Capítulo 18 - Hermanas.

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—Su alteza, Lady Nur... P-por favor; si deseaba salir a dar un paseo, solo debía decirlo. Es peligroso salir sin avisar—aconsejó una sirvienta del palacio Zhang II, agachada para hacer contacto visual con la niña. En cambio, la joven princesa no respondió, no se disculpó o expuso sus motivos. Simplemente asintió con la cabeza mecánicamente, sin la intención de reflexionar sobre lo que le habían dicho.

Owen, algo fuera de lugar en aquellas circunstancias, se planteaba la actitud de esa niña con aspecto siniestro.

Hace solo un rato, cuando todavía se encontraban en el lago seco del bosque, Leonardo le hizo muchas preguntas a la niña: "¿Estás bien? ¿Te has hecho alguna herida? ¿Tienes frío?". Él parecía preocupado, pero la niña no le contestó ni una sola palabra. Solo se limitó a dirigirle la mirada, que rebotó en Owen, y Nur empezó a recorrer el camino de vuelta hacia palacio sin esperar a los otros dos. Por supuesto, no comunicó nada a lo largo del viaje, y tampoco cuando regresó a su palacio personal.

—...Menos mal. Hemos podido encontrarla antes de que se alejase aún más. Es un alivio que no saliera del bosque—susurró Leonardo, observando la luna a través de la ventana. Sujetando la cortina con una mano, su perfil se bañaba de la luz lechosa lunar.

—¿Qué podría haber pasado? Estaba muy cerca de palacio. No debería de haber corrido ningún peligro importante, además de perderse... ¿O es que hay algo más?—se sumó Owen, echando un último vistazo a la pequeña espalda de la niña silenciosa, que se alejaba a su habitación con la criada. Le devolvió la atención a Leonardo, que se asomaba por fuera de la ventana. La distancia hasta el suelo del exterior era considerable, teniendo en cuenta que estaban en el piso más alto del palacio auxiliar.

—En los últimos días... los guardias han reportado ciertas desapariciones cerca de aquí, alrededor del perímetro de palacio, a las afueras de Zeakya ...Es un asunto delicado.

—¿Desapariciones? ¿de personas?

—...Lo siento. No puedo decir mucho más. La información sobre eso está restringida, para proteger a los residentes de palacio. Hemos reforzado la seguridad en las puertas exteriores, y mientras que intentamos solucionarlo... Es mejor que nadie más lo sepa—confesó con el ceño fruncido, agachando la cabeza en señal de disculpa. Con la mirada perdida en el cielo nocturno y prolongando un largo silencio, finalmente dijo:

—Estaba muy preocupado por Nur. A pesar de que paso tiempo con ella de vez en cuando, no sé qué es lo que ocurre en su cabeza, ni qué siente. Ni siquiera sé dónde estaba antes... Antes de que llegase aquí, a palacio. No sé nada sobre ella, aunque...—su voz se quebró por un momento—...así es como los demás deben verme a mí, después de todo. Como una cáscara vacía. Qué hipócrita—escupió las palabras como una exhalación, tan rápidas e inaudibles como una ráfaga de viento.

Antes de que Owen si quiera pudiese procesar los pensamientos en voz alta del príncipe, él mismo cambió de tema tan repentinamente que su voz quebradiza quedó atrás como una sombra.

—Ejem... Pero, sobre todo, quería agradecerte que me hayas ayudado. No podría haber encontrado a mi hermana sin ti. Gracias. Te lo agradezco de todo corazón—se dio la vuelta para agradecerle con sus ojos redondos y profundos como el océano, e hizo una larga reverencia.

Por un solo instante, por un solo segundo, Owen sintió que sus mejillas se ruborizaban, y su pecho había saltado con. Sorprendido por su propia reacción, se golpeó las mejillas con fuerza, dejando una marca aún más roja.

Oh, mierda. Las inoportunas hormonas de una chica adolescente. Este incómodo cuerpo femenino altera mi estabilidad emocional.

—Levanta la cabeza. Te dije que no lo hacía como un favor, y que no esperaba un agradecimiento a cambio—repitió, observando la nuca desnuda del príncipe agachado.

La luna es una acosadoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora