Capítulo 41: Otra oportunidad

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En esa cama de hospital, Altagracia se encontraba analizando todo lo sucedido. No podía creer que había tenido una vida en su vientre hace solo unos días. Se imaginaba como habría sido su rostro si hubiese llegado a término. Si se parecería a José Luis o a ella, como habría sido su personalidad, o si era niña o niño. Tocaba su vientre y las lágrimas caían. Le hacía ilusión ser madre otra vez, volver a intentarlo y ser la madre que nunca pudo ser para Mónica. Sin embargo, el destino se empeñaba en arruinarle la vida. ¡Alto Altagracia! Esto no es tu culpa. Su conciencia se hacía presente y de alguna manera esa voz en su cabeza tenía razón. Si bien es cierto, el no haber estado para Mónica durante su vida fue su culpa, el que se la hayan arrebatado al volver a tenerla no lo era, y mucho menos era culpable de la muerte de este bebé. El único culpable aquí era León. El no tuvo piedad alguna cuando la maltrató y la abandonó en medio del mar. Esperaba que el siguiera creyendo que estaba muerta y la dejara en paz de ahora en adelante. Altagracia quería vivir ahora su vida tranquila, al lado del hombre que amaba. Intentar formar una familia, si es que eso era posible. Ser feliz.

—Buenas tardes— dice una mujer entrando a la habitación— Altagracia, ¿Verdad?

—Si. ¿Usted quién es?— pregunta algo a la defensiva.

—Mi nombre es Daniela González. Soy gineco-obstetra del hospital. Su doctor me comentó que había tenido un aborto a causa de un accidente y vengo a examinarla.

—Ah claro— le sonríe.

—¿Ha sentido dolor?

—Muy poco, los primeros días si me dolía bastante, pero ya no, solo cuando me río mucho o hago ciertos movimientos.

—Necesitaremos hacerle algunos exámenes. El doctor me decía que quería volver a intentar ser madre.

—No estoy segura de eso, pero quiero saber si puedo volver a ser madre algún día. Antes de que sea muy tarde, usted sabe.

—Esperemos que no hayan problemas— le sonríe— Hoy mismo comenzaremos a hacerle los exámenes. Necesito que este tranquila, que confíe, sea positiva.

—Es difícil para una mujer como yo ser tan "positiva"— le dice haciendo el gesto con los dedos.

—Señora Sandoval— dice mirándola a los ojos— Tengo conocimientos sobre su vida, sobre lo que ha hecho y lo que ha vivido. Quizás no es ético que se lo comenté, ni tampoco se a la perfección todo, pero si puedo decirle que usted es una mujer admirable— Altagracia le sonríe— Es una mujer muy fuerte y valiente. Aferrese de eso. Viva su vida con todo, ame con locura, ría, llore, sueñe. Eso es lo que hará que sea más "positiva"— dice mirándola con las manos.

—Gracias— le sonríe— Agradezco que no me juzgue.

—Somos mujeres, debemos apoyarnos entre nosotras— sonríe— Bueno, la dejaré unos minutos y vendré con el equipo para hacerle algunos exámenes.

—Aquí la esperaré.

Las palabras de la doctora la habían dejado pensando nuevamente en lo que se había planteado minutos antes de que ella llegara. Había reafirmado sus ganas de seguir adelante, de ser feliz y dejar de culparse. Necesitaba darse una nueva oportunidad para vivir.

—Permiso, Doña— dice Matamoros.

—Mi Matamoros— le sonríe— pasa, pasa.

—¿Cómo se ha sentido?— dice llegando a su lado.

—Mejor— le sonríe— mucho mejor.

—Eso me alegra mucho Doña. ¿Y el señor?

—Lo mandé a comer algo— ríe— Estará aquí en unas horas.

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