Capítulo 23. La Belva Nella Caverna

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—Pobre chico —exclamó una señora a mi lado—. No merecía morir de esa forma.

Giré para encontrar su rostro. Era una señora mayor, su cara estaba llena de arrugas y su cabello apenas y mantenía un tono café claro, pues sus cabellos acaramelados se escondían entre hilos plateados.

— ¿Sabe lo que sucedió? —exclamé curiosa.

—El amigo de mi hijo, Chris encontró el cadáver cuando salió del mar —señaló a un chico en una ambulancia—. En realidad yo no vi nada, solo vine a buscar las cosas de mi hijo Cal.

Si quería saber quién era la persona bajo esa sábana blanca que yacía sobre el piso, debía ir a hablar con el chico broceado de la ambulancia. Y a decir verdad se veía muy conmocionado.

Una manta gris envolvía su cuerpo. Sus brazos mantenían a sus piernas pegadas al pecho. Su mirada estaba perdida en la arena. Un oficial de policía trataba de hablar con el chico, pero él parecía no estar en la misma dimensión que todos.

—Señor Banks ¿Está escuchando algo de lo que estoy diciendo? —exclamó serio el hombre que lo interrogaba, mientras guardaba su pequeña libreta. Luego bufó molesto—. Es un caso perdido, este hombre aún está en shock, necesita ayuda profesional.

Sería muy difícil que el oficial de policía (tan agresivo), lograra si quiera que hacer que el chico bronceado, pero para mí serían pan comido. La magia atraía a los humanos, en especial a los de género masculino.

Las brujas teníamos un efecto similar al de las sirenas con los marineros, solo que nosotras no debíamos cantar; pues no somos payasos. A nosotras nos bastaba con un par de palabras y una mirada cautivadora para hacer que nos prestaran toda su atención.

—Eres Chris ¿cierto? —Exclamé en un tono dulce—. Me llamo Alessandra ¿Quisiera saber si puedes ayudarme?

En cuanto escuchó mi voz, el hombre de cabello dorado levantó la cabeza. Su semblante no era el mejor, pero al menos había logrado llamar su atención y con eso me bastaba por el momento. Solo hacía falta que me contestara a lo que había preguntado.

—Chris Banks —Estrechó su temblorosa mano con la mía—. Solo dime CB.

Me senté en el pequeño escalón de la ambulancia y lo miré a los ojos. La aflicción que sentía se me desbordaba por los poros, y eso me ayudo a verme más creíble. Aunque genuinamente me preocupaba saber si Erich era quien estaba bajo esa sabana.

— ¿Puedes contarme qué es lo que sucedió? —apreté mis labios.

El solo hecho de pensar que Erich podía estar ahí, me ponía mal. Tenía un nudo en la garganta; pues no quería escuchar que él estaba muerto, por eso las palabras no me salían de los labios. Pero tenía que continuar.

—Los policías no quisieron decirme si mi amigo es quien murió. Por eso me acerqué a ti, espero no te moleste.

Cuando el chico escuchó la palabra "amigo", se le escaparon un par de lágrimas de los ojos y se le resbalaron por las mejillas; hasta la comisura de sus labios. Definitivamente le dolía recordar lo que fuera que había sucedido.

—Decidimos venir antes del alba para montar algunas olas, luego cuando los primero rayos comenzaron a salir, Malibú dijo que necesitaba salir pero no dijo por qué —hizo una pausa, mientras me miraba con tristeza—. Luego cuando el sol salió por completo CJ y yo nos preocupamos por Malibú y salimos a buscarlo.

De pronto dejó de hablar, pues sus ojos se inundaron de lágrimas que no pudo controlar. Me levanté y coloqué mi mano sobre su espalda para tratar de consolarlo. Podía entender ese sentimiento de perder a un amigo, aunque estar en incertidumbre; era tres veces peor.

Secretos de Alfas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora