Me desperté antes del alba; no me dí cuenta en qué momento de la noche me quedé dormida mientras estaba dibujando. Había tratado de olvidar los acontecimientos del día anterior sumiéndome en el trabajo y, a juzgar por la cantidad de hojas que se encontraban desordenadas sobre el pequeño escritorio y también sueltas por el piso, había dibujado durante casi toda la noche. Mis manos y mis antebrazos estaban manchados de carbonilla, al igual que mi rostro al haberme quedado dormida sobre los bocetos, por lo que me desperecé lentamente mientras me levantaba de la silla y me dirigía al pequeño cuarto de baño para deshacerme de aquellas manchas. Necesitaba un baño antes de comenzar un nuevo día.
Una vez despabilada gracias al agua tibia que había ayudado a refrescarme, bajé al recibidor de la posada y me senté en una de las mesas para desayunar. El encargado del lugar se acercó a mí y me trajo una bandeja con una jarra de café griego y un poco de leche, además de un exquisito pan de pita con queso y aceitunas. Le agradecí en mi idioma y con una inclinación de cabeza,para luego disponerme a probar esas delicias culinarias. Disfruté de aquellos novedosos sabores para mí , y de uno de los desayunos típicos del país, luego de lo cual tomé mi bolsa y me dirigí hacia la salida de la posada. Podía observar que los rayos del sol entraban a través de la ventana del lugar, iluminando cada uno de los rincones del mismo, y haciéndose un poco más intensos a medida que pasaba el tiempo; tenía que aprovechar el buen tiempo para salir a dibujar, pero esta vez no cometería la imprudencia de alejarme demasiado, por lo que me quedaría en la fuente que estaba cruzando la calle y en la que el día de ayer realicé mis primeros dibujos.
Salí a la pequeña acera mirando hacia ambos lados, y aspirando el aroma dulce de las flores de los puestos cercanos, que se mezclaba con el delicioso aroma de los panificados y también de las comidas, que estaban comenzando a prepararse en el mercado. Con aire decidido, crucé la calle y me senté en el borde de la fuente, donde inmediatamente me puse a realizar algunos trazos; en esta oportunidad, había pensado en diseñar un vestido veraniego en colores pasteles, que hiciera juego con un bolso de mano y una sombrilla, todos con bordados de brocados y puntillas. En eso estaba enfrascada, que no noté que una figura alta, elegante y ataviada con una armadura dorada se acercaba a mí.
_Buenos días Fluorite, ¿cómo has estado? _ , dijo el Santo de Aries, mientras hacía una reverencia respetuosa.
_Oh, Mon Dieu... ¡Muy buenos días Señor Shion!_ , le respondí un tanto sorprendida al no haber notado su presencia.
El Ariano me dedicó una sonrisa dulce y amable antes de volver a hablar.
_Parecías muy entretenida y concentrada con tu tarea, y no quería interrumpirte... Dime, ¿Cómo estuvo tu primer día en Grecia?_ , me dijo con suavidad e interés en su voz.
Al instante que él terminó de pronunciar aquellas palabras, me quedé inmóvil y me sentí palidecer; tragué saliva y mi corazón dió un vuelco dentro de mi pecho al recordar por un momento, aquel incidente que parecía haber enterrado dentro mi subconsciente pero que ahora, volvía a aparecer en mi memoria. De inmediato, el Santo dorado de Aries notó ni repentino cambio, y en un intento de confortarme, tomó una de mis manos con preocupación, misma expresión que se dibujó en su rostro al dirigirse nuevamente a mí.
_¡Por todos los dioses, Fluorite, te encuentras bien?! ¿Cómo es que ha sucedido eso?_ , exclamó consternado Shion, al mismo tiempo que me examinaba rápidamente con la mirada en búsqueda de algún tipo de herida, tras lo cual, su atención se fijó en mis muñecas, que ahora lucían máculas violáceas, evidenciando los hematomas producidos por la presión que se había ejercido sobre ellas.
Nerviosa, traté de cubrir con mis manos las evidencias del ataque sufrido el día de ayer, bajé la vista al suelo, suspiré y luego de un par de minutos, miré al caballero dorado que tenía frente a mí y esbocé una sonrisa para intentar calmar un poco su preocupación.
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Y llegaste tú (COMPLETA)
FanfictionNo tengo mucha experiencia en el amor, pero la primera y única vez que me he enamorado, mi corazón sufrió la amargura de no ser correspondido... Ahora, trato de seguir adelante y que los dioses decidan mi destino...