Capítulo 1. Incidentes en la cafetería de la familia Lie.

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Capítulo 1. Incidentes en la cafetería de la familia Lie.

—Circe en la mesa 4 derramaron café ¿Puedes ir a limpiar, mientras termino esto? —Artemisa asomó la cabeza por el pasillo que llevaba a la cocina.

—Claro, voy en seguida.

Lo que más me dolía de dejar de ser bruja, era que no podía usar mis poderes para ayudarme (solo los usaba cuando estaba en privado). Me tocaba limpiar el reguero que algunos clientes dejaban manualmente. Había dejado de tener manos suaves y lindas, pues el jabón y demás cosas me las habían arruinado.

Limpié el café regado de la mesa cuatro, lugar en donde una vampiresa estaba estudiando. Todos sus apuntes se había empapado con el café, la pobre chica estaba echa un mar de lágrimas.

— ¿Eran muy importantes esos apuntes? —dije quitando los pedazos de vidrio.

—Era un trabajo para exentar un examen súper difícil —tomó una de las pocas servilletas que no estaban húmedas—. Llevaba trabajando más de dos meses en esto.

Me daba tanta pena verla así. Por primera vez en mi vida usaría mis poderes para ayudar a alguien que no fuera yo.

—Tengo una amiga que es bruja. Si tú quieres puedo llevarle tus hojas para ver si puede regresarlas a su estado original —desvié la mirada. Ser amable era algo nuevo en mi vida—. Si ella llega a arreglarlas, te las doy mañana aquí.

— ¿Harías esos por mí? —Regresé la mirada a la pobre niña. Tenía el resplandor de la esperanza en sus ojos.

—Sí, déjalo allá en la barra y yo lo guardo para después.

—Gracias —de pronto la niña me abrazo—. No sabes cuánto te lo agradezco —me soltó—. Dile a tu amiga que le pagaré si me ayuda.

—Seguro que en otros tiempos rechazaría tu dinero, pero en estos tiempos mi amiga no se puede dar el lujo de rechazar dinero.

Era verdad, tenía que comprarme una nueva base bb porque la que tenía se había terminado hacía algunos días. Mi situación financiera no era la mejor en estos momentos.

—Ah por cierto, me llamo Marisa Paganini.

—Yo soy Circe Cross —le sonreí.

Ese sentimiento era nuevo, no sabía cómo se llamaba, pero me gustaba sentir que podía ayudar a otras personas.

— ¿Tú eres bruja como tu amiga? —dijo la chica tomando sus hojas entre las manos.

—No, yo soy una loba, pero admiradora de aquella bruja dueña de la gran empresa de cosméticos.

—Pues qué lindo nombre.

Esa era la excusa que se me había ocurrido para justificar mi nombre. Aunque no era mentira de todo, porque yo era una admiradora de esa gran mujer y su historia de grandeza.

Aquella chica dejó su carpeta en la barra como se lo pedí, yo tomé una bolsa plástica y la dejé en mi locker. Dejaría ese trabajo para cuando regresáramos a la habitación del campus.

Cuando Marisa salió de la cafetería, volteé el pequeño cartel de la puerta para indicar que ya habíamos cerrado. Era relajante ver cuando el último cliente salía por esa puerta, porque eso significaba que estábamos a minutos de cerrar y poder regresar a casa, pero, aquella noche la vida tenía preparada una sorpresa para mí.

Artemisa había tenido que salir antes que yo de la cafetería porque debía terminar un trabajo importante. Me tocó cerrar el local a mí, porque sus padres habían salido a comprar insumos y se les había hecho tarde.

Secretos de Alfas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora