Capítulo 19
Naturalmente no.
Nunca te dejes engañar por una fiesta, ya sabes las casas se ven extremadamente pequeñas cuándo se convierten en latas de sardina pero no lo son y tenemos el claro ejemplo en la casa de Cole Hastings.
—Tu casa se ve mejor sin ABAS por todas partes —digo mientras paso el umbral con cajas de pizza en mis brazos.
—¿ABAS? —pregunta mirando las pizzas con deseo.
—Adolescentes Borrachos Adictos al Sexo —respondo y luego le lanzo otra mirada—, y deja de ver a mis pizzas-bebés con esa mirada acosadora. Las vas a violar.
—Yo pagué por tus bebés —me mira de soslayo.
—Y mi estómago, no yo, te lo agradece de corazón —sigo a las chicas hacia donde supongo que es la cocina.
Todos ya están en la sala de estar mientras yo estoy en la cocina preparando mi salsa especial para papas fritas. Camino con dos bandejas en mis manos y las ubico en un pequeño espacio que encuentro. Hay demasiada comida que una mínima parte de mi quiere sentirse culpable por Cole, esa mínima parte es desechada por el rugido de mi estómago. ¡Adiós culpa, hola pizza!
Miro alrededor, no veo a Cole por ninguna parte, me encojo de hombros y me acerco para sentarme en un sofá que se ve demasiado cómodo y no se porque ha sido estratégicamente ignorado. Estoy apunto de sentarme cuando todos, menos Frankie, me quedan viendo y luego miran a alguien atrás de mí, solo veo a Cole, nada fuera de lo normal. Procedo a sentarme mientras mastico mi pedazo pizza.
Todos me siguen viendo cuando Cole dice: —Ese es el sofá.
Frunzo mis cejas en señal de confusión, acomodo mis piernas encima de los laterales del sofá: —No me digas, Sherlock. Juraba que era un iceberg para osos polares.
—No lo entiendes, es el sofá.
—Pero, ¿qué dices?
—Que es el sofá.
El silencia que hay después de esa frase se alarga, me quiero reír irónicamente porque no entiendo que diablos está pasando y todos me miran como si hubiera hecho un crimen. Y empiezo a ver un par de sonrisas escondidas en los rostros de todos los presentes. Miro a Frankie en busca de ayuda pero tiene la misma mirada confundida que yo.
Todos menos ella se empiezan a levantar.
—¿Qué es esto? ¿Algún ritual de secta diabólica? ¿Van a ofrecer mi alma al demonio? —digo mientras empiezo a incorporarme del asiento.
—No —dice Blake, que, junto con todos, ya está a un metro de mí—, vamos a hacer algo mejor.
—¿Qué? —grito exasperada.
—Te vamos a tirar a la piscina —grita una de las porristas.
Mi cerebro no termina de procesar la frase cuando los chicos me levantan del asiento y me llevan hacia afuera. Corriendo.
—¿Pero qué demonios hacen? ¡SUELTENME, DIABLOS! ¡QUÉ CARAJOS! —pataleo y me sacudo lo más fuerte posible —. ¡A MI NO ME VAN A TIRAR A NINGUNA PISCI-!
Boom. ¿O mejor digo splash? O quizás solo…
—¡A LA MIERDA CON TODOS USTEDES! ¿QUÉ CARAJOS LES PASA? —grito apenas salgo del agua y cojo unas grandes bocanadas de aire.
Solo te diré una cosa sobre meterte en una piscina en inicios de Noviembre.
No.
Lo.
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Heaven, Hell, Heather
Teen FictionHeather Weiss tiene varias razones para estar en contra del chico que vomitó en la puerta de su cabaña. Y a nadie debería sorprenderle eso. Digo, ¿alguna vez has visto a Heather Weiss en estado pasivo? No, no lo creo. Así que, si esperas que Heat...