Capítulo 9.

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No puedo evitar acercarme a él para olerlo. Mmm... Blue de Jean Paul Gaultier. Ese perfume es pura virilidad. Mis dedos pasan por su columna desnuda y veo como dormido se retuerce por las cosquillas.

Me envuelvo en una sábana para recoger mi ropa interior e ir al baño. El problema es que mi ropa interior no está en el suelo. Ni en la cama. Ni en la nevera. Aferro más la tela blanca a mis pechos y pongo rumbo a la aventura en busca de las bragas perdidas.

Las bragas perdidas. Ese podría ser un buen título para una historia.

En cuanto abro la puerta para buscar en lo que creo que es el comedor, me encuentro con una imagen que hace que todos los recuerdos de la noche anterior vengan a mi.

Imágenes de Miles y yo besándonos en el pub, metiendonos mano y olvidándonos de todo lo que nos rodeaba cruzan mi subconsciente. Miles se ofreció a hacerme pasar un buen rato y tentada por esa promesa acepté dejando que me arrastrase a un taxi. No sabía a donde íbamos, pero me daba completamente igual. Estaba perdida mirando sus ojos claros con tan poca luz ambiental.

Mi siguiente recuerdo es estar compitiendo con Miles para ver quién comía más helado, eso finalizó en una guerra de comida para después caer al suelo con dolor de tripa.

Él me dijo que me diese una ducha si quería, y fue lo que hice por que tenía toda la ropa y piel llena de helado. Después de que saliese del baño, se metió él para quitarse el dulce derretido de su cuerpo escultural. Estuve apunto de meterme con él para quitarse los restos con la lengua, pero repito, la violación no entra en mis planes. Como mi ropa estaba manchada de helado, y mi ropa interior también, me metí así en la cama. Después de eso, me quedé dormida.

Seguramente Miles se metió en la cama más tarde.

Vuelvo al dormitorio y él hijo de mi jefe sigue durmiendo placidamente con una sonrisa en sus labios.

— Mmm... Me encantaría un blowjob —murmura en sueños.

Pongo los ojos en blanco al darme cuenta que todos los hombres son iguales, incluso él. Y aunque desearía despertarlo con eso que pide, no lo voy a hacer. Esto no es un sueño erótico, es la realidad. Mis acciones tienen consecuencias y no puedo ir haciendo el cabra o la zorra por el mundo.

Me voy al armario, cojo la primera camiseta que encuentro y la deslizo por mi cuerpo para después robarle unos boxers blancos. Ahora que ya estoy menos desnuda, decido volver a dormir. La resaca sigue haciendo estragos en mi mente y lo mejor es dormir la mona.

Mis sueños se van a un lugara precioso en el que Miles está en unos vaqueros desgastados y descaderados. Solo vaqueros. Sin nada debajo. Me mira mordiendose el labio mientras camina con paso decidido seduciendome con sus ojos claros destacando sobre su piel levemente bronceada insinuando una sensualidad sofocante.

Escucho un grito y abro los ojos de inmediato. Miles está en el suelo tapándose la entrepierna con las manos y mirándome con los ojos como platos.

— ¡Hola! —sacudo la mano riendo claramente divertida por su expresión—. ¿Cómo has dormido? ¿Qué tal la resaca?

— B-bien —tartamudea y coge la sábana para envolverse quitándome las vistas. Le hago pucheritos y él se sonroja—. ¿Por qué me miras así?

— Ayer no te tapabas —apoyo la cabeza sobre mis manos y balanceo mis pies con la típica pose adolescente—, al contrario, recuerdo como te desnudabas para mi.

El efecto de mis palabras es completamente adorable. No puede estar más rojo. No sabe donde esconderse. Me mira desde el suelo y después desvía la mirada abajo como si el parqué fuese más interesante que tener a una chica en su cama dispuesta a dejarse hacer lo que quiera .

Las 10 reglas sobre el sexo [L10RSES] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora