—Señorita... No debería de haber hecho eso...—le susurró Mae a Vivienne.
—No pasa nada, solo te he ayudado. Tú has hecho lo mismo por mí, llamando la atención durante el baile.
—A-aún así... mire las caras de los nobles, señorita. Todos están confundidos o enfadados.
—Y a mí qué me importa. Yo estoy más enfadada que ellos—.
Ahora me he calmado un poco, pero de verdad hubiera intentado partirle el brazo a ese mayordomo. La gente es tan falsa por aquí...
Todos estaban en silencio, esperando el próximo paso de la aristócrata descalza. Sin embargo, no pasó nada.
Se marchó todo lo dignamente que pudo, intentando no cojear otra vez, acompañada por su criada. Pronto Elián se unió a ellas, después de atravesar toda la sala. Supo instantáneamente la razón detrás de la ausencia de calzado de su ama, y le tendió su brazo para apoyarse en él. Como el vendaje estaba oculto por debajo de las medias, no se veía nada, pero la intuición del mayordomo experimentado era cierta.
—Elián. ¿Puedo irme ya de aquí? Creo que ya sabes por qué. Quiero quedarme en mi cuarto— indicó Owen.
—¡Pero... todavía queda el banquete! No se vaya tan pronto, es una fiesta en su honor— intervino Mae sin ser invitada.
—Agradecería que me dejase hablar, Mae. Estoy de acuerdo con que se ausente, señorita Vivienne. Si se queda, solo recibiría miradas desagradables y cuchicheos. Le acompañaré a sus aposentos.
—Muy diligente, Elián. Estoy deseando llegar a mi cuarto y descansar mi puto tobill-
—Ese lenguaje, señorita.
—No seas tan estricto, es solo una palabra~—
Mientras que ascendían lentamente por las escaleras de vuelta al segundo piso, Owen sintió un escalofrió en su cuello, una mirada intensa. A pesar de que todo el mundo la estaba mirando, había una mirada más odiosa que las demás. Su padre, el duque, taladraba con la mirada a su necia hija que se había dejado en ridículo a sí misma ayudando a una sirvienta, y que también tenía la culpa de que la pudieran eliminar de la lista de candidatas de prometida para el príncipe.
"¿Quién se cree esa niña? ¿Piensa que puede hacer lo que le dé la gana y que no habrá consecuencias? Gracias a ella puede que nos quedemos sin el apoyo de la familia real. Después de todo, esa mocosa es hija de su madre. Es tan tonta y egoísta como ella." pensó el duque Drummond. Owen lo divisó con el rabillo del ojo, y el duque enrojecía de rabia.
Ja, si pone esa cara me dan ganas de sacarle el dedo de en medio desde lo alto de la escalera. Que se joda el cretino ese.
Antes de darse cuenta, Mae y Elián le habían acompañado (o más bien arrastrado) hasta su habitación. Nada más abrir la puerta, la avalancha de criadas nerviosas y confundidas se le echó encima.
—¡Señorita! ¿Por qué está aquí? ¿No debería de presidir el banquete?
—¿Ha pasado algo ahí abajo?
—Hemos escuchado mucho alboroto...—
Entre las intensas preguntas que le hacían hasta casi empujarse entre ellas, surgieron Chloe, Khloe y Cloey. El nivel de intensidad subió aún más por sus comentarios innecesarios:
—Hola, señorita Vivienne. ¿Qué tal le ha ido con el galán de la realeza? ¿Ha hecho usted alguna... travesura?
—Sí, a mis hermanas y a mí nos gustaría saber si... ya sabe, si han hecho algún avance~— la otra trilliza sonrió maliciosamente con una expresión pícara.
ESTÁS LEYENDO
La luna es una acosadora
Roman d'amourUn joven campesino llamado Owen despierta en el cuerpo de la dama más reconocida del reino: la hija del duque Drummond, que posee belleza, poder, elegancia... Todo, excepto el amor del príncipe heredero. Owen se encuentra cautivo en el cuerpo de la...