Capítulo 6. La Luna y La Muerte.

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Estar sola con el Alfa, me ponía nerviosa. Mi cerebro de bruja decía que debía salir corriendo de ese lugar pero mi olfato de loba decía que debía quedarme para comer de ese pastel.

— ¿Qué lo trae de nuevo a mí? —dije sentándome en el taburete que estaba al lado de él.

—Ya te lo dije antes —exclamó tranquilamente mientras dejaba el pastel sobre la barra—. Tenemos que hablar.

—Pero mi padre le dijo que no quería verlo de nuevo aquí ¿qué le hizo cambiar de idea?

—Sé que él no está —me sonrió—. Además yo no recibo ordenes de un Delta.

— ¿Y por qué no vino en la mañana cuando él estaba? —Dije con un tono de malicia—. Creo que después de todo si siguió la orden que le dio.

— ¿Eso crees? —dijo aun sonriendo.

—Claro, no veo otra razón para que apareciera ahora; cuando no hay nadie más en la casa.

Me levanté del taburete, y comencé a caminar hacia el lado contrario de la barra. Por alguna razón creía que esta conversación ameritaría un trago.

— ¿Quiere tomar algo? —exclamé con una sonrisa en la cara.

— ¿Sirven alcohol en este lugar?

—Después de la nueve —miré el reloj—, y ya son las nueve y media, así que dígame ¿qué quiere que le sirva?

—Tomaré un whiskey en las rocas —dijo con voz ronca.

Hice lo que me pido, un simple vaso de hielo con Whiskey. Me parecía bastante sencillo, a decir verdad yo esperaba que me pidiera algo elaborado y fuerte, porque él parecía la clase de hombre al que el alcohol no le hacía mucho efecto, y disfrutaba hacérselo saber al mundo. Por mi parte, yo me prepare algo que desde hacía muchos meses no probaba.

Comencé llenando un vaso de vidrio con hielos, saqué la botella de vodka que estaba bajo la barra y vertí dos porciones en el mismo vaso, en seguida agregué cuatro partes más de crema para batir (pero aun en estado líquido), luego añadí una porción de licor de café con ron, al ultimo y solo para coronar mi bebida, agregué un toque de la tan deliciosa vainilla mexicana.

Ese delicioso aroma a vainilla inevitablemente impregno toda la cafetería. Aunque a decir verdad, la esencia solo hizo que el aroma se terminara de acentuar, porque desde que el Alfa había entrado pude percibirlo.

— ¿Cómo conseguiste vainilla humana? —El Alfa me miró confundido— ¿Cómo puede una delta comprar vainilla?

¡Mierda! Había cometido un grandísimo error. La vainilla humana era algo que solo estaba reservado para el consumo de la alta sociedad, ya que llevarla hasta nuestro mundo era muy caro. Cuando huí de mi palacio, decidí que sería una buena idea llevarme esa botella porque la necesitaría para mis días malos, esa era la manera en la que la había conseguido.

No había un camino fácil para esquivar esa pregunta y salir viva. Me estaba poniendo demasiado nerviosa, tenía que respirar y tranquilizarme para poder contestar. Conté hasta nueve, y entonces puede decir algo creíble:

—Conozco a una bruja que me regaló una pequeña porción —dije tratando de esconder mis nervios con una sonrisa—. Fue en la primavera pasada, cuando cumplí 19 años.

—Eres una Delta muy curiosa —le dio un trago a su bebida—. Lo más notable sin duda es tu nombre... Circe es un nombre ciertamente extraño.

— ¿Le disgusta mi nombre? —también bebí de mi vaso.

Secretos de Alfas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora