Cuando abro los ojos no veo nada.
Oh, mierda. ¡Me he quedado ciega!
En el momento en el que mi móvil se ilumina respiro aliviada al saber que puedo ver y solo es que el dormitorio está a oscuras.
Estiro el brazo para alcanzarlo y me doy cuenta de que tengo tres llamadas perdidas de...
— ¿Miles? —pregunto al contestar la llamada.
— ¿Dónde estás? —pregunta directamente, con un falso tono calmado.
Me tapo la boca avergonzada de mi olvido; hoy es sábado, son las siete y media de la tarde y se supone que yo tenía una sex date con el hijo de mi jefe hace media hora.
— He estado enferma —miento.
No tengo ni idea por que he dicho eso, sería mucho más fácil confesar que he pasado una noche de perros y al llegar a casa me he quedado dormida hasta que su llamada me ha despertado. Pero claro, yo nunca hago lo fácil.
— Oh —esa es su respuesta—. Espero que te mejores. Nos vemos el lunes.
— Miles —llamo su atención intentando que la cita no se vaya al garete—. Si me das media hora puedo ir, ya me encuentro mucho, mucho, mucho mejor.
Ríe al teléfono y casi puedo imaginarlo lamiéndose los labios, eso hace que me revuelva en mi sitio conteniendo una sonrisa boba. Parezco una madita adolescente al teléfono con el playboy del instituto.
— Te espero —dice finalmente—, pero no tardes.
— ¿Te aburres sin mi?
Como respuesta obtengo una carcajada. Nos despedimos y rápidamente me dirijo a la ducha para prepararme para la esperada cita. No tengo tiempo de lavarme el pelo, pero me lo lavé ayer, así que aún está presentable. Doy gracias a estar depilada y a que mis uñas estén pintadas, es mucho trabajo adelantado. El primer paso es lavarme los dientes y la cara. Cuando empiezo a desvestirme, me doy cuenta de que no llevo bragas. Miles se ha quedado mis bragas de encaje. Una sonrisa maliciosa se me escapa de los labios imaginándome al hijo de mi jefe guardando mi ropa interior en el bolsillo.
"Niño malo" —le reprende la Lara lujuriosa.
Al salir del baño voy directa a mi armario, no tengo ni idea de que ponerme, no quiero pecar de ostentosa. Miles me ha invitado a cenar a su casa así que supongo que debo ir informal. La primera ropa interior bonita que encuentro es lo que me pongo sin dudar, después me decido por unos vaqueros claros, una camiseta color jade y unas Converse. Lo sé, no es un calzado sexy, pero llegaré antes en zapato plano que en tacones. Ato mi pelo en una coleta, suelto unos mechones en la parte delantera y me centro en el maquillaje. Después de dormir todo el día hago buena cara, así que solo me pongo un poco de colorete y brillo de labios. Cojo el móvil, las llaves de casa y las del coche; saliendo de casa e ignorando por completo a Savannah y Mackenzie.
No sé si es porque tengo prisa o porque llevo todo el día durmiendo, pero tengo la sensación de que el ascensor va exageradamente lento. Conduzco casi al límite de velocidad al que puede ir mi Ford Cortina, que ni de broma se acerca al límite legal. Debería cambiar de coche, es patético que mi vehículo sea el que usaba mi madre en su época moza.
Por un segundo me da la sensación de que me he perdido, pero un edificio amarillo cercano al apartamento de Miles me vuelve a orientar. Aparco el coche en la primera plaza de parking libre y le pongo la alarma. Al llegar frente al edificio, pero me doy cuenta de que no sé en que piso vive. Cuando dormí aquí bajé directamente al parking en el ascensor.
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Las 10 reglas sobre el sexo [L10RSES] ©
ChickLitLara White es una chica que, después de descubrir a su novio siéndolo infiel, decide darle un cambio a su vida: ser más espontanea, más atrevida, más lanzada. Gracias al trabajo que su madre le ha obligado a aceptar, conoce al hombre de sus sueños...