de lo sobrenatural y espiritual, imitó la actitud de una paciente maestra:

—...Todos tenemos una magia propia, y en el caso de los seres no-mágicos, es intransferible. Las brujas, los animales espirituales, y todos sus derivados, podemos transmitir nuestra propia magia hacia objetos, o en el caso de las maldiciones y bendiciones, a humanos u otros seres vivos. Por supuesto, al igual que los seres no-mágicos no pueden transmitirla a otros ni hacer uso de ella, los seres mágicos no pueden usar ni absorber la magia de los cuerpos de los no-mágicos.

La luna es una acosadoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora