Capítulo 16 - Presentaciones.

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—¿Usted es... Lady Vivienne Altaira Drummond? —preguntó dudoso el guardia.

—Sí, ya se lo he dicho varias veces... ¿podemos pasar ya?

—¿E-ese es el único sirviente que lleva con usted?

—Sí... —.

Agotado de tratar con los guardias, Owen exhaló un suspiro de frustración. Cada uno de ellos, antes de dejarle pasar, confirmaban su identidad y la de su sirviente. Parecía extrañarles el hecho de que solo hubiera traído consigo a un mayordomo, y que habían llegado andando hasta ahí.

Todos los soldados sospechaban que se trataba de una imitadora mal vestida de la hija del duque, intentando colarse en el castillo, pero se disculpaban al notar el característico escudo de los Drummond en el traje del mayordomo.

Cuando el último de la media docena de guardias confirmó su identidad, todos hicieron una reverencia, y se apartaron de la entrada de más de seis metros de altura.

—¡B-bienvenida, Lady Drummond! ¡Le deseamos una buena estadía en palacio!—

Aliviado por haber terminado con el interrogatorio, se giró para buscar con la mirada a Elián y acceder al interior del palacio de una vez, pero lo que vio fue diferente. Todos los guardias, antes atendiendo a Vivienne, ahora observaban con atención el carruaje que había llegado. Era un vehículo espacioso dirigido por cuatro caballos blancos, y con un escudo dorado con el símbolo de una moneda. De su interior salió una joven de constitución delgada y agradables atributos, además de poseer una estatura considerable que sus tacones de aguja acentuaban.

  Liderando a su séquito de criadas, Owen distinguió sus rasgos faciales: unos ojos almendrados con un iris tan azul como el cielo, y su larga melena ondulada del mismo color que sus ojos recogida con una diadema. Su piel fresca y brillante y su cuello fino solo resaltaban el conjunto. Owen nunca había visto el mar, pero si tuviera que compararlo con una persona, sería con aquella señorita.

—¿Lady Nicolle Melville, cierto? ¡Bienvenida!—reconocieron los guardias.

Oh, ya veo. Llevar el escudo familiar en el carruaje es mucho más rápido. Debería de haberlo sabido antes.

La joven subió con gracia los escalones, sin tropezar ni una sola vez con su delicado calzado. Cuando estuvo a poca distancia de Vivienne, saludó con una pequeña reverencia respetuosa.

—Buenas tardes, Lady Drummond. Es todo un placer conocerla.—dijo con una sonrisa.

—Lo mismo digo, Lady ...Melville—respondió.

Olga me contó algo sobre el resto de candidatas... ¿Quién es esta? ¿Es la viuda? Ah, no, esa era otra. "Nicolle Melville"... Creo que esta chica es familiar de un comerciante famoso, o algo así. 

—Las vistas del palacio son impresionantes... Nunca antes lo había admirado tan de cerca... ¿Podría guiarme por el interior de palacio, lady Drummond? He oído que usted conoce mucho mejor el sitio. Venía aquí habitualmente durante su infancia, ¿no es verdad?—.

Mientras que caminaba con su séquito, iniciaba una amena conversación, creando lazos con otra candidata. Definitivamente, Nicolle Melville conocía las maneras de proceder de una señorita.

—Sí, aunque eso fue hace muchos años... Apenas recuerdo los detalles—esquivó Owen, intentando evitar un nuevo interrogatorio acerca de "su niñez". Aunque Nicolle no parecía insistente, se sentiría obligado a seguir hablando, pero prefirió un silencio incómodo antes que eso.

La luna es una acosadoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora