Capítulo 16: El pasado y sus demonios

1.3K 93 41
                                    

-Altagracia ¿estás durmiendo aún con este cabrón?...¡Contéstame Altagracia!

-No José Luis, él se está quedando en mi casa, pero duerme en otra habitación.

-¿Qué? ¿En tu casa? ¡Cabrón!- está furioso y se le nota.

-Mi amor, ya, tú mismo me dijiste que no era bueno hacerlo enojar, que era un peligro- le toma la mano sobre la mesa.

-Lo sé, lo sé, vamos a tener que poner cuidado, no quiero que te haga daño.

-Yo no quiero ya nada con él, pero no sé cómo alejarlo sin que haga algo contra mí, contra ti o la empresa.

-Vamos a tener que seguir con esa farsa- suspira- pero no permitas que te toque de más Altagracia.

-Te lo prometo, y tú igual pórtate bien…-lo mira como queriendo advertirle lo que pasaría si él la engaña.

-Mujer, yo no quiero nada con ninguna otra mujer, no hay ninguna como tú- se acerca y besa sus labios.

-Mmm eso espero- lo mira- De todas maneras de mí no debes preocuparte. Confía en mí. Se que es difícil por toda nuestra historia, pero estoy contigo y eso no va a cambiar. 

-Esta bien, voy a confiar, pero no me pidas que no me moleste si veo que se acerca de más- toma su mano- tu piel, tus labios, tu corazón, es solo mío.

-Que posesivo- ríe- pero me encanta que seas así- lo besa- La Doña no es de nadie, pero tu podrías llegar a ser una excepción…

-Ah ¿si?- ríen- ¿podría llegar a serlo? o ¿ya lo soy?

-Mmm...voy a pensarlo- ríe.

Ambos disfrutan de ese almuerzo. A pesar de haber estado apunto de echarse a perder, lograron dejar pasar lo negativo y seguir gozando de esa comida. Cuando terminan de comer, deciden retirarse para volver a la empresa. Tenían mucho trabajo aún por hacer y no podían perder el tiempo. Cuando llegan suben por el elevador y José Luis aprovecha para acariciarla un poco más. La deseaba demasiado, le encantaba su olor, su cuerpo y le costaba resistirse a los encantos de la Doña.

-José Luis, aquí no, nos pueden ver- dice riendo.

-Ese que no puedo aguantar estar a solas contigo y no poder tocarte Altagracia- le besa el cuello mientras con sus manos aprieta su trasero.

De pronto las puertas del elevador comienzan a abrirse y se separan rápidamente. Ambos se dirigen a la oficina de Altagracia, ella se sienta en su escritorio y él se sienta frente a ella.

-Altagracia, necesito que pongamos límites- le dice mientras se sienta.

-¿Límites? ¿A qué te refieres?

-Si, entre tú y el italiano ese- la mira fijamente a los ojos.

-A ver, dime cuales son tus límites…

-Acepto que por el bienestar nuestro y de la empresa ustedes tengan una especie de "relación", pero no permitas más que unos besos, y tampoco quiero que se besen mucho.

-Justo tenía ganas de darle una noche de pasión hoy- le dice riendo.

-No lo digas ni en broma, no quiero que te toque Altagracia.

-Ya amor, tranquilo, yo no permitiré que me toque de más.

-Y mandaré a mis guaruras para que te cuiden en casa.

-José Luis yo tengo quienes me cuiden, no necesito de tus guaruras.

-Lo sé, pero quiero que estés bien protegida.

Bite meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora