Capítulo 20 - Una cara conocida.

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—Blhegh... Demasiado dulce—dio una arcada Owen, mientras que apartaba la taza de tila de su vista.

—Es mejor que se lo beba, señorita. Seguro que le calma, y así se sentirá mejor. ...Es normal que esté nerviosa y no pueda controlar sus emociones, todos estos eventos le están pasando factura...

—Oye, Olga. No saques las cosas de contexto. Solamente he tenido una pesadilla, ya está. Solo estaba algo asustada por eso...

—¿Es así?—preguntó Olga con un tono incrédulo, mientras que desbordaba aún más la taza con azúcar—...Nunca había visto a nadie que entrase en un ataque de pánico por una pesadilla. ¿Es que era tan aterradora?

—...Más que aterradora, era... muy confusa—detuvo el abastecimiento de azúcar, y movió con lentitud la cucharilla de la taza, con la mirada perdida en el remolino brillante que había formado el líquido.

—Señorita Vivienne—la criada se sentó al lado suya, para captar mejor su atención—...Sé que no quiere aceptarlo, pero todo esto le provoca un gran revuelo de emociones. Y es normal. El estrés de conocer gente nueva, tratar con esas clases de etiqueta que sus profesores le imponían. Incluso la posibilidad de ser la futura reina. Es un gran peso sobre sus hombros, y más para una chica joven como usted. El peso le está abrumando.

"No es verdad. No es eso lo que me pasa. Es verdad que todo esto es agotador, pero lo que me preocupa ahora mismo no tiene nada que ver con normas de etiqueta, bailes, o reuniones de compromiso"...eso es lo que me gustaría decir, pero no puedo. No tengo a nadie a quien pueda decirle eso. Ni siquiera en quienes más confío, o con quienes he pasado tanto tiempo últimamente.

Ahora, después de tanto tiempo, empiezo a notar que estoy solo. Muy solo.

Owen estaba preocupado por lo que había visto en su sueño; no sabía si era un simple producto de su imaginación, o algo más profundo, algo que él mismo no podía entender. ¿Quiénes eran esas personas? ¿Qué hacían allí? ¿Por qué buscaban cuerpos humanos? ...¿Qué ocurrió con aquel soldado forzudo de Ulwof, "Gio Stoddard"? ¿Qué le hicieron aquellos extraños?

Pero, sobre todo esto, lo que más le preocupaba era no poder confiárselo a nadie. Era horrible tener que cargar con todo él solo; ni siquiera había alguien que supiese quién era de verdad. ¿Y si nunca más pudiese ser él mismo de nuevo? ¿Y si nunca nadie más le llamase por su nombre? ¿Y si tuviese que fingir ser alguien que no es por siempre?

Temía tener que guardar todos sus secretos de por vida... Aunque según lo que la bruja le había dicho, parecía que eso no iba a ser durante mucho tiempo.

Tragó saliva con fuerza.

—Señorita, tengo una idea—interrumpió Olga, recogiendo la tetera y los utensilios en su bandeja—¿Qué tal si da un paseo por la ciudad? Seguro que si se toma un descanso para tomar el aire, el estrés acumulado desaparecerá.

—Pero, Olga, mi problema no es el estrés-...

—No podré acompañarle dado que tengo tareas que hacer, pero le pediré a alguien más que lo haga. Hoy hace un clima estupendo, la zona comercial debe de estar desbordada. Le recomiendo visitar la sastrería de la Quinta Calle, dicen que la sastra ha confeccionado la última colección exclusiva de vestidos veraniegos. ¡Asegúrese de disfrutar y divertirse, le hace falta!— se despidió con un portazo, sin conceder la oportunidad de rechistar. Owen se quedó allí, con la boca abierta, con el camisón todavía puesto y la desagradable infusión a medio tomar. La luz de avanzada mañana se colaba a través de los angostos huecos entre las cortinas, que él había cerrado anteriormente para sumirse en la oscuridad y el frescor de la habitación.

La luna es una acosadoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora