Si no es muy tarde

110 9 9
                                    

Realmente me parecía increíble que estuviera en esta situación. Jamás creí que fuera capaz de atreverme a hablar con ella y proponerle lo que le acababa de decir. Por todos los dioses,debo haber enloquecido para hacer una declaración como ésta en este momento; este cambio de actitud en mí definitivamente está influenciado por Kardia. Pero no puedo culparlo, sé que todo lo ha hecho en su afán de ayudarme y sacarme de mi soledad, de esta vida solitaria que es la única que conozco desde que mi maestro partió.
Ahora me encontraba aquí en mi Templo, frente a la niña que había conocido años atrás y que ahora se había convertido en una hermosa y fascinante mujer y que, debía admitirlo, me estaba robando el sueño en más de una noche, mientras me hacía suspirar durante el día.
Para poder conversar con Fluorite con mayor tranquilidad, la invité a pasar al interior de mi Templo; no quería que oídos indiscretos aparecieran de improvisto e interrumpieran lo que por fin estaba animándome a expresar. Nos quedamos en el salón principal para continuar nuestra conversación.
_Fluorite, en verdad creo que tú eres la persona indicada para acompañarme en este momento; al igual que tú soy inexperto en estas cuestiones de las relaciones humanas y el romance, pero he llegado a un punto en mi vida en el que necesito poder expresar aquellos sentimientos que durante toda mi vida me he esforzado en mantener lejos de la vista del mundo... Es hora de ir dejando atrás la máscara de frialdad que he construído,y es por eso que estoy convencido de que eres la mujer adecuada para devolverle la calidez a mi vida. Tu dulzura, tu alegría por vivir y tu capacidad de superación han despertado en mi alma sensaciones que creía perdidas desde mi infancia... Por eso, si los dioses me han dado esta oportunidad de tener algo de felicidad en mi vida, no voy a dejarla ir. Fluorite, por favor, permíteme, si no es muy tarde, poder enmendar aquellas cosas en las que me he equivocado, ser el hombre que tú elijas para compartir tu vida, aquel que cuide tu alma; sólo te pido una oportunidad para demostrarte que puedo hacerlo... _ .
Degel colocó una de sus manos sobre una de las suaves mejillas de la joven, y le proporcionó una delicada caricia, tras lo cual con su pulgar, extendió dicha acción al labio inferior de la francesa, que automáticamente se entreabrió, respondiendo al estímulo táctil que estaba recibiendo.
Los ojos azules de Fluorite de abrieron sorprendidos de par en par y permanecieron fijos sobre la mirada violácea del caballero de Acuario, negándose a parpadear para no perder ni un solo segundo de la visión de aquel hombre que tanto la atraía y que tanto admiraba,y que se encontraba allí frente a ella, tan maravillosamente atractivo y a la vez tan hermosamente imperfecto, desnudando su alma, el único sitio que él se había esforzado por mantener inaccesible a los ojos del mundo durante toda su vida.
Degel se acercó con cautela a Fluorite, con cuidado de no asustarla,y colocó una de sus manos en la cintura de la joven, atrayéndola con suavidad hacia él, para finalmente centrar su atención en los femeninos labios, que con su color rojizo producto del rubor de la muchacha, lo seducían a tal punto, que ya no pudo permanecer ni un segundo más lejos de ellos. El caballero de Acuario hizo desaparecer, en una fracción de segundo, la corta distancia que lo separaba del cuerpo de la joven francesa,para finalmente, tomar la iniciativa de besarla una vez más; de verdad, esta vez. Se tomó su tiempo para acariciar y saborear con lentitud aquellos suaves y tentadores labios, cada rincón de la boca de Fluorite, mientras ella correspondía a su beso, y se dejaba guiar por él, que poco a poco, aumentaba la intensidad de aquel beso, y que amenazaba con consumirles todo el oxígeno de sus pulmones con cada minuto que incrementaba su duración.
Ambos jóvenes se sumieron en un instante mágico y único para ambos, donde el mundo parecía haber desaparecido, y no hubiera absolutamente nadie más en aquel recinto de atmósfera glacial, pero que en ese momento, no incomodaba a ninguno de los protagonistas de la romántica escena.

Fluorite estaba viviendo el sueño que secretamente había albergado en su corazón desde su niñez, cuando lo vió por primera vez en esa fiesta en la que estaba sirviendo como sirvienta, haciendo equilibrio con la bandeja repleta de copas entre los invitados a la gran tertulia en la casona de Madame Garnier.
En cuanto lo vio entrar, ataviado en esas ropas de seda a la usanza de la época, con ese porte de caballero valiente y majestuoso, con su larga cabellera verdosa meciéndose con la fresca brisa de la noche parisina, inmediatamente quedó deslumbrada. Pero lo que sin dudas la cautivó por completo,fue aquella mirada violeta única, de un tono que no había visto jamás,casi hipnótica; eso sumado a la actitud casi heroica que él había demostrado tener, al defenderla en público de aquel invitado que intentó hacerle daño por derramar el contenido de las copas sobre su costosa chaqueta.
Él, un caballero noble se interesaba en una simple criada. Aquel gesto que había tenido hacia ella, fue inolvidable, y lo que selló para siempre el cariño hacia él en su corazón de niña. Dicho sentimiento fue creciendo a la par suyo; floreciendo al igual que ella a medida que iba alcanzando una primavera más de vida, e incorporándose al mundo adulto en el que siempre había soñado triunfar, como se lo había propuesto a sí misma y también para homenajear a su padre.
Había soñado durante tantos años con los besos del caballero de Acuario, fantaseado con estar entre sus fuertes brazos, sentir su cercanía y su protección. Junto a él no volvería a sentirse sola y nadie trataría de hacerle daño. Estaba segura de que Degel era el hombre que su padre hubiera aprobado para ella. Se sentía tan feliz y afortunada, con el corazón lleno de ese amor tan profundo e intenso que había cultivado en secreto durante tantos años, que le parecía estar viviendo un sueño. Agradecía a Dios el haberle concedido esta oportunidad de estar al lado de un hombre tan correcto y maravilloso como lo era Degel, y rogaba que él le correspondiera. Esperaba tener la dicha de escucharlo susurrar dulces palabras de amor hacia ella, mientras la estrechaba entre sus brazos... Le daría tiempo para asimilar la nueva situación y para acostumbrarse a la expresión de sus sentimientos, los que siempre había tratado de ocultar del mundo. Y además, también se daría tiempo a sí misma, para ver si lo que estaba viviendo era la realidad o simplemente una de sus fantasías de adolescente.

Y llegaste tú (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora