Capítulo 8. Llámame por mi nombre.

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A decir verdad estaba muy sorprendida. Me había dado cuenta que estaba siendo capaz de experimentar algo que nunca antes había sentido. Aunque me resulta muy difícil encontrar una palabra para nombrar ese sentimiento; cuando el Alfa estaba abrazándome.

Podía sentir como mi corazón se aceleraba a tope, era similar a como me sentía cuando estaba emocionada por lograr algo. De nueva cuenta en mi nariz se impregnó el aroma de la vainilla humana.

Me había quedado embobada en sus brazos. Por un instante olvidé mis problemas, era como si el mundo se hubiera detenido un par de minutos solo por nosotros. Inclusive en ese momento, la voz del Alfa se escuchaba como un coro de victoria.

— ¿Sientes lo mismo que yo? —Dijo sin soltarme—, o solo yo soy el que se siente así, como si el mundo se hubiera detenido.

—No, yo también lo siento —suspiré—, pero creo que es solo el efecto del alcohol.

No lo dije antes porque no lo vi necesario, pero esas botellas de alcohol no eran propiedad de la cafetería, no era alcohol para hombres lobo lo cual hacía que los afectara como a cualquier ser de este mundo.

Esas botellas las había escondido bajo la barra porque creí que ese sería el mejor sitio para ocultar mi botín de bebidas y pociones mágicas prohibidas en el mundo de los lobos. Por dichas razones no las podía dejar en la escuela. Con esto quiero decir que él alcohol que habíamos tomado, era licor mágico de brujas y en verdad nos alteraba el sistema.

—Ojala solo fuera eso —Dijo el Alfa con cierto tono de melancolía, mientras me alejaba de él—, pero esto es algo más profundo que el efecto del alcohol.

—Y entonces ¿qué sucede ahora? —me acerqué a la barra para sacar una de las botellas que tenía—. ¿Nos casamos y vivimos felices para siempre? —Serví el licor en dos pequeños vasos con hielo—, aunque personalmente no creo en esa cosa falsa del matrimonio —le di un trago a mi vaso—. Así que lo siento mucho alfa, pero esto no va a funcionar.

— ¿Crees que el matrimonio es algo falso? —Se acercó a la barra casi ofendido por lo que acababa de decir— ¿A caso tus padres no están casados?

— El amor no existe en mi mundo —me serví otro trago—. Y no sé si mis padres están casados porque ni siquiera los conozco.

—Pero dijiste que te llamas Circe porque tu madre admiraba a esa bruja —frunció el ceño—. Además, la mayoría de los Deltas están casados para poder sobrevivir.

Comencé a reírme nerviosa. El alcohol estaba haciendo que mis memorias como Alessandra Black; se entremezclaran con los recuerdos que había creado para Circe Cross.

Pero era cierto, en realidad nunca conocí a mis padres, y mi abuela siempre decía algo distinto sobre ellos cuando le preguntaba. Decía que habían muerto de camino a nuestro castillo. Incluso una vez me dijo que una gárgola los había asesinado en un callejón obscuro cuando estábamos saliendo de una función de teatro, y todo porque mis padres se habían negado a darle sus pertenencias.

Claro que después de una visita al mundo humano, entendí que esa historia era la de Batman el caballero de la noche; y yo obvio no era Bruce Wayne. Tras esa historia que mi abuela me contó, decidí dejar de preguntar sobre mis padres. Decidí creer que ellos sí habían muerto, pero que a mi abuela le dolía hablar sobre ese tema.

Pero ese era otro tema del que no podía hablar con el Alfa Éinar. Solo me quedó suspirar dándome cuenta de otro de mis errores y tratar de cambiar el tema.

— ¿Por qué no le gustan los Deltas? —Lo miré confundida—. Ellos son también miembros de su manada y debería tratarlos bien. No se supone que todos los integrantes de la manada son iguales e importantes.

Secretos de Alfas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora