Si fuera fácil

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Hacía un par de días que no veía a la joven que ahora se había hecho presente en la recámara del Patriarca, luego de nuestro último encuentro, en el cual literalmente la saqué a rastras de la cama en la cual yacía, dejándose morir lentamente debido a la melancolía. Estaba tan delgada como la última vez que la ví, todavía con oscuros círculos bajo sus ojos castaños, que aún se notaban hinchados seguramente por la gran cantidad de lágrimas que derramó desde esa trágica noche en Jamir, y la palidez de su piel la hacía ver como si fuera una aparición fantasmal.
La joven médica avanzó hacia nosotros, vestida con su uniforme de sanadora y su cabello, un tanto opaco aún por el tiempo que lo había descuidado, se encontraba recogido en la clásica cola de caballo que solía utilizar mientras realizaba sus labores. Más todavía era fácil darse cuenta que aún su alma no había sanado de la pérdida del hombre que había cautivado su corazón, y eso se reflejaba en su mirada. Eran los ojos más tristes que había visto en mi vida...era más que evidente que ella se encontraba a medio vivir. Si bien no se la veía en su mejor forma, me alegraba ver que poco a poco ella volvía a retomar su vida; realmente quería verla salir adelante, más ahora después de conocer lo que el Patriarca nos acababa de revelar. Natalie iba a necesitar de toda nuestra ayuda para no volver a caer en las garras de la melancolía; no podía bajar los brazos ante la adversidad, puesto que llevaba consigo una parte de Ásmita que siempre estaría con ella en su interior.
Al ver a la muchacha, Sage se levantó de su silla de un salto, al mismo tiempo que esbozaba una sonrisa paternal y se acercaba al encuentro de la joven con los brazos abiertos, para luego estrecharla en un abrazo cariñoso, como el de un padre que recibe a un hijo.

_¡Natalie, mi niña! ¡No sabes cuánto me alegra verte! ¡Estoy tan feliz de que por fin hayas decidido salir a retomar tu trabajo! Sabes que Ásmita estaría muy feliz de ver que has salido adelante... Además, ¡gracias a ti es que estoy de pie nuevamente y con fuerzas renovadas para hacer frente a Hades y a su ejército! Te debo la vida, muchacha, y te agradezco todos los esfuerzos y los sacrificios que has hecho para salvarme de las garras de la muerte... Ahora bien, mi niña, te he citado aquí para que hablemos; debo darte una explicación a todos los acontecimientos que han ocurrido y a todos los interrogantes que seguramente tienes... Todo eso terminará aquí y ahora, te lo aseguro... _ , dijo Sage con dulzura en su voz, mientras con un gesto nos indicaba a Shion y a mí que los dejáramos a solas; quería conversar tranquilo con Natalie, ya que ella tendría muchas cosas que asimilar luego de esta conversación.
Mi compañero de armas y yo asentimos en respuesta al gesto del anciano líder, y a paso lento nos dirigimos hacia la salida de los aposentos de Sage. Al pasar junto a la joven sanadora, no pude evitar dirigirle una mirada en la que mi corazón dejaba traslucir la pena por ella y la situación en la que se encontraba. Esperaba que la noticia que estaba por recibir por parte de Sage no fuera demasiado para ella, y que la utilizara como incentivo para sobrellevar esta tribulación que se había desatado en su vida. Natalie me devolvió la mirada, y pude notar que me interrogaba inconscientemente a través de sus grandes ojos castaños. Su curiosidad innata quería dilucidar tanto hermetismo.

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El tiempo fue pasando lentamente, así como los acontecimientos se iban sucediendo en el Santuario, atravesado por la Guerra Santa y la tragedia que dejaba a su paso en las vidas de todos. Luego de la reunión en el Templo del Patriarca, hubo muchas cosas a las que tuvimos que enfrentarnos que nos marcaron a fuego en el alma: para empezar, teníamos que asumir que a medida que la batalla se encarnizaba, más bajas se producían, y eso significaba que nuestro número disminuía progresivamente, lo cual dejaba al Santuario cada vez más desprotegido, al quedar menos caballeros dorados, cuyas habilidades eran las más fuertes. Desde que había sido herido esa noche en la que Hades se hizo presente en nuestro sagrado recinto, Sísifo de Sagitario continuaba inconsciente, a pesar de los esfuerzos de los sanadores por hallar una solución para su condición. Pero era de esperar que él no se recuperara, ya que había recibido una flecha impregnada con el poder del mismo Dios del Inframundo directo en el corazón, y eso no sólo dañó su cuerpo, sino también su alma. Me aflige el hecho de ver que el tiempo pasa y que mi compañero de armas no logra despertar de su letargo; él no merece que sus días terminen de esta manera. Tiene que recuperarse y así entrar a la batalla y sumar su fuerza y sus habilidades a las nuestras; lo necesitamos tanto...
El destino parece haberse ensañado con nosotros, ya que además, otro que había sido víctima de las calamidades de la Guerra Santa, fue Aldebarán de Tauro. El guardián de la segunda casa zodiacal había tenido un enfrentamiento con el espectro Kagaho de Benu, tras lo cual resultó muy malherido y, no habiéndose recuperado de las heridas sufridas en esa oportunidad, debió enfrentarse una vez más a las huestes de Hades. Dos espectros llegaron al Santuario con la orden de eliminar a Tenma de Pegaso, el discípulo de Dohko de Libra, y quien además tenía una conexión con el Dios del Inframundo desde la era mitológica, lo que hacía que fuera el único capaz de herir su cuerpo. Por tal motivo, el muchacho se había convertido en blanco de atentados por parte del ejército de Hades. Aldebarán, con su noble corazón, les hizo frente a los verdugos de Pegaso, y dió su vida para protegerlo, al igual que a sus discípulos. Fue un golpe muy duro para todos, saber que un hombre tan fuerte como Tauro había perecido... Cuando ocurrió, todos nos dirigimos hacia el lugar donde se había desarrollado la batalla, incluso Natalie desobedeció las órdenes del Patriarca de que no saliera de la casa del Anciano Sanador donde desempeñaba su tarea, para intentar salvar la vida de Aldebarán. Pero ya no había nada que hacer.
Otro caballero dorado que perdía la vida en esta Guerra Santa.
Entonces la culpa comenzó a corroer el alma de Tenma, de manera tal que el muchacho no pudo soportar más el sentimiento de profunda tristeza y responsabilidad de cargar con la muerte del caballero de Tauro, por lo que, a hurtadillas, decidió marcharse del Santuario con la esperanza de que así la muerte no acabara con las personas que él estimaba tanto, y de esa manera, enfrentarse solo a Hades; es una locura, pero puedo entender lo que está sintiendo.
A fin de hacerlo recapacitar y regresar a estas tierras, el Patriarca envió a Manigoldo, quien también tenía la misión de protegerlo. Pero quién sabe cómo salgan las cosas con ese irresponsable... Sólo espero que pueda cuidar de Pegaso lo mejor posible y pueda traerlo sano y salvo de regreso, dada la importancia que el jovencito tiene en la Guerra Santa.
Por otra parte, el Patriarca ha estado comportándose de manera muy misteriosa; se lo nota taciturno, con cierto aire melancólico, y extremadamente sobreprotector con Natalie. Ha dispuesto una habitación para ella en su propio Templo con el fin de velar por su seguridad, ya que aún no hemos podido dar con el espectro que amenaza su vida y la de su hijo. La muchacha sólo tiene permitido ir hasta la casa del Anciano Sanador para realizar sus labores médicas y luego regresar al recinto del Patriarca. Sé que también está preocupado por el hecho de que aún no hemos hallado al traslador para ayudar a Natalie a regresar a su tiempo, y eso lo angustia demasiado; es mucha responsabilidad que recae sobre sus hombros...
Estoy seguro que Sage ha elaborado alguna estrategia para hacer frente al Ejército de Hades, y no quiere compartirla con nadie todavía, puesto que permanece en total hermetismo. Se la pasa encerrado en su habitación o en el Star Hill con una pila de manuscritos y pergaminos que ni siquiera a mí me ha permitido ver. Además sospecho que Sage está elaborando una estratagema para llevar a cabo su más anhelado sueño, y que le ha dado la fuerza para sobrevivir tanto tiempo. Conozco al Patriarca, y sé que su corazón se hace añicos cada vez que uno de los nuestros pierde la vida; sé que él debe estar sintiéndose impotente al no poder tomar partido físicamente en el conflicto. Sólo espero que en su afán de ayudarnos en la batalla, no cometa una locura. Sería una pérdida irreparable para todos nosotros si algo le ocurriera al hombre que prácticamente nos ha criado desde niños.
La angustia crece dentro de mí al saber que cada vez mi tiempo en el Santuario se agota; sé que tarde o temprano tendré que hacer mi parte en la batalla, y lo acepto. Lo único que turba mi mente es qué será de Fluorite cuando me toque partir... Saberla sola y desprotegida en un país extraño hace que mi corazón sea presa del temor; no quiero que nada malo le pase y... No quiero que sufra por mi causa... Si algo llegara a pasarme... No quiero que derrame ni una sola lágrima por mi culpa. No soportaría saber que la hice infeliz. Tal vez debería alejarla de mí ahora, cuando todavía estoy aquí, para que más adelante no tenga que lidiar con el dolor de la pérdida... Sí, tal vez debería hacerlo.... Pero soy demasiado egoísta, y mi alma no se resigna a dejarla ir cuando lo único que deseo es pasar con ella cada minuto que me quede en el Santuario. Así que he elegido el camino del cobarde. Y voy a aprovechar el tiempo para estar junto a ella y decirle cuánto la amo, lo mucho que significa para mí, y que se ha convertido en la razón de mi existencia, y por la cual voy a luchar hasta mi último aliento. Sé que las probabilidades de sobrevivir son pocas, pero le prometí a Fluorite que haría todo lo que estuviera en mis manos para regresar junto a ella. Y, si los dioses me ayudan, pienso cumplírselo.

Y llegaste tú (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora