Me niego a estar solo

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Luego de encontrar a Fluorite en las escaleras del Templo de Aries y haber tomado la decisión de hacer caso a la propuesta de Kardia, tenía que encontrar la manera de ir acercándome poco a poco a la joven francesa, para conocerla mejor y que ella pudiera tratar conmigo a menudo. Shion ya me había ganado de antemano con lo de las lecciones de griego, pero no me daría por vencido; haría lo posible por acercarme a ella. Aries no me arrebataría mi única oportunidad de tener un poco de felicidad en mi solitaria vida. 

_Me alegro mucho que estés aprendiendo griego, Fluorite; Shion sin duda ha sido muy amable en ofrecerse a enseñarte... ¿Estás ocupada ahora? Me gustaría que conversáramos un momento, si te parece bien_ , le dije con amabilidad y una leve sonrisa en mis labios. 

_No, Señor Degel, supongo que estoy en mi descanso ahora que he terminado con las lecciones de griego el día de hoy, así que ¡podemos conversar sin problema! Dígame, ¿todo está bien? ¿Ha sucedido algo? _ , respondió la joven con un deje de preocupación en su voz. 

_Nada de eso, Fluorite; por favor, vamos, acompáñame hasta el Templo de Acuario así podremos conversar con mayor tranquilidad_ . 

Hice un ademán con mi mano para que me siguiera; mientras nos dirigíamos hasta la Décima Casa Zodiacal, ella comentaba lo asombrada que estaba con aquellos magníficos edificios cuya arquitectura estaba decorada con bellas estatuas y bajorrelieves. El tono de su voz, que dejaba traslucir el entusiasmo debido a la lozanía de su juventud, me hizo voltear a verla. Se veía preciosa con su piel tersa y nívea, sus labios rosados que se curvaban en sonrisas cargadas de una inocencia infantil...Llevaba un vestido de verano de color lavanda ceñido a la cintura a la usanza francesa de la época que resaltaba sus curvas... Aquella visión, que la hacía parecer una ninfa o una criatura angelical dotada de una belleza casi sobrehumana, casi comparable a la de una diosa, me estremeció por un instante, provocando que el calor se hiciera presente en mis mejillas. ¡Oh, dioses! En mi vida me había sucedido esto; siempre me había jactado de que el frío y el hielo me acompañaban adonde quiera que fuera, y que reinaban en la soledad de mi Templo. Tuve que desviar la mirada hacia el lado opuesto para que Fluorite no notara que mi rostro había cambiado en algo su expresión; estaba seguro de que me había sonrojado. 

La joven francesa, pareció adivinar mi pensamiento y se giró a mirarme; al notar que había estado observándola, sus mejillas adquirieron un tono ligeramente rojizo, al igual que sus labios, los cuales se tornaron de un color comparable al de una cereza madura, lista para ser degustada, y que pude vislumbrar poco antes de girarme para que ella no viera mi reacción. Por Athena... la visión de esa imagen está ejerciendo efectos devastadores en mí... está provocando que mis sentidos, los cuales creía dormidos, despierten y salgan de su letargo.  

Se veía tan hermosa y adorable, que sólo me daban ganas de protegerla de todo mal. 

Continuamos el camino hacia el Templo de Acuario entre pequeñas charlas, que eran interrumpidas por silencios levemente incómodos, los cuales nos impulsaban a mirarnos y dirigirnos sonrisas, así como miradas furtivas. 

Una vez que arribamos a la Décima Casa Zodiacal, ingresamos y cruzamos el salón principal que llevaba hasta la biblioteca; allí invité a Fluorite a tomar asiento en el pequeño salón contiguo y yo me senté en el sillón que se encontraba frente al suyo. 

_ Te preguntarás cuál es el motivo por el cual te he traído hasta mi Templo para conversar... pues bien, quiero proponerte algo, Fluorite... Si bien Shion se me adelantó con las lecciones de griego, pienso que mi propuesta va a interesarte... Sé que necesitas inspiración para poder realizar los bocetos para tus futuras creaciones, y también necesitas disponer de un sitio en el cual puedas dibujar con total tranquilidad, así que oficialmente, te ofrezco utilizar este salón para que puedas llevar a cabo tus ideas; aquí encontrarás todo lo que necesitas para trabajar, e incluso también podrás tomarte un descanso y leer el libro que desees de la biblioteca de Acuario, está a tu disposición... Así que, ¿qué me dices, Fluorite? _ , le dije con decisión en mi voz,  tratando de disimular la ansiedad por su respuesta, y el temor que había comenzado a crecer dentro de mí, el temor de que ella rechazara mi ofrecimiento.  

Y llegaste tú (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora