Capítulo 34: Un escape

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—¿Me esperabas amore?— ríe.

—¿Qué haces aquí?— pregunta sorprendida.

—Vine a mi hogar, con mi mujer— comienza a avanzar hacia adentro del departamento y Altagracia retrocede sus pasos.

—Yo no soy tu mujer Rinaldi— se dirige rápidamente hasta el descanso de la escalera y le entrega su maleta— Esto es tuyo. Ahora vete de mi casa.

—No amore mío— ríe— io no me voy de tu lado— la toma rápidamente de la cintura y la presiona a su cuerpo— no sin antes hacerte mía.

Pasa su asquerosa lengua por el cuello de Altagracia. Ella luchaba por zafarse de sus brazos, pero el italiano era mucho más fuerte que ella y la lanza sobre el sofá para posicionarse sobre ella. Sus manos comienzan a subir su vestido y cuando llega a sus glúteos se percata que no lleva ropa interior.

—Estás lista para mí— ríe.

—Suel...— le tapa la boca a la rubia.

—Io no te voy a soltar Altagracia— le agarra uno de sus senos con fuerza— eres mía.

Altagracia se siente desesperada, intenta gritar, golpearlo, moverse de ahí, pero cada intento era inútil. Los recuerdos se apoderan de ella y sus lágrimas comienzan a brotar por sus ojos.

—¡SUELTA A MI MUJER HIJO DE PUTA!— dice de pronto José Luis apuntando a Amatore con un arma.

El italiano se sale lentamente de encima de Altagracia y levanta las manos en señal de rendición. José Luis mira a Altagracia y puede ver el terror en sus ojos.

—Altagracia...toma algunas armas, y vámonos— dice sin dejar de apuntar hacia Rinaldi.

Altagracia inmediatamente se levanta del sofá y corre hasta su habitación a buscar dos armas que tenía ahí.

—Tú sabes lo que le pasa a quienes me traicionan José Luis— le sonríe.

—Si, pero tú no sabes lo que le sucede a los que se meten con Altagracia— apoya el arma en la frente del italiano— A ella no le vuelves a tocar ni un pelo— le da un golpe en su virilidad haciendo que caiga al suelo.

La Doña llega a la sala y ve a Rinaldi en el suelo, mira a José Luis y no es capaz de decir nada, solo se acerca a él y le informa que está todo listo.

—Márcale a Matamoros, dile "el plan b", así tal cual.

—¿El plan b?— pregunta algo desconcertada— ¿Qué se supone que quiere decir eso?

—Solo dile eso mujer, luego te explico.

Altagracia toma su celular y le marca a Matamoros.

—Matamoros, el plan b— mira a José Luis y cuelga el teléfono.

—Vamos— le da un último golpe al italiano— Y ya sabes, de esta no sales vivo si la vuelves a tocar.

Le toma la mano a Altagracia y salen rápidamente del departamento para dirigirse hasta el coche. Se meten rápidamente dentro y José Luis comienza a manejar.

 Se meten rápidamente dentro y José Luis comienza a manejar

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