Capítulo 30: ¿Un futuro juntos?

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*AVISO* Este capítulo igual se viene un poco fuerte porque ya saben, luna de miel.

—Cásate conmigo Altagracia— dice algo agitado en su oído— sé mi mujer. 

—¿Qué dices José Luis?— ríe y a la vez disfruta del tacto de su hombre.

—Eso— la gira haciendo que ambos queden frente a frente— Cásate conmigo, sé mi mujer— ella lo mira atónita— Quiero hacerte el amor por el resto de mi vida, quiero vivir a tu lado, gritar a los cuatro vientos que eres mi mujer y solo mía.

—¿Me estás hablando en serio?— le toma el rostro.

—Más en serio imposible— la besa— ¿Qué dices?

—Sabes, creí que jamás me lo preguntarías— sonríe.

—¿Eso es un sí?

—Quiero casarme contigo José Luis Navarrete— le sonríe y él la toma en sus brazos haciéndola gritar.

—Mañana mismo nos casamos— dice eufórico.

—Ahora...— se muerde el labio— ¿En qué estábamos?

—Estaba por hacerte el amor— le toma el rostro y la besa. 

Altagracia comienza a soltarle el pantalón con delicadeza. Le quita el cinturón, luego lo desabotona y finalmente él termina por quitarse todo. Con sus grandes manos le quita el strapless que su mujer llevaba puesto liberando así esos senos que lo desquiciaba. Los toma con ambas manos y mete uno de ellos a su boca succionando con suavidad. Luego lo suelta y hace lo mismo con el otro. La Doña lanza unos pequeños gemidos al sentir como su hombre le da placer en aquellos puntos sensibles de su cuerpo. El la suelta y se sienta a la orilla de la cama mientras ella se acerca a él, quien lentamente baja sus bragas dejándolas en el piso. Altagracia se sienta a horcajadas sobre él y Navarrete comienza a adentrarse en ella. El alivio que sienten cada vez que están juntos es increíble. Necesitan constantemente unir sus cuerpos, sentirse desde adentro hacia afuera, por completo. Amarse con todas las de la ley. Mientras Altagracia se mueve lentamente sobre él, José Luis aprovecha de acariciar todo su cuerpo. Sus manos se apoderan de sus senos, de su cintura, sus caderas, de sus glúteos. No deja de mirarla, pareciera que cada vez que la tiene desnuda frente a él intentara memorizarla por completo. La rubia se apoya de los hombros de Navarrete y por momentos aprovecha la posición para juntar sus labios con los de él.  José Luis se acomoda un poco más arriba y ella se apega aún más a su cuerpo. Por momentos los movimientos de ella se aceleran y la hacen estar al borde del orgasmo. El empresario se recuesta sobre la cama y Altagracia sin decir una palabra se sale de él para girarse dándole la espalda. José Luis la ayuda dirigiendo su miembro hasta su entrada. Una vez adentro ella continúa con sus movimientos, y luego de varios minutos, el empresario la toma de las caderas para que se recueste sobre su pecho. Ya en esa posición él la embiste una y otra vez mientras se aferra de sus pechos. Altagracia no puede creer todo el placer que su hombre es capaz de darle. Sus gemidos de pronto se convierten en gritos que ya no logra controlar y estalla en placer más de una vez. La dureza y grosor de Navarrete es cada vez mayor. La deseaba más que a nadie en el mundo, era la única mujer que provocaba tantas sensaciones en él. 

—Ven amor— le susurra al oído a su mujer y da una pequeña mordida en el lóbulo de la oreja.

Ella se sale de él y se recuesta sobre la cama de espaldas para recibirlo. Él se apoya en sus codos y comienza a penetrarla suavemente. Altagracia lo mira y comienza a desesperarse, los movimientos suaves y lentos de su hombre combinados con su mirada la enloquecían. 

—J-José L-Luis….— dice totalmente agitada.

—¿Te gusta así?— junta sus labios a los de Altagracia e introduce su lengua.

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