VII

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Zero contuvo la respiración. Su destinado, donde sea que estuviese, estaba furioso. Nunca lo había sentido tan enojado. Quien sea que le enfureció de esa manera, terminaría mínimo con un par de huesos rotos.

Tal vez, fue la ira de su alma gemela junto a su propia frustración lo que le dio fuerzas para apartar a esa mujer. La empujó lo suficientemente brusco para hacerla trastabillar.

A Shizuka no le gustó su actitud desafiante. Su expresión se transformó en una mueca fría mientras se acercaba nuevamente a él.

-Está prohibido recorrer los terrenos de la escuela en horario diurno.-la gélida voz de Kuran detuvo cualquier acción de Maria.-Vuelve al dormitorio.

Zero alzó la mirada. Por estar concentrado en esa vampiro y su destinado, no se percató de la presencia del sangre pura.

Kuran tenía una expresión fría que, hasta ese momento, jamás había visto. Todo su cuerpo manaba un aire de hostilidad pura; como si estuviera conteniendo las ganas de asesinarla. Zero contuvo el aliento. Por primera vez veía a Kuran como lo que era: un sangre pura, la cúspide de la pirámide, el vampiro capaz de poner el mundo a sus pies con un solo movimiento de mano...Y, para su sorpresa, no le asustaba.

De hecho, una pequeña parte de él se regocijaba al sentir la enemistad entre los dos vampiros.

Esa mujer retrocedió, nuevamente con su máscara infantil, y enfrentó a Kaname con tranquilidad-Sólo quería explorar un poco. El señor prefecto me estaba guiando.

-Regresa al dormitorio.-Kaname repitió conteniendo las ganas de arrancarle la cabeza ahí mismo. Se obligaba a recordar que Kurenai Maria era inocente, una víctima de las circunstancias.

A penas Seiren le comunicó del encuentro entre Zero y Maria, el enojo se instaló en su pecho. Había previsto que algo así ocurriría, pero no imaginó lo impactante que sería la imagen frente a sus ojos. Pudo sentir perfectamente la impotencia de su destinado, la repugnancia y también el miedo; eso sólo logró aumentar su ira.

Kaname no podía ocultar sus emociones cuando se trataba de Zero.

-Como ordene, Kaname-sama-Maria acompañó sus palabras con una exagerada reverencia, una clara burla que nada afectó a Kaname.

Zero se mantuvo inmóvil en su lugar, hasta que la vio desaparecer entre los árboles. El encuentro le dejó un pésimo sabor de boca. Esa mujer no estaba allí sólo para molestarlo, era claro; algo tramaba y, a juzgar por la actitud de Kuran, no era el único que pensaba eso.

Y hablando de actitud...

Kaname se acercó a él, si bien su semblante era más relajado, seguía emitiendo enojo en su aura normalmente tranquila. Pasaron unos segundos en los cuales ninguno dijo nada, cada uno concentrándose en recuperar la calma.

-Ten. -murmuró Kaname al cabo de un rato, mientras le extendía los cuatro frasquitos con su sangre.

- ¿Puedes sentir cuando los necesito o es mera coincidencia?-Zero preguntó con genuina curiosidad mientras recibía los frasquitos. La primera vez supuso que lo había notado, pero en realidad no podía estar seguro de eso.

-He tenido un ex humano bajo mi control antes, así que sé cada cuando necesitan sangre.-Kaname parecía disconforme con su propia respuesta; él supuso que no le agradaba tener esa clase de subordinado.

Zero se sentó en las raíces de un árbol; para su sorpresa, Kaname lo imitó. Destapó el primer frasco bajo la atenta mirada del vampiro y bebió su contenido; el saciar su sed de inmediato le relajó. Repitió el proceso con los tres frasquitos restantes. Cuando volteó la mirada, el sangre pura miraba fijamente el suelo.

CrisantemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora