Capítulo 20. Grian y Freya.

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Como ya se los había explicado antes, el tiempo en el mundo humano corría mucho exageradamente  más rápido que en Máni o Tesalia. En el mundo humano podían pasar meses, incluso allá: pero en Tesalia apenas pasaban unos dos o tres días.

Por eso no estaba en realidad muy segura de cuánto tiempo estuve durmiendo. Al despertar, el cuarto aún estaba un poco oscuro. No sabía en realidad si el sol se estaba ocultando, o si apenas iba a amanecer, tampoco sabía cuántos días habían pasado.

Estiré el brazo para prender la lamparita del tocador. Cuando la luz invadió el ambiente pude mirar a Erich durmiendo en un sillón que estaba frente a la cama. En su época no era bien visto que durmiéramos en la misma cama si no estábamos casados, pero a mí me daba lo mismo si decidía dormir conmigo; después de todo solo dormiríamos.

Me levanté para ponerle una mantita encima, pero en cuanto sintió que algo lo estaba cubriendo se despertó. Su primera reacción fue una que jamás creería, colocó su mano en mi cuello y ejerció presión. Sentí.

— ¡Qué haces! —grité enojada en cuanto me soltó—. Soy yo ¡Alessandra!

—Perdón —dijo muy apenado mientras se acercaba a mí—. Yo-yo no sabía en donde estaba; y pensé que tu querías matarme —su respiración se aceleró—. Lo lamento mucho yo-yo estoy muy apenado.

Su aroma era el de los arándanos mezclados con el de las rosas japonesas, ese era su aroma cuando se sentía triste o culpable. Me acerqué a él para abrazarlo; claro que lo entendía, alguna vez igual yo creí que me matarían.

—Perdóname yo-yo no sabía que-que eras tú —la voz comenzaba a quebrársele.

—Descuida, mejor duerme otro rato —despegué la cabeza de su pecho y limpié sus lágrimas—. Quiero que descanses porque mañana tenemos muchas cosas que hacer.

— ¿Mañana? —Miró el reloj que estaba sobre el tocador—. Si apenas son las seis y media de la mañana.

Volví la mirada hacia la ventana, me di cuenta que el sol no se estaba ocultando sino que apenas estaba saliendo. De nuevo miré a Erich y entonces lo cuestioné:

— ¿Durante cuánto tiempo dormí?

Erich rascó su cabeza mientras miraba al techo, siempre hacía eso cuando trataba de recordar algo.

—Creo que solo fue un día, o poco más; en realidad no lo sé yo también estuve dormido.

—Tenemos que irnos —tomé su mano—. Ahora que es temprano y no hay mucha gente.

La misión que por ahora era: salir del hotel sin que nadie nos viera. El primer pasó fue abandonar la habitación con mucha discreción, pero fue muy fácil pues a esa hora no había gente merodeando por los pasillos. El problema llegó cuando llegamos a la recepción, pues ahí sí que había gente.

Entrelacé mi brazo con el de Erich, nos haríamos pasar por dos turistas Alemanes que no hablaban ni una pisca de inglés, o cualquier otro idioma que no fuera alemán. No mucha gente en américa, específicamente en California hablaba alemán, por lo tanto no tendrían forma de hacernos preguntas.

Le pedía a Erich que mirara todo lo que le pareciera sorprendente, y yo hice mi parte, de esa forma logramos pasar desapercibidos. Las únicas personas que nos hablaron fueron los señores de la entrada, dijeron "Good Morning" y Erich respondió con "Guten Morgen".

Fue más fácil salir desapercibidos del hotel de lo que creía. En unos cuantos minutos ya estábamos caminando a un lado del mar, rodeados de la poca gente que apenas estaba caminando.

Secretos de Alfas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora