Capítulo 13: El regalo

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Altagracia Sandoval
Luego de amenazar a Laura, Altagracia llama a Matamoros para que la acompañe a seguirla. Necesitaba asegurarse con sus propios ojos que se iría muy lejos de Navarrete. Luego de dejar todo en orden decide tomarse el resto del día libre. Tenía un dolor de cabeza que no le permitiría seguir con el papeleo de la empresa, además, para eso estaba José Luis.

Al día siguiente llega a su oficina como de costumbre y se dispone a trabajar. Estaba mucho más relajada que el día anterior y podría comenzar a trabajar eficazmente. Sin embargo, se ve interrumpida cuando llega un grupo de guaruras con al menos 5 bolsos grandes a su oficina. 

-¡Óiganme! ¿Qué hacen en mi oficina?

-Perdón Doña, intente detenerlos...- le dice Marcela, su secretaria.

-Señorita Altagracia Sandoval, le traemos un regalo de Don Amatore Rinaldi.

-¿Qué es todo esto? ¿Qué tienen esos bolsos?- pregunta desconcertada.

-Es mejor que usted los abra Doña- le dice uno antes de retirarse.

Altagracia con temor comienza a abrir uno de los bolsos que dejaron en su oficina, pero se lleva una gran sorpresa al ver que este estaba lleno de armas. No entendía nada. ¿Cómo se le ocurría hacerle esta clase de regalos? Se sintió ofendida y decidió llamarlo.

-Amatore ¿Qué carajos es esto?

-¿Te gustó la sorpresa bella?

-Por supuesto que no. ¿Quién te dijo que ésta era manera de conquistar?

-Fue Navarrete, yo le pregunté cómo conquistarte y me dijo que con armi- le dice preocupado.

-Pinche José Luis- dice en voz baja- está bien, lo siento, esto no es tu culpa. Pero no vuelvas a hacer eso. Yo no necesito de un hombre que me regale armas, para eso tengo a mi gente y mi dinero.

-Scusa, no fue mi intención. Prometo seguir mis instintos desde ahora.

-Esta bien, me parece mejor esa idea. Hasta luego Amatore.

Apenas le cuelga, Altagracia se pone a analizar la situación. Navarrete se había pasado de la raya. Fue una broma de muy mal gusto. Pero le encantaba verlo así de desesperado por los celos. El deseo que sentía por él no se lo quitaba nadie, ni terceros, ni la distancia, ni el tiempo. Rápidamente tomo una de las pistolas y se dirigió a la oficina de José Luis. Cuando llega ahí entra sin pedir permiso y cierra la puerta.

-¡Altagracia!, me asustaste- le dice José Luis.

-¿Quieres estar realmente asustado?- saca el arma y le apunta.

-¿Qué chingados te pasa Altagracia?- le dice parándose de la silla.

-¡Siéntate!- le ordena y él le obedece- tú le dijiste a Rinaldi que me mandara un arsenal, ¿Verdad?

-Ah es eso- se ríe- fue solo una broma Altagracia.

-¿Quieres jugar? Entonces vamos a jugar Navarrete- le dice acercándose con el arma.

-Tu empezaste echando a Laura de la empresa ¿Creías que no me enteraría?

Altagracia llega frente a él y lo apunta directamente a la cabeza sin dejar de mirarlo a los ojos. Baja con el arma hasta su corazón, y luego hasta su intimidad. Cuando llega ahí ella se sienta sobre él y sube el arma hasta su cuello. Luego se acerca a su oído y le dice:

-Tu eres mío José Luis, no lo olvides jamás. Eres solamente mío...- pasa la lengua por el lóbulo de su oreja.

José Luis la mira y no puede resistirse más. Con ambas manos toma sus nalgas y la presiona más hacia él. Altagracia gime y suelta el arma. Comienza a frotar su intimidad a la de José Luis permitiéndose sentir el enorme bulto que él tiene entre sus piernas. Ella se acerca sus labios y luego de un profundo beso le muerde el labio inferior.

-Llevame al infierno de una vez...- le dice Altagracia como en un susurro.

Al oír esto, José Luis la besa e introduce su lengua para profundizar más en este. Cuando los besos no son suficientes, José Luis le quita la blusa a Altagracia y ella lo imita. Quita rápidamente la corbata de José Luis y abre su camisa de una sola vez. La ropa comienza a quedar tirada por la oficina. De pronto el brasier también comienza a estorbar y se lo quita dejando sus pechos libres para José Luis. Él rápidamente los toma y roza sus pezones con sus dedos para luego pasar su lengua por uno de ellos. De pronto, José Luis se levanta con ella amarrada a sus caderas, y la sube en el escritorio. 

-Te deseo José Luis...- le dice mirándolo a los ojos- quítame la ropa y todos los "te extraño" que tengo guardados para ti...

-Si te quito más la ropa me harás aún más adicto a ti Altagracia...

-¿Y qué más da? Tu ya eres mi vicio- le muerde el labio inferior con tanta fuerza que este sangra- permíteme ser tu droga...

-Eres mi fantasía más oscura Altagracia...

El la vuelve a besar y comienza a quitarle el pantalón dejándola completamente desnuda para su deleite. José Luis la mira, recorre cada centímetro de su cuerpo con sus ojos admirando cada curva, cada lunar. Altagracia le comienza a quitar el pantalón y libera su virilidad, la cual frota con con su mano derecha con delicadeza. El disfruta de esto tanto que no aguanta ni un minuto más sin poseerla. La gira dejándola frente a su escritorio y pasa su mano por toda su espalda, como si intentara memorizarla por completo.

-Eres mi perdición Altagracia...a veces eres dominante- besa su espalda- y otras veces eres sumisa...ya no se lo que quieres...

-Ahora lo que quiero es tu lengua...tus manos- suspira-...tu piel...tus latidos...termina con esta tortura ya- le dice con la respiración entrecortada.

***

Bite meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora