Un buen perdedor

94 6 3
                                    

Realmente no podía creer los últimos acontecimientos que se habían suscitado. Mi cabeza daba vueltas,producto de la confusión ,o debería decir sorpresa,que me habían causado las palabras de Degel, y aún más,su comportamiento.
Mon Dieu...jamás me imaginé que pudiera llegar a ser así de apasionado,y eso que solamente habíamos compartido un sinfín de besos y caricias en tan solo un instante que pareció durar siglos para mí.
No había ocurrido nada entre nosotros,lo que por un lado me aliviaba; no quería que él tuviera una mala imagen de mí,la de una joven que se deja arrastrar por las pasiones de la carne sin pensar en las consecuencias que ello podría tener para su reputación y para su vida misma.
Me acerqué con lentitud al espejo del tocador de mi habitación en el Templo de Acuario,y contemplé mi reflejo: mi cabello,el cual había peinado prolijamente y recogido en alto,se encontraba desordenado,con varios mechones ondulados fuera de lugar;de allí mis ojos migraron a observar mis labios,los cuales lucían hinchados y teñidos del color carmesí con que se coloreaban cada vez que Degel se acercaba a mí o me dirigía una de sus miradas que tanto me derretían por dentro.
Me sentía avergonzada de mí misma por un lado, me apenaba el haber descubierto que tenía un lado oscuro que podía ser evocado por él con tan solo una sola de sus caricias. Pero al mismo tiempo, la otra parte de mi yo interior,se alegraba de haber reaccionado así ante él;el haber correspondido a sus besos y a sus caricias, el dejarle saber que mi cuerpo responde a su tacto sobre mi piel, y que estaba dispuesta a entregarme a él sin importar consecuencia alguna, me hacía sentir audaz, diferente a las muchachas de la época.
Esa dualidad presente en mi interior, me inquietaba,pues era una parte de mí que desconocía que poseía. Miré mi reflejo y llevé mis dedos a mis labios, mientras con suavidad pasaba mis dedos sobre ellos y cerraba mis ojos, tratando de recordar los momentos que había vivido junto a Degel hacía unos minutos atrás. Sorprendida, abrí mis ojos y volví a contemplarme en aquel espejo de mi ahora nueva habitación, dándome cuenta de que, si aquel estruendo no nos hubiera interrumpido, ambos hubiéramos traspasado los límites del decoro. El rubor se hizo presente en mis mejillas, y no pude seguir observando mi reflejo pues una ráfaga de vergüenza me asaltó cual vendaval que arrasa con los campos de hortalizas en invierno.
Ahora me doy cuenta de que todo este tiempo, June había tenido razón.

****************************
Kardia me observaba caminar de un lado a otro con nerviosismo en el amplio pasillo que conectaba mi habitación con la puerta de ésta, mientras degustaba como siempre, una jugosa y dulce manzana de las que solía robar de mi despensa.  Con su característico aire despreocupado, me soltó :
_¿Pero qué demonios te pasa Degel?? Jamás te había visto así, parece que hubieras tenido un encuentro con el mismísimo Hades _
Me detuve de improviso en mi caminar, y le dediqué al Escorpiano una mirada fría como el hielo;internamente me debatía entre si debía o no contarle a Kardia lo que hacía unos momentos había acontecido entre las paredes de mi biblioteca. No es que me gustara ventilar detalles de mi vida íntima, es sólo que era la primera vez que me ocurría algo así, y desde luego, la primera vez que había estado tan cerca de una mujer, lo suficiente como para intimar con ella.
Por todos los dioses, había estado a punto de perder el control... Jamás me había ocurrido algo como lo que había experimentado... No sabía por dónde empezar.
_Kardia, me desconozco... Yo... He estado a punto de cometer una locura... Tú sabes que soy inexperto en estas cuestiones... _, comencé diciendo.
El Escorpión dorado me lanzó una mirada suspicaz entrecerrando los ojos, tras lo cual dejó salir sus agudas palabras, tan letales como las agujas que constituían sus mortales ataques.
_¡Ohh pero vaya, vaya, vaya! ¿No me estarás diciendo que por fin has roto todas tus estúpidas reglas y normas de comportamiento, y que finalmente te has lanzado con la francesita? ¡Oh, Degel, Degel! ¿Acaso por fin has perdido tu doncellez? _, exclamó con sorna el Escorpiano.
_No te burles de mí,idiota....te recuerdo que toda esta situación ha sido debido a que tú,usando tus ardides y poder de convencimiento, has logrado arrastrarme hasta seguir tus descabellados consejos_, le espeté con palabras tan gélidas como las nieves de Siberia. Luego, continué:
_Por supuesto que no,no ha ocurrido nada entre Fluorite y yo... Pero casi sucede... Si no hubiera sido por un ruido que oímos,y que cortó de tajo la atmósfera que se había creado entre nosotros, probablemente habría concluido lo que había comenzado y...la hubiera tomado en la biblioteca... No sé qué es lo que está sucediendo conmigo Kardia...debe de ser tu influencia que finalmente ha comenzado a afectarme...sabía que esto pasaría en algún momento..._ .
_Así que ahora vas a echarme la culpa por haber desatado tus más bajos instintos... ¡Por favor,Degel eres un hombre! Está en nuestra naturaleza el ser pasionales y responder a nuestros instintos,sobre todo cuando tienes delante de tus ojos a una mujer tan deliciosa como tu Fluorite...  ¿Se te ha cruzado por la mente siquiera por curiosidad,el cómo se sentiría tenerla entre tus brazos, totalmente extasiada luego de vibrar habiendo alcanzado el clímax,y que hayas sido tú el responsable de provocar todas esas sensaciones en ella? ¿El oírla gemir de placer tu nombre junto a tu oído una vez pasado el dolor de la desfloración? Esos son los grandes placeres de la vida, mi amigo,y tú te los has estado perdiendo por no haber seguido mis consejos durante años, ¡Oh dioses! ¡Cuánta paciencia me han dado con este hombre!_ , exclamó exageradamente Kardia mientras extendía sus brazos abiertos y elevaba su mirada hacia el cielo.
_ Más bien diría que los dioses me han dotado de una enorme paciencia para soportar tus locuras, Kardia... En fin, ahora el punto es que no sé cómo debo continuar con Fluorite puesto que lo que ha ocurrido en la biblioteca no es un comportamiento propio de mí... Si el Patriarca llegara a enterarse de que un caballero de Atena ha estado a punto de romper sus votos de castidad en pleno Santuario, no sé de lo que sería capaz..._ .
El Escorpiano terminó de devorar una de las manzanas que había hurtado de mi despensa,tras lo cual arrojó despreocupadamente el corazón de la misma por encima de uno de sus hombros.
_ Ya te he dicho que un clavo saca otro clavo... Si se te presentó esta oportunidad con Fluorite, debes tomarla para dejar atrás por completo tu absurda depresión por el rechazo de Natalie. Además se nota a la legua que la francesita te ama, Degel, y no desde ahora, sino desde su niñez... obviamente ha fantaseado contigo, y si bien trate de aparentar que es una señorita recatada, estoy más que seguro que ella estaba dispuesta a todo en esa biblioteca. Si tú no te hubieras detenido, ella se habría entregado a ti por completo... Una mujer enamorada se olvida de sus recatos ante los efectos de las flechas de Cupido, y ¡eso es lo que tú debes aprovechar! Dime una cosa, Degel, ¿te has preguntado de verdad qué es lo que sientes por la muchacha? ¿La amas?_ , interrogó el Escorpión dorado en sus últimas palabras, queriendo indagar en el interior de mis sentimientos, s cuales ni yo mismo había podido desentrañar aún. No estaba seguro de querer hacerlo. Temía lo que podía llegar a descubrir. Pero sin duda, aquellas preguntas de Kardia había calado hondo en mi mente, ¿Qué era exactamente lo que yo sentía por Fluorite?

*******************************
La noche estrellada se cernía inmensa e imponente sobre los terrenos del Santuario de la diosa de la Guerra, mientras una figura masculina, portando una armadura dorada cuyo peso le resultaba ahora demasiado como para que su cuerpo lo resistiera, a pesar de los años de arduo entrenamiento, caminaba en soledad dirigiéndose hacia el Coliseo.
Entrenar durante la noche nunca había sido una buena idea para él, puesto que prefería conservar esa energía para desgastarla en otro tipo de actividades más placenteras, como solía llamarles. Pero ese día, lo necesitaba. Necesitaba desahogar toda aquella rabia que sentía invadir cada una de las células de su cuerpo, soltar toda la agresividad que se había acumulado en su interior luego de haber escuchado el relato del que era su mejor amigo. Era consciente de que no debía sentirse de esa manera, puesto que él mismo lo había empujado a ello, más no podía evitarlo. Había sido demasiado doloroso para él oír de la propia boca de Degel que había estado a punto de arrebatarle la virtud a Fluorite. La ira hacía ebullición en su interior al recordarlo. De un solo puñetazo, hizo trizas una enorme roca que se encontraba cerca de una de las entradas del Coliseo, la cual se deshizo en miles de partículas que salieron disparadas en todas direcciones. Luego de eso, continuó con otra, para terminar finalmente aplicando su técnica máxima, la poderosa Antares, lo que seccionó inmediatamente en dos partes, un imponente risco que lindaba con el antiguo lugar que los caballeros de Atena utilizaban desde hacía siglos para pulir sus habilidades. 

Sin dudas el haber realizado algo de actividad física y haber desquitado algo de la rabia que se había apoderado de su ser, alivió en parte su sensación de enojo e ira reprimidas contra su amigo. Sabía que él no se lo merecía,que estaba intentando conseguir un poco de felicidad en su vida, dejando atrás aquellos sentimientos que había desarrollado en tan poco tiempo por la aprendiz del anciano sanador del Santuario, y que ésta había hecho trizas al rechazarlos. Sabía que aunque la joven no le hubiera dicho nada a Degel, la razón por la cual rechazó a Acuario fue debido a que ella se había enamorado del portador de la armadura de Virgo.
Así como él había recibido el flechazo de Cupido y que lo había rendido irremediablemente ante los encantos de la muchacha francesa así como nunca antes le había ocurrido en toda su vida,a pesar de su extensa e interminable experiencia en mujeres. 
El Escorpiano llevó sus manos a ambos lados de su cabeza y cerró los ojos con fuerza,intentando hacer a un lado la ira que continuaba haciendo ebullición cual lava volcánica. Debería ser él el que se encontrara junto a Fluorite,el que tuviera la fortuna y la dicha de probar los dulces labios de la muchacha,de rozar la tersura y suavidad de su piel,aterciopelada y lozana como un durazno recién maduro;el privilegiado en convertirla en mujer, en escuchar sus gemidos extasiados luego de llevarla a la cúspide del clímax ,y de iniciarla en lo que él consideraba "las artes del amor".
Maldecía su suerte por haber puesto sus ojos en la mujer que él mismo había destinado para otorgarle a su mejor amigo la felicidad que necesitaba en su vida. No podía ser tan cretino de arrebatarle la alegría de sus manos,cuando le debía tanto al Acuariano; él era el único que había podido controlar las altas temperaturas que alcanzaba su cuerpo,y la única persona que se acercaba a una familia para él.
Qué cruel es el destino. Qué crueles son los dioses que manejan los hilos del camino de los hombres.
Resignado, abrió sus ojos y suspiró largamente; no se dejaría abatir por la tristeza de no poder tener a la mujer que amaba, seguiría adelante como lo había hecho con todo en su vida. Por eso,decidido,se encaminó hacia la salida del Coliseo con la mente  puesta en salir e irse de juerga como solía hacer en esas noches en que lo asaltaba la melancolía y comenzaba a pensar en la soledad de sus días. No había hecho más que unos cien metros, cuando de entre las sombras,una misteriosa figura se apareció ante él; de inmediato,Kardia adoptó una posición defensiva para hacerle frente a lo que sea que quisiera atravesarse en su camino,pues él no le temía a nada. Para su sorpresa,la figura se reveló ante él como una de las vestales del Santuario, y pudo reconocer que se trataba de un rostro que le era familiar y que ya había visto las veces en las cuales había ingresado al Templo de Acuario.
El Escorpiano la observó desde la cabeza hasta los pies, tras lo cual sus labios se curvaron en una sonrisa ladina y con un deje de lascivia.
_Pero miren qué tenemos aquí, una vestal descarriada... _ , exclamó Kardia con sorna, mientras la mujer que se encontraba frente a él le devolvía la mirada,negra como la noche misma, y sus labios carmesí le dedicaban una sonrisa por demás seductora.
_Hola, guapo..._ , dijo la vestal al tiempo que daba unos pasos hacia el caballero de Escorpio, con un andar seductor pero al mismo tiempo,remedando el sigilo de un depredador antes de atacar a su presa.

CONTINUARÁ...

Y llegaste tú (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora