Los años que siguieron pasaron en un borrón de emociones y nuevas experiencias. Kaname estaba muy satisfecho con su vida actual, realmente no podía pedir más.
Vivía con Zero en una acogedora casa en Zagreb, cerca del trabajo de ambos —la excusa para comprarla, en primer lugar—, rodeada por hermosos arbustos de hortensias. Fue natural vivir juntos después de que Zero invadiera cada departamento al cual se mudaba; cada vez que cambiaban de ciudad, Kaname rentaba un departamento en el área para evitar la molestia de los hoteles, poco a poco las cosas de Zero aparecían en el, primero una muda de ropa, luego cepillos, laptops y demás. Kaname realmente estaba encantado con el asunto, su yo interior saltaba de felicidad. Ambos se sentían cómodos con el otro, caían en agradables rutinas domesticas donde preparaban cenas, salían a divertirse -no, no eran citas- y se quejaban de sus respectivos compañeros de trabajo ineficientes.
Entonces, 5 años después de mantener esa rutina, Zero sugirió mudarse juntos y fue tan sencillo sentarse a escoger la ciudad, la casa y su decoración. La convivencia no fue realmente un problema, siempre y cuando Kaname mantuviera su desastre en su oficina y no por toda la casa. Estaban en un punto donde ya sabían como ayudar en los días malos del otro.
Era su burbuja de comodidad y Kaname estaba perfectamente bien con ella, no podía pedir más.
Pero a veces era tan difícil no querer más.
En especial cuando Zero lo miraba como si fuera lo único en el mundo.
Sus largos años de autocontrol le sirvieron para acompañar a Zero en sus años de juventud, manteniendo cuidadosamente la distancia mientras brindaba su apoyo incondicional. ¿Fue difícil? Sí, no mentiría. Fue malditamente difícil no partirle el cuello a cualquiera que se acercara a Zero con intenciones románticas. Pero todo parecía más llevadero cuando su vínculo transmitía diferentes niveles de indiferencia hacia el individuo en cuestión. Era tan diferente a lo que transmitía cuando estaban juntos que podía soportarlo.
Kaname estaba satisfecho con eso. Con ser la persona más cercana a su destinado, con quien más cómodo y libre se sentía. Ahora, diez años después, su perfecto equilibrio estaba siendo brutalmente perturbado.
El cambio fue tan sutil—o él estaba tan acostumbrado a ser una pareja platónica—que no lo noto hasta que Yuuki hizo una broma al respecto, durante su visita mensual. De repente todas las cenas juntos en su restaurante favorito, los pequeños regalos, las noches en vela hablando de sus libros favoritos o del nuevo experimento en que estaba trabajando, el baile en la boda de Yuuki —¡ese precioso baile!—tomaron una nueva perspectiva.
¿Y si realmente Zero quería algo mas? ¿Una relación romántica con él? Solo pensar en la posibilidad le hizo sonrojar hasta las orejas.
—Deja de jugar, Yuuki.
—¡Oh, por favor! ¡Viven juntos desde hace años!—Yuuki dejó su taza de té sobre la mesa con un gesto dramático.
—La casa esta cerca del trabajo.—Kaname razonó, concentrado en el precioso color ámbar en su taza.
—Te prepara el desayuno todos los días.—Yuuki continuó.
—Yo hago la cena, es un trato mutuo.
—Te da regalos pensados cuidadosamente para ti.
—Son detalles. Yo también le doy regalos.
—Buscó ese libro que nadie mas sabia que querías por cielo, mar y tierra.
—Dijo que lo compro en una librería.
—¡No! Lo busco por años y casi extorsionó al pobre anciano que lo tenía para que se lo vendiera.—Yuuki lo apuntó con su galleta a medio comer de forma amenazante.
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Crisantemo
FanficKuran Kaname se resignó a ser uno de los muchos "sin vínculo", personas destinadas a la soledad. Él jamás pensó que, tras miles años de existencia, conocería a su destinado, y mucho menos que ese destinado estuviera convirtiéndose en un nivel E. *...