XX

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Takuma observó impotente la cabellera rojiza asomándose entre las desordenadas mantas. Apretando los puños, se acercó a la cama y contuvo la respiración con temor.

Por favor...

—¿Senri?

Su voz apenas salió en un tembloroso susurro.

La figura en la cama ni siquiera se inmutó.

Por favor...

Durante esa semana y media, cada vez que ese sujeto dormía, Takuma esperaba paciente a su lado, rogando a toda fuerza mística existente que cuando él abriera los ojos fuera Senri quien despertara, le mirara con esa adorable expresión confundida que tenía al levantarse, y le dijera que Rido ya no estaba.

Esos siete días, rogó con todas fuerzas mientras susurraba su nombre una y otra vez. Sin embargo, a pesar de todos sus ruegos, cuando Shiki despertaba no eran esos cálidos ojos azul claro los que le veían adormilado, sino unos burlones orbes bicolor junto a una cínica sonrisa.

Rido se regocijaba con su desesperación, y no tenía reparos en demostrarlo.

Apenas pudo exhalar el aire contenido. Takuma sintió su garganta cerrarse en un doloroso nudo. Cada día era más difícil permanecer de pie, mantenerse optimista mientras esperaba.

Era tan difícil...

Mientras crecía, los únicos que se atrevieron a hablarle con normalidad fueron Kaname y Senri. Ambos vieron a través de la influencia de Asato, de los comentarios venenosos de los demás y su máscara de perfección; descubrieron a "Takuma" de una sola mirada, como si se tratara de un cristal. Ellos tomaron su mano con confianza, sacándolo del abismo de oscuridad en el que su abuelo lo había metido, dándole una cálida esperanza. Fue imposible no tomarles cariño, tanto así que podía asegurar que los amaba, aunque de formas distintas. Kaname era su mejor amigo, su hermano mayor y figura paterna, ese que le enseñaba con paciencia y le impulsaba a superarse a sí mismo. Senri, por otro lado, era esa persona a quien deseaba proteger y hacer feliz, con quien deseaba pasar cada momento del día.

Cuando Takuma descubrió su vínculo, ese con el cual había fantaseado por mucho tiempo, fueron ellos quienes le apoyaron.

Descubrió su vínculo de una forma inesperada; cierta noche soñó con una casa desconocida, rodeado de una cálida familia en una cena navideña. Una escena bastante corta que duró apenas unos minutos, pero, fue el realismo del sueño lo que le fascinó; se sintió como si realmente él estuviera en ese lugar, disfrutando la comida y abriendo regalos. Takuma, creyó que era un simple sueño producto de ver demasiadas películas navideñas, algo que lamentablemente no se repetiría jamás, mas, estaba muy equivocado. Los sueños continuaron, cada vez más extensos e intensos; en todos ellos ocupaba el lugar de un chico humano llamado Asano Akihiko, viviendo escenas codianas de un niño de primaria.

En uno de esos tantos sueños, el pequeño Akihiko se paró frente a un espejo y con una enorme sonrisa dijo:

—¡Hola, Takuma!...Espero que esto funcione y podamos hablar. ¡En fin! ¿Estás bien? Tu abuelo da mucho miedo.

Takuma se despertó eufórico y salió corriendo hacia la habitación donde se alojaba Kaname ese día para contarle. Su amigo escuchó atentamente su atropellada  explicación de esos meses de sueños, y con un tono suave comentó:

—Parece que es tu destinado.

Takuma se sintió en las nubes. ¡Realmente tenía un destinado! ¡Y un vínculo que le permitía saber muchísimo del otro! . Poco importaba si su destinado era humano o vampiro, el simple hecho de encontrarlo, de saber que existía, era suficiente para hacerlo saltar de felicidad. Después de todo, él fantaseaba con la llegada de ese día desde que su abuela, a escondidas de Asato, le contó sobre los destinados y su sagrado encuentro; añoraba sentir ese vínculo mágico que le llevaría a esa persona que el destino había elegido para él.

CrisantemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora