VIII

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El constante golpeteo de las gotas de lluvia contra el asfalto y el frío viento de la noche, eran mi única compañía mientras caminaba en algún barrio desconocido.

O al menos así era hasta que un par de hombres salieron de un callejón, quienes, al notar mi presencia se acercaron.

—Veamos, ¿Qué hace una preciosura tan tarde en un lugar como este? — preguntó uno de ellos poniéndose a mi lado, tenía el cabello negro y ojos violáceos.

—Tal vez busca algo de compañía. — añadió el otro, un castaño, pude sentir su asquerosa mirada  grisácea sobre mí.

Pensé en huir pero inmediatamente rechacé la idea, ya no tenía caso huir, nadie se preocuparía, madre ya no se preocuparía.

Detuve mi andar con la mirada en el suelo, ambos hombres se detuvieron unos pasos más adelante

—¿Qué pasa? ¿No hablas? — el azabache se agachó para entrar en mi campo de visión, fruncí levemente el ceño para luego apartar la mirada

—Hey, ¿Tu madre no te enseñó a tratar a los adultos? — preguntó molesto el de ojos grises agarrando mi cara para que le viera, no se atrevió a mencionar a madre.

Sentí mi sangre arder, me solté de su agarre y le di un fuerte cabezazo, eso los hizo enfurecer pero no me importaba, no iba a dejar que hablaran de ella.

El de cabello negro me golpeó justo en la boca del estómago dejándome sin aire y antes de poder reaccionar el castaño me dio tremendo puñetazo en la cara, mandándome al suelo.

—Maldita perra, voy a golpearte hasta que no puedas siquiera pararte. — amenazó el castaño antes de que ambos me arrastraran al callejón y comenzaran a patearme.

Después de unos cuantos minutos ya sólo esperaba el siguiente golpe, escuché el sonido mas no lo sentí, abrí mis ojos y vi a un chico, tal vez un par de años mayor que yo, dándome la espalda.

—Dejen a la señorita o se las verán conmigo. — advirtió el chico, un relámpago iluminó el oscuro lugar y pude ver que su cabello era de un azul oscuro.

—¿Y tú quién eres, mocoso? — preguntó el azabache con arrogancia, sin señal de querer irse.

La lluvia se intensificó y los rayos y truenos eran más recurrentes.

—Muchos me conocen como "El relámpago azul". — respondió serio

—Me importa una... — el de mirada violácea fue detenido por su amigo.

—Vámonos — el azabache no entendía y estaba por refutar pero fue jalado por el castaño que simplemente insistió en irse.

Cuando ambos hombres se fueron el chico se acercó a mí, estaba preocupado, se veía en esos brillantes ojos amarillos.

—¿Estás bien? — preguntó alarmado, las palabras no me salían así que me limité a asentir e intentar pararme, esto último en vano.

Él me subió a su espalda y comenzó a caminar.

—Definitivamente no estás bien, te llevaré con alguien que podrá atender tus heridas. — explicó con una pequeña sonrisa.

—¿Cómo te llamas? — preguntó mientras seguía caminando, dudé en decirle pero me había salvado

—Dime Nyoko. — contesté en voz baja, sentía mi cara arder, el río levemente

—Un gusto, Nyoko, yo soy Raiden. — se presentó mirándome sobre su hombro.

 — se presentó mirándome sobre su hombro

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La Heredera Dragón ll BnhaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora